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Juliet Holme y Pauline Parker: adolescentes, amantes y asesinas

Domingo, 14 de abril de 2013 11:27

Si algo unía a Juliet Holme y Pauline Parker era el odio hacia la madre de esta última que se había transformado en el principal obstáculo en la relación que unía a estas dos niñas, por eso, cuando la separación de las amigas era inminente, decidieron sacar el obstáculo del medio. De esa manera, el 22 de junio de 1954, destrozaron el cráneo de Honora Parker con una maza hecha con un ladrillo dentro de una media, en un camino boscoso en Nueva Zelanda.

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Si algo unía a Juliet Holme y Pauline Parker era el odio hacia la madre de esta última que se había transformado en el principal obstáculo en la relación que unía a estas dos niñas, por eso, cuando la separación de las amigas era inminente, decidieron sacar el obstáculo del medio. De esa manera, el 22 de junio de 1954, destrozaron el cráneo de Honora Parker con una maza hecha con un ladrillo dentro de una media, en un camino boscoso en Nueva Zelanda.

Una historia de soledades

Juliet Holme procedía de una respetable familia inglesa. Su padre, Henry Holme, había sido profesor en la Universidad de Liverpool y asesor científico de la Corona Británica. En 1948 emigraron a Nueva Zelanda donde se hizo cargo del rectorado de la Universidad de Canterbury, en Christchurch, mientras Juliet estudiaba en la Escuela Superior Femenina.

Pauline Parker, que concurría a la misma escuela, había nacido en Christchurch y era hija de una familia de comerciantes. Su padre, Herbert, era dueño de una pescadería, su madre era Honora Parker, ama de casa.

Ambas adolescentes tenían en común un historial de enfermedades, algunas psicosomáticas, sobre todo en el caso de Juliet. Después contrajo tuberculosis, en tanto Pauline había sufrido de osteomielitis que le dejó secuelas para caminar.

Ambas eran solitarias, no lograban integrarse a las compañeras de su colegio y tampoco se sentían contenidas por sus familias. Físicamente eran muy distintas, Pauline era baja, de pelo oscuro, rasgos duros, de mirada esquiva y regordeta, mientras que Juliet era más alta, delgada y siempre sonriente.

Amistad censurada

Las jóvenes pasaban horas y días juntas, leyendo, escribiendo cuentos y haciendo planes para el futuro. Querían irse a Estados Unidos para desarrollarse como escritoras. Las familias siempre habían aprobado la amistad, pero algo los comenzó a asustar: la intensidad de la amistad se acrecentaba al punto que no querían separarse y, entre otras cosas, tomaban largos baños de inmersión juntas. El rumor de una relación amorosa entre las niñas ya era un hecho. En ese momento los padres de ambas pusieron distancia en la relación, lo que por supuesto provocó la ira de ambas jóvenes.

A principios de 1954, el padre de Juliet renuncia a su cargo de rector y se vuelve a Inglaterra, pero decide que va a dejar a su hija en Sudáfrica para que se recupere de la tuberculosis. Pauline decidió que acompañaría a su amiga pero se enfrentó con la férrea oposición de su madre. Era febrero de 1954 cuando las jóvenes empezaron a planear el crimen, pero tan ingenuamente que dejaron todo documentado en el diario personal de Pauline.

 

Matar a la madre

“Miles de personas mueren por día, ¿por qué no mis padres?”, escribió en su diario personal Pauline. Los tiempos se acababan, los Hulme tenían fecha de regreso a Inglaterra para julio de ese año. El 19 de junio Pauline escribió en su diario “Vamos a matar a mamá, tenemos un plan definido. Estamos un poco nerviosas, pero con esperanzas”.
El plan en marcha
Los días previos al asesinato de Honora Parker, su hija fue particularmente atenta con ella, la ayudaba en los quehaceres domésticos y se mostraba como una hija amorosa.
Mientras tanto, Juliet ya había conseguido un ladrillo que partió en dos y metió dentro de una media.
Juliet y Pauline le comunicaron a Honora que, a pesar de no estar de acuerdo con la decisión, la respetarían y a modo de despedida Juliet fue a almorzar a la casa de los Parker. Después de la comida en la que se mostraron distendidas, invitaron a la señora Parker a pasear por el bosque Victoria.
Caminaron más de un kilómetro y medio. En determinado momento, Juliet le pasó los ladrillos a Pauline y se adelantó. Pauline se colocó detrás de su madre, sacó el arma improvisada y la azotó contra la cabeza de la mujer hasta tirarla al piso. Honora trató de defenderse y pidió ayuda, pero nadie podía oirla.
Pauline parecía estar poseída, golpeaba sin cesar la cabeza de su madre hasta asegurarse de que estuviese muerta.
Luego las chicas se fueron hasta una cafetería y pidieron ayuda. “Por favor ayuden a mi madre que se cayó y se golpeó la cabeza contra una roca”, al rato llegó la Policía... no cabían dudas... la habían asesinado. 

 

Juicio y condena en cinco días
 

Juliet y Pauline, de 16 y 15 años, respectivamente, fueron las primeras y únicas sospechosas del crimen de la señora Parker. Además, su propia hija se ocupó de registrar en su diario personal la planificación de los hechos. En la primera declaración Pauline dio la versión de la caída accidental de su madre. Sin embargo, la mujer tenía 45 golpes en el cráneo que estaba destrozado, lo que era incompatible con una caída. Juliet respaldó la versión de su amiga. Pero la verdad no tardó en llegar. “Tan pronto comencé a golpear a mi madre me arrepentí, pero no podía dejar de hacerlo”, declaró Pauline. El juicio duró cinco días y en dos horas fueron condenadas. Las versiones de los psiquiatras que atestiguaron no dejaron nada concluyente. Sin embargo, quedó claro que ambas pensaban con una cabeza y, tal como se podía observar, esa cabeza era la de Juliet. A los 5 años quedaron en libertad con la condición de que nunca más se encontraran. Pauline se convirtió al catolicismo e intentó infructuosamente ser monja. Juliet cambió su nombre por el de Ann Perry (foto) y se transformó en escritora de novelas policiales.

 

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