¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

16 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Kosiner injuria a El Tribuno porque quiere tapar la realidad

Viernes, 31 de mayo de 2013 13:21

El diputado Pablo Kosiner, de fluctuantes convicciones y solamente fiel a la caja, agravió ayer a El Tribuno y a cada uno de los que trabajamos en este diario tratando de quedar bien con el gobernador, Juan Manuel Urtubey, quien se muestra desencajado en estos días porque es público y notorio que con sus amigos usan como si fueran propios el helicóptero y el avión provinciales para ir a ver a River, al cumpleaños de Marcelo Astún o para que el hermano Rodolfo pueda participar de los festivales donde hace campaña.
Kosiner no quedó demasiado bien, a pesar de sus esfuerzos, ya que su celo obsecuente reconoció que el gobernador no está haciendo nada en materia de lucha contra el narcotráfico. “Urtubey va a involucrar a Salta en la lucha contra el narcotráfico aunque nos cueste la responsabilidad como jurisdicción”.
Dos observaciones: Urtubey dijo que El Tribuno lo ataca por su lucha contra la droga. Kosiner dice que esa lucha va a empezar. Además, pone en duda que le corresponda a la Provincia ocuparse de la droga; una duda que en reiteradas oportunidades, incluso en la apertura del año parlamentario, insinuó el gobernador.
Lo cual explicaría, entonces, por qué no hace nada.
El diputado afirmó: “El diario de propiedad del ex gobernador es vocero de la estrategia defensiva de los narcotraficantes que han sido detenidos por la misma policía en Güemes, con el secuestro de más de 50 kilos de cocaína; de esta manera, toda esta estrategia de defensa de los delincuentes parece que es la verdad que el diario instala todos los días, instalando solo su versión”.
Nunca dijo nada semejante durante los once años en que, junto con Urtubey y gran parte del gabinete actual, integraban el gobierno de Romero.
Ante una afirmación de que no resiste el menor archivo, porque es un invento para salvar las propias culpas, podría pensarse que Kosiner está también perturbado.
Pero no: él repite una cantinela con dos años de antigüedad.
El 25 de mayo de 2011, Kosiner, entonces ministro de Gobierno, Seguridad y Derechos Humanos, fue uno de los responsables políticos del escándalo protagonizado por dos narcopolicías, Gabriel Giménez y Carlos Gallardo, que pertenecían al núcleo duro de la fuerza a cargo de Kosiner.
El operativo incluyó la detención de dos hermanos de Giménez, uno de los cuales denunció haber sido torturado en presencia del secretario del Seguridad, Aldo Saravia.
Los narcopolicías no fueron detenidos por la Brigada de Investigaciones, sino por la policía rural y en ninguno de los dos vehículos se encontró droga. Al día siguiente, se incorporó al expediente una bolsa con 52 kilos de cocaína, que aseguran haber encontrado en las inmediaciones del lugar del operativo. Giménez escapó y Gallardo quedó detenido.
Cuando El Tribuno publicó la denuncia de torturas formulada por Carlos Giménez, el Gobierno a coro acusó a este diario de ser el vocero de un narcotraficante.
Sin embargo, el juez federal subrogante Leonardo Julio Bavio consideró que la denuncia era fundada y procesó a los policías Cristian Ramón Segura Salazar y Walter José Bejarano. La denuncia involucraba también en los apremios ilegales al entonces secretario Saravia y al titular de Drogas Peligrosas y actual jefe de Policía, Marcelo Lami, pero su vinculación fue desestimada.
Además, los policías aseguran que la droga fue “plantada” y que ellos, en realidad, llevaban 876.000 pesos, que desaparecieron en el operativo. ¿Hubiera sido imposible que eso ocurriera?. En toda esta historia, es difícil creerle a ninguno.
Giménez denunció -con un video que Bavio desestimó- que funcionarios del gobierno de Urtubey lo habían contratado para hacer espionaje político.
Detrás de este escándalo se ocultan una serie de intrigas en el seno de la policía de Urtubey y Kosiner.
A pesar de la gravedad institucional del hecho, que involucra a un gobierno que ya transitaba por su cuarto año, Kosiner, al igual que Urtubey, Manuel Godoy y Carlos Parodi, intentaron embadurnar a El Tribuno para tratar de salvarse de semejante desmanejo.
La gestión de los ministros Kosiner, Maximiliano Troyano y Eduardo Sylvester se caracteriza por el crecimiento exponencial del narcotráfico, el consumo de drogas, la narcocriminalidad, el contrabando y la trata de personas.
Frente a eso, la gestión de Juan Manuel Urtubey permitió que se debilitara la presencia de Gendarmería en la frontera, que la radarización sea un cuento del tío y que hasta la DEA haya retirado sus instalaciones.
Nada de lo que publica El Tribuno va en defensa de los narcopolicías. El problema es que Giménez habla, además, de interferencias de teléfonos -él era reconocido como un experto y estaba a punto de incorporarse al CIF - y resulta que la mayoría de los teléfonos de Salta están pinchados.
La filmación de personajes con el curriculum de Alfredo Petrón y Elio Del Frari, como el video que mostró Giménez, no puede ser tranquilizadora para nadie, aunque a Kosiner le parezca una tertulia entre inocentes.
Los narcopolicías, al momento de ser detenidos, trabajaban a las órdenes de Kosiner; esa es la verdad. Como eran sus subordinados también los especialistas en plantar pruebas por encargo, para saldar cuestiones personales o satisfacer la sed de venganza de algún funcionario.
Kosiner ataca a El Tribuno porque él carece de vida propia, de ideología política y de valores éticos. Nada más.
Todo el mundo tiene derecho a cuestionar a un diario, pero al menos debe mostrar pruebas serias.
Lo demás es palabrerío.
La realidad que Kosiner conoce y reconoce es que ni Urtubey combate el narcotráfico ni El Tribuno se mete en actividades criminales. Ambas cosas son verificables en la realidad. Kosiner y el coro de acusadores mienten a conciencia para tratar de alimentar un mito y de evitar el naufragio.
 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El diputado Pablo Kosiner, de fluctuantes convicciones y solamente fiel a la caja, agravió ayer a El Tribuno y a cada uno de los que trabajamos en este diario tratando de quedar bien con el gobernador, Juan Manuel Urtubey, quien se muestra desencajado en estos días porque es público y notorio que con sus amigos usan como si fueran propios el helicóptero y el avión provinciales para ir a ver a River, al cumpleaños de Marcelo Astún o para que el hermano Rodolfo pueda participar de los festivales donde hace campaña.
Kosiner no quedó demasiado bien, a pesar de sus esfuerzos, ya que su celo obsecuente reconoció que el gobernador no está haciendo nada en materia de lucha contra el narcotráfico. “Urtubey va a involucrar a Salta en la lucha contra el narcotráfico aunque nos cueste la responsabilidad como jurisdicción”.
Dos observaciones: Urtubey dijo que El Tribuno lo ataca por su lucha contra la droga. Kosiner dice que esa lucha va a empezar. Además, pone en duda que le corresponda a la Provincia ocuparse de la droga; una duda que en reiteradas oportunidades, incluso en la apertura del año parlamentario, insinuó el gobernador.
Lo cual explicaría, entonces, por qué no hace nada.
El diputado afirmó: “El diario de propiedad del ex gobernador es vocero de la estrategia defensiva de los narcotraficantes que han sido detenidos por la misma policía en Güemes, con el secuestro de más de 50 kilos de cocaína; de esta manera, toda esta estrategia de defensa de los delincuentes parece que es la verdad que el diario instala todos los días, instalando solo su versión”.
Nunca dijo nada semejante durante los once años en que, junto con Urtubey y gran parte del gabinete actual, integraban el gobierno de Romero.
Ante una afirmación de que no resiste el menor archivo, porque es un invento para salvar las propias culpas, podría pensarse que Kosiner está también perturbado.
Pero no: él repite una cantinela con dos años de antigüedad.
El 25 de mayo de 2011, Kosiner, entonces ministro de Gobierno, Seguridad y Derechos Humanos, fue uno de los responsables políticos del escándalo protagonizado por dos narcopolicías, Gabriel Giménez y Carlos Gallardo, que pertenecían al núcleo duro de la fuerza a cargo de Kosiner.
El operativo incluyó la detención de dos hermanos de Giménez, uno de los cuales denunció haber sido torturado en presencia del secretario del Seguridad, Aldo Saravia.
Los narcopolicías no fueron detenidos por la Brigada de Investigaciones, sino por la policía rural y en ninguno de los dos vehículos se encontró droga. Al día siguiente, se incorporó al expediente una bolsa con 52 kilos de cocaína, que aseguran haber encontrado en las inmediaciones del lugar del operativo. Giménez escapó y Gallardo quedó detenido.
Cuando El Tribuno publicó la denuncia de torturas formulada por Carlos Giménez, el Gobierno a coro acusó a este diario de ser el vocero de un narcotraficante.
Sin embargo, el juez federal subrogante Leonardo Julio Bavio consideró que la denuncia era fundada y procesó a los policías Cristian Ramón Segura Salazar y Walter José Bejarano. La denuncia involucraba también en los apremios ilegales al entonces secretario Saravia y al titular de Drogas Peligrosas y actual jefe de Policía, Marcelo Lami, pero su vinculación fue desestimada.
Además, los policías aseguran que la droga fue “plantada” y que ellos, en realidad, llevaban 876.000 pesos, que desaparecieron en el operativo. ¿Hubiera sido imposible que eso ocurriera?. En toda esta historia, es difícil creerle a ninguno.
Giménez denunció -con un video que Bavio desestimó- que funcionarios del gobierno de Urtubey lo habían contratado para hacer espionaje político.
Detrás de este escándalo se ocultan una serie de intrigas en el seno de la policía de Urtubey y Kosiner.
A pesar de la gravedad institucional del hecho, que involucra a un gobierno que ya transitaba por su cuarto año, Kosiner, al igual que Urtubey, Manuel Godoy y Carlos Parodi, intentaron embadurnar a El Tribuno para tratar de salvarse de semejante desmanejo.
La gestión de los ministros Kosiner, Maximiliano Troyano y Eduardo Sylvester se caracteriza por el crecimiento exponencial del narcotráfico, el consumo de drogas, la narcocriminalidad, el contrabando y la trata de personas.
Frente a eso, la gestión de Juan Manuel Urtubey permitió que se debilitara la presencia de Gendarmería en la frontera, que la radarización sea un cuento del tío y que hasta la DEA haya retirado sus instalaciones.
Nada de lo que publica El Tribuno va en defensa de los narcopolicías. El problema es que Giménez habla, además, de interferencias de teléfonos -él era reconocido como un experto y estaba a punto de incorporarse al CIF - y resulta que la mayoría de los teléfonos de Salta están pinchados.
La filmación de personajes con el curriculum de Alfredo Petrón y Elio Del Frari, como el video que mostró Giménez, no puede ser tranquilizadora para nadie, aunque a Kosiner le parezca una tertulia entre inocentes.
Los narcopolicías, al momento de ser detenidos, trabajaban a las órdenes de Kosiner; esa es la verdad. Como eran sus subordinados también los especialistas en plantar pruebas por encargo, para saldar cuestiones personales o satisfacer la sed de venganza de algún funcionario.
Kosiner ataca a El Tribuno porque él carece de vida propia, de ideología política y de valores éticos. Nada más.
Todo el mundo tiene derecho a cuestionar a un diario, pero al menos debe mostrar pruebas serias.
Lo demás es palabrerío.
La realidad que Kosiner conoce y reconoce es que ni Urtubey combate el narcotráfico ni El Tribuno se mete en actividades criminales. Ambas cosas son verificables en la realidad. Kosiner y el coro de acusadores mienten a conciencia para tratar de alimentar un mito y de evitar el naufragio.
 

Temas de la nota

PUBLICIDAD