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A falta de fútbol, Berdún...

Lunes, 14 de octubre de 2013 02:30

Como un niño desamparado y perdido, cuyo paradero se solicita por los altoparlantes de un estadio, quedó el fútbol ayer en el tan esperado clásico de siempre entre Central Norte y Juventud Antoniana. Seguramente, alguien lo habrá encontrado llorando en un rincón, desolado y triste por no estar en la cancha el día más ansiado.
Porque, más allá de la propagación del folclore de la gastada con la victoria de Central Norte, de la carcajada y el llanto que marca como un estigma la felicidad de unos y la tristeza de otros, la ausencia del mejor juego del mundo, los recaudos excesivos y la rusticidad por sobre la delicia fueron los que triunfaron al caer la tarde en el Martearena (además de la repugnante violencia).
En medio de ese panorama, y cuando se esperaba algo de los administradores del vértigo más comunes, -Diego Magno y de Jonathan Artura por el lado azabache y Nicolás Aguirre y Hugo Prieto por el antoniano-, ninguno apareció.
Por el contrario, el cuervo sacó su plus y lo terminó ganando por la aparición emergente en cancha de su protagonista menos pensado: Juan Domingo Berdún. De nombres homónimos al del histórico líder político, no llegó a ser Perón; sin embargo, por las dos alegrías ofrendadas en otro clásico gris y carente de instantes felices, se transformó de la nada en un líder benefactor de masas cuervas con los dos goles que le dieron la victoria al equipo de Gustavo Coleoni (21 y 29 min del complemento) y que sirvieron para ampliar la paternidad de cuervos sobre santos en los últimos tiempos.
El quiebre de un partido empachado de bostezos y huérfano de emociones, fútbol y estética fue el ingreso de este “tal” Berdún, a los 13 min del segundo tiempo, reemplazando a un intrascendente Artura, a quien, entre otros, se encomendaban los amantes del buen fútbol para justificar el “billete gastado”. Paradójica e inimaginablemente, uno de los refuerzos de menor impacto mediático del cuervo, de menor eco y popularidad y proveniente del austero Racing de Olavarría, fue el salvador de un clásico magro, el primer actor del rodaje soñado para el pueblo azabache.
Claro, poco hubiese hecho el incipiente goleador si no fuese por las oportunísimas equivocaciones, con errores alarmantes defensivos, que lo invitaron a erigirse en protagonista. En el primer gol, un pelotazo, de los tantos que sobrevolaron el Martearena, un posterior choque entre dos defensores y un flanco enorme que dejó toda la defensa santa y que fue el cóctel que derivó en la comodísima posición del zurdo, que infló la red y desató la fiesta con una libertad increíble. Y en el segundo festejo, un “regalito” compartido entre la endeble barrera armada sobre la marcha para contener el tiro libre y Mariano Maino, el más vapuleado por el público cuervo, primero, y por el santo, después. Berdún encontró el hueco con un tiro envenenado que dejó al uno santafesino dentro del arco, pelota y todo.
Antes de las dos emociones de la tarde, todo era pelotazos, se había hecho un culto del “reviente si quiere ganar” y los balones parecían caldeados hierros que quemaban en los pies. Parecía prohibido jugar, pensar, crear. Y constantemente se derribaba aquella pared que tarda años en levantarse y un día en destruirse.
La ecuación era simple: en ese juego a no perder, inevitablemente debía sucumbir aquel equipo que más errores cometiera. Y así, Juventud mordió el polvo ante el último

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Como un niño desamparado y perdido, cuyo paradero se solicita por los altoparlantes de un estadio, quedó el fútbol ayer en el tan esperado clásico de siempre entre Central Norte y Juventud Antoniana. Seguramente, alguien lo habrá encontrado llorando en un rincón, desolado y triste por no estar en la cancha el día más ansiado.
Porque, más allá de la propagación del folclore de la gastada con la victoria de Central Norte, de la carcajada y el llanto que marca como un estigma la felicidad de unos y la tristeza de otros, la ausencia del mejor juego del mundo, los recaudos excesivos y la rusticidad por sobre la delicia fueron los que triunfaron al caer la tarde en el Martearena (además de la repugnante violencia).
En medio de ese panorama, y cuando se esperaba algo de los administradores del vértigo más comunes, -Diego Magno y de Jonathan Artura por el lado azabache y Nicolás Aguirre y Hugo Prieto por el antoniano-, ninguno apareció.
Por el contrario, el cuervo sacó su plus y lo terminó ganando por la aparición emergente en cancha de su protagonista menos pensado: Juan Domingo Berdún. De nombres homónimos al del histórico líder político, no llegó a ser Perón; sin embargo, por las dos alegrías ofrendadas en otro clásico gris y carente de instantes felices, se transformó de la nada en un líder benefactor de masas cuervas con los dos goles que le dieron la victoria al equipo de Gustavo Coleoni (21 y 29 min del complemento) y que sirvieron para ampliar la paternidad de cuervos sobre santos en los últimos tiempos.
El quiebre de un partido empachado de bostezos y huérfano de emociones, fútbol y estética fue el ingreso de este “tal” Berdún, a los 13 min del segundo tiempo, reemplazando a un intrascendente Artura, a quien, entre otros, se encomendaban los amantes del buen fútbol para justificar el “billete gastado”. Paradójica e inimaginablemente, uno de los refuerzos de menor impacto mediático del cuervo, de menor eco y popularidad y proveniente del austero Racing de Olavarría, fue el salvador de un clásico magro, el primer actor del rodaje soñado para el pueblo azabache.
Claro, poco hubiese hecho el incipiente goleador si no fuese por las oportunísimas equivocaciones, con errores alarmantes defensivos, que lo invitaron a erigirse en protagonista. En el primer gol, un pelotazo, de los tantos que sobrevolaron el Martearena, un posterior choque entre dos defensores y un flanco enorme que dejó toda la defensa santa y que fue el cóctel que derivó en la comodísima posición del zurdo, que infló la red y desató la fiesta con una libertad increíble. Y en el segundo festejo, un “regalito” compartido entre la endeble barrera armada sobre la marcha para contener el tiro libre y Mariano Maino, el más vapuleado por el público cuervo, primero, y por el santo, después. Berdún encontró el hueco con un tiro envenenado que dejó al uno santafesino dentro del arco, pelota y todo.
Antes de las dos emociones de la tarde, todo era pelotazos, se había hecho un culto del “reviente si quiere ganar” y los balones parecían caldeados hierros que quemaban en los pies. Parecía prohibido jugar, pensar, crear. Y constantemente se derribaba aquella pared que tarda años en levantarse y un día en destruirse.
La ecuación era simple: en ese juego a no perder, inevitablemente debía sucumbir aquel equipo que más errores cometiera. Y así, Juventud mordió el polvo ante el último

Del anonimato a la fama, fue “héroe” por un día

Juan Domingo Berdún rindió a sus pies a los hinchas azabaches. Pasó de ser prácticamente un desconocido al héroe de Central Norte por un día, porque fue quien marcó los dos goles y les permitió a los del barrio norte festejar sus primeros tres puntos nada menos que en un clásico. Ni el más optimista se imaginó que el volante por izquierda saldría del banco de suplentes para cumplir su papel de superhéroe y goleador.
Quedó demostrado una vez más que lo más lindo que tiene el fútbol es la sorpresa y la imprevisibilidad. Nadie contaba con la astucia y los goles de Berdún. Es más, se habló de una supuesta partida del jugador a fin de año, algo que seguramente será reconsiderado por el cuerpo técnico y por los directivos.
Lejos de quedarse con la gloria y el protagonismo, Juan Domingo, en diálogo con El Tribuno, expresó: “Particularmente estoy muy contento, pero más por el triunfo que logramos hoy -por ayer-. La tabla de posiciones es muy mentirosa, todos los que estamos en el plantel lo sabemos, pero tenemos que seguir trabajando”.
Berdún arrancó la temporada como titular, pero duró muy poco en su puesto, ya que en la tercera fecha quedó relegado por su irregular desempeño. De a poco su figura se fue diluyendo, a tal punto que Coleoni lo borró hasta del banco de suplentes. Pero esta vez la historia fue otra, ingresó en el segundo tiempo por Artura, para marcar presencia y goles. “En el banco de suplentes uno se predispone al grupo y por suerte se me dio en un clásico”, destacó el zurdo, reconociendo que está para sumar en Central.
Seguramente Berdún atesorará su primera experiencia de jugar un clásico salteño. “Fue un gran espectáculo, más allá de lo futbolístico. Y se ganó, que es lo importante”, reiteró.
Muchos habrán pensado que el segundo gol, de pelota parada, fue de mera casualidad, pero el volante azabache se encargó de aclarar: “Fue una jugada en la que se trabajó. Rematé al primer palo y por suerte se metió”, recordó el autor del doblete
“El equipo demostró en nuestro primer triunfo que estamos muy fuertes de la cabeza, sabemos lo que queremos y lo demostramos en el clásico”, remarcó el bonaerense.


 

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