Los discapacitados a veces tienen dificultad para ciertas actividades consideradas por otras personas como totalmente normales, como viajar en transporte público, subir escaleras o incluso utilizar ciertos electrodomésticos. Sin embargo, el mayor reto para aquellos con capacidades diferentes ha sido convencer a la sociedad de que no son una clase aparte. Históricamente han sido compadecidos, ignorados, denigrados e incluso ocultados en instituciones.
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Los discapacitados a veces tienen dificultad para ciertas actividades consideradas por otras personas como totalmente normales, como viajar en transporte público, subir escaleras o incluso utilizar ciertos electrodomésticos. Sin embargo, el mayor reto para aquellos con capacidades diferentes ha sido convencer a la sociedad de que no son una clase aparte. Históricamente han sido compadecidos, ignorados, denigrados e incluso ocultados en instituciones.
Es el caso de Miguel Olivera, de 66 años, que vive en el barrio Ramón Abdala de Rosario de la Frontera y que hoy cuenta con una magra pensión y lucha es conseguir una jubilación digna.
A pesar de sus esfuerzos por obtener una justa jubilación, en las elecciones nacionales de este domingo debió apelar a un nuevo esfuerzo, pero esta vez no tuvo que ver con cuestiones administrativas ni burocráticas, sino el esfuerzo que hizo Miguel para trasladarse internamente en la escuela Nº 4101 “Martina Silva de Gurruchaga” de Rosario de la Frontera, institución donde debió asistir para cumplir con su deber cívico.
“Gracias a mi esposa Lidia Valconte puedo desplazarme en mi silla de rueda por la ciudad, pero en esta oportunidad tuvimos que apelar a la solidaridad del rosarino para poder acceder a la escuela Gurruchaga donde voté, ya que no cuenta con una rampa de acceso”, manifestó a El Tribuno, Miguel Olivera.
En tal sentido solicitó a las autoridades escolares, pero fundamentalmente a las autoridades provinciales, a que construyan una rampa de acceso a la institución. “Considero que no es mucho pedir, pero cuando uno esta postrado en una silla de rueda, como es el caso mío, todo se hace cuesta arriba para realizar una diligencia”, expresó.
En ese aspecto dijo que “la escuela carece de una rampa de acceso y otra rampa interna, en especial en una de sus alas que tiene dos escalones para subir y digiriese a las mismas”.
Finalmente añadió que “espero que las futuras autoridades que sean elegidas en esta contienda electoral tenga una mirada diferente hacia las personas discapacitadas de Rosario de la Frontera”.