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De militantes ?idealistas? a políticos ?burgueses?

Domingo, 17 de febrero de 2013 22:36

“Yo nunca los tomé como jóvenes idealistas. A pesar de haberme enganchado en eso, me daba cuenta de que conmigo eran muy duros porque venía de otro tipo de familia. Ellos querían lo que yo tenía, y por eso muchas veces me maltrataban. Querían plata. No es que se metieron ahora en esa: estuvieron siempre, pero antes con una excusa más presentable”, afirmó Silvina Walger, periodista y militante montonera en su juventud.
Más allá de las fuertes críticas de Walger y de las denuncias que pesan sobre muchos de los que participaron de las organizaciones guerrilleras por los asesinatos y las acciones violentas que cometieron, en los últimos años fueron relegitimados por el kirchnerismo.
Las menciones a esa experiencia histórica están muy presentes en los discursos de los dirigentes de La Cámpora y de distintos funcionarios. Hasta el canal público Incaa TV difundió meses atrás un documental apologético con la figura de Mario Firmenich, jefe de Montoneros. “Una película indispensable de la resistencia que logra revivir las utopías perdidas”, decía el sitio web del canal en su promoción del film.
Uno de los aspectos que más se destaca de esa generación de militantes es que estaban dispuestos a morir por una causa colectiva, que los trascendía. Un compromiso político semejante sería lo opuesto a la política llamada “burguesa”, en la que los dirigentes sólo se preocupan por hacer carrera y escalar posiciones.
¿Pero qué pasó con esos valores colectivos cuando la democracia se consolidó y la generación del setenta empezó a ocupar cargos públicos?

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“Yo nunca los tomé como jóvenes idealistas. A pesar de haberme enganchado en eso, me daba cuenta de que conmigo eran muy duros porque venía de otro tipo de familia. Ellos querían lo que yo tenía, y por eso muchas veces me maltrataban. Querían plata. No es que se metieron ahora en esa: estuvieron siempre, pero antes con una excusa más presentable”, afirmó Silvina Walger, periodista y militante montonera en su juventud.
Más allá de las fuertes críticas de Walger y de las denuncias que pesan sobre muchos de los que participaron de las organizaciones guerrilleras por los asesinatos y las acciones violentas que cometieron, en los últimos años fueron relegitimados por el kirchnerismo.
Las menciones a esa experiencia histórica están muy presentes en los discursos de los dirigentes de La Cámpora y de distintos funcionarios. Hasta el canal público Incaa TV difundió meses atrás un documental apologético con la figura de Mario Firmenich, jefe de Montoneros. “Una película indispensable de la resistencia que logra revivir las utopías perdidas”, decía el sitio web del canal en su promoción del film.
Uno de los aspectos que más se destaca de esa generación de militantes es que estaban dispuestos a morir por una causa colectiva, que los trascendía. Un compromiso político semejante sería lo opuesto a la política llamada “burguesa”, en la que los dirigentes sólo se preocupan por hacer carrera y escalar posiciones.
¿Pero qué pasó con esos valores colectivos cuando la democracia se consolidó y la generación del setenta empezó a ocupar cargos públicos?

Adaptarse a las reglas

“Son contextos muy distintos. Por eso la adaptación resulta natural. Es como si uno estuviera navegando en el mar hasta que llega a la costa. Pretender continuar con la embarcación en tierra firme sería un contrasentido”, explicó el sociólogo Marcelo Langieri, que fue un cuadro peronista en esa época.
“No se le puede exigir al militante que proviene de esa experiencia que ahora pretenda imponer los mismos valores, luego de que fueron derrotados. Sería muy difícil”, agrega.
Juan Carlos Dante Gullo es uno de los ejemplos más conocidos de dirigentes que se formaron en los sesenta, en un contexto de dictaduras y revoluciones, y que con la consolidación de la democracia continuaron actuando en política.
Actualmente es legislador de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente para la Victoria, pero fue un referente de la Juventud Peronista de los setenta y asesor en Asuntos de Juventud durante la presidencia de Héctor Cámpora, en 1973.
A pesar de que el contexto es muy diferente, Gullo sostiene que los valores que defiende siguen siendo los mismos. “Muchos de nosotros generamos las condiciones para incorporarnos a fortalecer la democracia desde un peronismo de liberación y progresista”, dice.

Una carrera individual

La periodista Silvia Walger aseguró que “Dante Gullo tiene una agencia de publicidad que le hace todo a La Cámpora. Lo de Carlos Kunkel es gravísimo: más no ha podido robar. Y no puedo ni decir la cantidad de plata con la que se quedó Nilda Garré de la época de Menem, porque todos ellos fueron beneficiados por su gobierno. Es gente que no tiene escrúpulos y que se suponía que daba la vida por la patria, pero terminó afanando. Es la verdad”. Las sospechas de corrupción no son el único contraste que podría aparecer frente una práctica política idealista. Los miembros de la generación del setenta que hoy integran las filas del oficialismo son también criticados por pertenecer a un gobierno que, lejos de resolver los problemas colectivamente, concentra las decisiones en la Presidenta, y todos deben hacerle caso.

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