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La abuela siempre está en el recuerdo

Jueves, 14 de marzo de 2013 21:32

 En algunas oportunidades parece que los astros se alínean para que se recuerde a un ser querido. A mí me pareció tenerla cerquita a mi abuela Matilde. Los radicales recordaron hace poco el Día de la Militancia y ella, mi abuela, era radical hasta la ñascha, como lo sigue siendo casi toda mi familia. Y me pareció verla contenta.

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 En algunas oportunidades parece que los astros se alínean para que se recuerde a un ser querido. A mí me pareció tenerla cerquita a mi abuela Matilde. Los radicales recordaron hace poco el Día de la Militancia y ella, mi abuela, era radical hasta la ñascha, como lo sigue siendo casi toda mi familia. Y me pareció verla contenta.

Después sucedió lo de la elección del papa Francisco y me imaginaba lo feliz que se hubiera puesto si le tocaba vivirlo y la fiesta que hubiera armado en la casa de la calle Ituzaingó esquina San Luis. Cuando digo fiesta me refiero a la alegría expresada en sus cánticos y seguro que hasta hubiese juntado a sus nietos en una oración.

En realidad, toda esta remembranza se inició cuando miré y remiré la entrevista que le hizo Daniel Filmus a Hugo Chávez, fallecido presidente venezolano. Sin ser socialista, ni chavista, me deleité una y otra vez cuando hablaba de su abuela, que puesta en escena es la abuela universal. En su relato Chávez recordó a sus padres y hermanos, pero Filmus le remarcó: “Sin embargo, el recuerdo tuyo siempre es mayor para tu abuela”. Y ahí saltó el nieto orgulloso diciendo: “¡Claro, desde que tengo uso de razón la abuela es la que estaba todos los días, desde cuando me levantaba. Era la que nos dormía, la que nos hacía el desayuno, la que cocinaba. Es la abuela la que vi morir y lloré. Es la mama vieja, imagínate. Entonces el recuerdo de mi abuela en el alma es mucho más intenso, más profundo!”. 

Me gustó que a pesar de sus carencias en la niñez, Chávez contó que tuvo una infancia muy feliz y que si pudiera volver a nacer y elegir dónde, le diría Papá Dios “mandame al mismo lugar, la misma casita de palma inolvidable, el mismo piso de tierra, las paredes de barro, un catre de madera, un colchón hecho entre paja y gomaespuma, un patio grande lleno de árboles frutales, una abuela, padres y hermanos (yo le agregaría tíos y primos) llenos de amor y un pueblito campesino a la orilla de un río”.

Según escuché por ahí, se muere dos veces. Una es la muerte propia y otra, el olvido.

 Mi abuela Matilde vive, estoy seguro.

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