En vísperas del 60º aniversario de la conquista del Everest, el paracaidista Valeri Rózov realizó desde esa montaña un salto base desde una altura de 7.220 metros sobre el nivel del mar, el más alto registrado hasta el momento.
Rózov, de 48 años y parte del equipo Red Bull, se preparó más de dos años para llevar a cabo la proeza, durante los que buena parte del tiempo la destinó a seleccionar y perfeccionar el “wingsuit”, un traje aéreo con alas diseñado específicamente para este salto. Los saltos base consisten en lanzarse desde un punto fijo en lugar de una aeronave.
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En vísperas del 60º aniversario de la conquista del Everest, el paracaidista Valeri Rózov realizó desde esa montaña un salto base desde una altura de 7.220 metros sobre el nivel del mar, el más alto registrado hasta el momento.
Rózov, de 48 años y parte del equipo Red Bull, se preparó más de dos años para llevar a cabo la proeza, durante los que buena parte del tiempo la destinó a seleccionar y perfeccionar el “wingsuit”, un traje aéreo con alas diseñado específicamente para este salto. Los saltos base consisten en lanzarse desde un punto fijo en lugar de una aeronave.
El paracaidista y su equipo, que incluía a escaladores profesionales, al equipo de filmación y a serpas (habitantes de ciertas regiones altas de Nepal), pasaron casi tres semanas en el Himalaya antes del salto.
El ascenso se inició desde la ladera china de la montaña, por la conocida ruta norte. Después de los cuatro días que tardaron en encontrar un lugar apropiado, a una temperatura de 18 grados centígrados bajo cero y con un fuerte viento en contra, se efectuó el salto.
Este especialista en deportes extremos, que tiene en su haber más de 10.000 saltos con paracaídas, voló durante casi un minuto a una velocidad de aproximadamente 200 kilómetros por hora a lo largo de la pared norte de la montaña más alta del mundo antes de aterrizar con éxito en el glaciar Rongbuk, a una altitud de 5.950 metros sobre el nivel del mar.