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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Mauro Martín, un barra brava modelo

Domingo, 02 de septiembre de 2012 01:55

Resulta inexplicable que nos asombremos por el enojo de Mauro Martín, el jefe de La Doce, la barra brava de Boca Juniors, porque le fue aplicado el derecho de admisión en los estadios.

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Resulta inexplicable que nos asombremos por el enojo de Mauro Martín, el jefe de La Doce, la barra brava de Boca Juniors, porque le fue aplicado el derecho de admisión en los estadios.

Marín, como se sabe, está hospitalizado con un balazo en el abdomen como resultado de un enfrentamiento entre dos facciones xeneizes, una que él comanda y otra que responde a Rafael Di Zeo, otro angelito bostero.

Decíamos que resulta inexplicable que produzca asombro que Mauro Martín se moleste y amenace a los dirigentes de su club porque lo incluyeron en una lista de indeseables. Y nos parece inexplicable en un país como el nuestro en el que los barra bravas de Boca, River, o del club que fueran gozan de impunidad casi institucional y son utilizados como instrumentos para satisfacer ambiciones personales y sectoriales de políticos, funcionarios y dirigentes deportivos.

Un país en el que su presidenta, en este caso doña Cristina Kirchner, los elogia por la pasión que ponen en sus violentas fechorías.

Cristina Kirchner opina que “los barras no son tan malos”, y ve “intencionalidad política” en las noticias que los diarios publican sobre sucesos de violencia en el fútbol.

El kirchnerismo, y en esto no es original, usó y usa a los barras para lograr sus propósitos. Así puede y debe ser interpretada la existencia de la ONG Hinchadas Unidas Argentinas, integrada por violentos prontuariados que trabajan para el oficialismo.

La Cámpora, para dar otro ejemplo, alquiló a La Doce en los albores de Fútbol para Todos, y Guillermo Moreno regaló cotillón para sus “fiestas” a Los Borrachos del Tablón.

Estas dos hinchadas, la de River y la de Boca, contabilizan muchos muertos y condenados a cadena perpetua durante las gestiones de los Kirchner.

Desde 2003 a la fecha, hubo 39 muertos, y este año ya van cinco.

Bien, decíamos que Mauro Martín se enojó porque le aplican el derecho de admisión. Tan enojado e indignado se puso que envió el viernes a la dirigencia boquense una carta documento muy desafiante, intimándola a que “en el plazo de 48 horas le indique y/o comunique por qué le aplica el derecho de admisión”. Exige explicaciones, y señala que “en caso de silencio, fenecido (­qué fino!) el plazo señalado, accionará civil y penalmente”. ­Tomá vos!

El abogado de Martín expone en el documento una serie de situaciones que lo eximirían de merecer la mencionada sanción. Dice, por ejemplo, que Mauro Martín “es socio junto a todo su grupo familiar desde hace décadas”. Y añade que Martín “no ha sido sancionado, ni amonestado, ni suspendido como socio; tampoco ha incurrido en mora respecto al pago de la cuota social”. ¡­Lo que se dice, un socio ejemplar!

Por eso es que nos resulta inexplicable que nos llame la atención la reacción del señor Mauro Martín. Se trata de una reacción lógica avalada no solo por su trayectoria de barra brava sobresaliente, sino por la simpatía y el apoyo de la señora presidenta de la Nación y por una foja de servicios al mejor postor envidiable. Dudamos en cobrarle orsai, no vaya a ser que nos demande. No nos olvidemos que estamos en la Argentina kirchnerista.

 

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