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El peligro de gobernar con amigos y parientes

Martes, 25 de septiembre de 2012 09:14

¿Cuánto más podrán ocultar los hechos? ¿Una semana, diez días, tal vez treinta? ¿Confían en que reduciéndolos a rumores, terminarán por diluirlos? ¿O aún no aprobaron la campaña mediática que debería acompañar el informe oficial, apuntando a minimizar los costos políticos y a diluir las responsabilidades personales?
Lo cierto es que a casi 30 días de que reclamaran explicaciones los familiares de una niña infectada con SIDA, luego de las transfusiones de sangre que le practicaran en el Hospital Materno Infantil, el Gobierno no ha informado con transparencia y responsabilidad a la opinión pública sobre el desgraciado episodio.

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¿Cuánto más podrán ocultar los hechos? ¿Una semana, diez días, tal vez treinta? ¿Confían en que reduciéndolos a rumores, terminarán por diluirlos? ¿O aún no aprobaron la campaña mediática que debería acompañar el informe oficial, apuntando a minimizar los costos políticos y a diluir las responsabilidades personales?
Lo cierto es que a casi 30 días de que reclamaran explicaciones los familiares de una niña infectada con SIDA, luego de las transfusiones de sangre que le practicaran en el Hospital Materno Infantil, el Gobierno no ha informado con transparencia y responsabilidad a la opinión pública sobre el desgraciado episodio.

Quizás traten de justificar su silencio invocando la seriedad de las investigaciones que llevan adelante, atribuyendo además a intereses políticos su difusión. Todo es posible. Pero tarde o temprano tendrán que dar las explicaciones que correspondan y asumir su responsabilidad por la negligencia, la desidia y la falta de idoneidad profesional, que han puesto en peligro la vida de una paciente. Accidentes como este pueden ocurrir, sin duda, y de hecho han sucedido en hospitales o centros de salud de todo el mundo, pero por las características que lo rodean, el de la niña infectada en el Materno está rodeado de un velo de corrupción y falta de ética que lo hacen singular.

Es que el hospital no estaba adherido durante la gestión de Martín de la Arena al Centro Regional de Hemoterapia, una institución de referencia para el Norte de nuestro país, inaugurado por la actual administración en 2009.

¿Y por qué no estaba adherido? La respuesta es simple: porque quien vendía la sangre al hospital era una empresa perteneciente a De la Arena, HEMOVIDA SRL, quien la fundó el 28 de junio de 2010, un mes y medio después de haber sido designado como responsable del Centro Regional de Hemoterapia, el 11 de mayo de ese año.

¿Y no lo excluyeron entonces por la evidente falta de ética? No, que va. Para el Gobierno fue apenas un detalle sin importancia, ya que lo premiaron designándolo el 12 de diciembre de 2011 con la gerencia del Materno-Infantil.

Para los amigos, todo

Lo curioso es que luego de que estallara el escándalo por la muerte del niño derivado desde Cachi, en el que apareció una grabación que puso al descubierto una suerte de complot organizado por las autoridades del Hospital para intentar ocultar los hechos y diluir las responsabilidades, el Gobierno, a través del ministro de Salud, cerró filas alrededor de Martín de la Arena.

“Se trata de un hecho puntual que no tiene nada que ver con el funcionamiento del Hospital”, declaró el 13 de agosto Juan Manuel Urtubey. Y ratificó que no habría cambios. Ni en ese centro de salud ni en la cúpula del Ministerio. Total lo tenían a mano al neurocirujano Federico Chuchuy para echarle la culpa. Al fin de cuentas no tenía padrinos ni amigos en la cúpula del poder.

Pero el 30 de agosto, cuentan los médicos, enfermeros y el personal del hospital, los familiares de la chiquita infectada, acompañados por abogados, protagonizaron una confrontación a viva voz con las autoridades del lugar.

Parece que fue la gota que colmó el vaso.

Estaba claro que si a la sangre la proveía la empresa del gerente, al hombre ya no lo podían seguir apoyando. Cualquiera fuera su responsabilidad en la cuestión.

Ese mismo día, por la tarde, le pidieron la renuncia

A esta altura algún lector podría preguntarse: ¿Y con todos esos antecedentes, por qué lo designaron e insistieron hasta último momento en sostenerlo? Dicen los que saben que, simplemente, porque es “amigo de Facundo”. El hermano de Urtubey.

Carlos Menem solía decir que para nombrar funcionarios tenía en cuenta “en primer lugar la lealtad”, y si “son idóneos y capaces, mejor”. Ahí están por cierto los leales del expresidente, prestando servicios con idéntico entusiasmo a Cristina Fernández de Kirchner.

En Salta, además, parece que cuentan con mayor puntaje los amigos y parientes. Claro, se descuenta su lealtad.

 

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