La ciudad norteña de Orán se convirtió una vez más en el escenario de la inseguridad que afecta a toda la provincia. Un policía, identificado como Manuel Alejandro Mealla (29), quien se desempeña en la División Lacustre y Fluvial de la Unidad Regional 2, fue brutalmente atacado en la mañana de ayer por cuatro sujetos encapuchados, quienes después de propinarle un golpiza le dispararon en la pierna izquierda.
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La ciudad norteña de Orán se convirtió una vez más en el escenario de la inseguridad que afecta a toda la provincia. Un policía, identificado como Manuel Alejandro Mealla (29), quien se desempeña en la División Lacustre y Fluvial de la Unidad Regional 2, fue brutalmente atacado en la mañana de ayer por cuatro sujetos encapuchados, quienes después de propinarle un golpiza le dispararon en la pierna izquierda.
El servidor público circulaba por el mercado de abasto, entre las calles Alvarado y Los Andes de la localidad norteña, ruta que según sus familiares recorre a diario para ir a su puesto de trabajo.
Al momento del ataque la zona estaba desierta, hasta que minutos después un transeúnte ocasional divisó al policía tendido en el suelo, doblado de dolor y agarrándose la pierna. El hombre sin dudarlo lo socorrió y dio aviso al 911.
A los pocos minutos, una ambulancia lo trasladó hacia una clínica privada donde le diagnosticaron una herida con arma de fuego en el tercio superior de la pierna izquierda -con orificio de entrada y salida- y una fractura evidente. Debido a ello, quedó internado.
Cuando fue estabilizado, efectivos de la Brigada de Investigaciones le tomaron declaración y recién después su familia pudo verlo.
Un ataque intencional
Si bien las primeras pericias indican que se habría tratado de un intento de robo, familiares de la víctima sospechan que los atacantes ya lo tenían marcado por ser policía y por sus planes de brindar mayor seguridad al barrio en el que reside.
Alejandro Mella junto a su familia tienen su casa en el barrio Chatarrero, lugar que atraviesa una delicada situación social, ya que si bien el lugar está reconocido como barrio, tiene todas las características de un asentamiento, con mucha delincuencia y consumo de drogas. También falta presencia policial y la zona carece de alumbrado público. Los vecinos expresaron que muchas calles están en la total oscuridad, lo que se presta para los hechos delictivos.
Pablo, hermano del joven atacado, expresó: “Siempre nos decía que tengamos cuidado, porque tanto él como nosotros sabemos que el ambiente es pesado. Tengo entendido que ya lo tenían marcado porque es una zona sin presencia policial y muy oscura. Nosotros creemos que no se trató de un robo, más bien pensamos que le pegaron así y le dispararon por ser policía”.
Cabe acotar que el lugar en el que fue atacado pertenece al barrio en el que reside la víctima.
Una declaración llamativa
Familiares del agredido, presos de una crisis nerviosa a raíz de lo sucedido, expresaron a El Tribuno: “Creemos que desde la calle San Martín hasta la ruta 50 es una zona liberada. Parece ser que en ese trecho todo esta permitido”. Hicieron referencia, además, a que no es la primera vez que suceden hechos delictivos en la zona. Los vecinos desesperados mostraron su preocupación ante la situación que se vivió. También pidieron mayor presencia policial en toda la zona.
La triste realidad que atraviesa el norte salteño no es muy diferente a lo que sucede en el resto de la provincia. La violencia, la delincuencia, el consumo de drogas parecen no dar tregua y asusta la cantidad de jóvenes y adolescentes que forman parte de patotas y grupos antagónicos y protagonizan grescas callejeras a diario.