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Claves del despertar ?indignado? brasileño

Domingo, 23 de junio de 2013 04:22

Las protestas iniciadas en Brasil el martes de la semana pasada por el aumento del precio del transporte convirtieron lo que arrancó como una manifestación puntual en un importante movimiento de indignación contra los poderes públicos del país, pero ¿por qué el pueblo brasileño ha salido a la calle? Entre las causas, podemos señalar:

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Las protestas iniciadas en Brasil el martes de la semana pasada por el aumento del precio del transporte convirtieron lo que arrancó como una manifestación puntual en un importante movimiento de indignación contra los poderes públicos del país, pero ¿por qué el pueblo brasileño ha salido a la calle? Entre las causas, podemos señalar:

La suba del transporte como detonante. Los transportes públicos ya eran caros en relación con los sueldos (el mínimo es de 237 euros en Brasil) y la suba de veinte céntimos que se quiso implementar, de la que finalmente se desistió, fue la gota que desató las protestas.

Una inflación insostenible. La vivienda, los electrodomésticos, las compras en el súper, se están convirtiendo en bienes cada vez más prohibitivos para las clases populares brasileñas debido a un aumento de los precios que ahoga la capacidad adquisitiva. Según los índices del mes de mayo, en los doce meses anteriores la inflación acumulada fue del 6,49%. A esto se suma la desaceleración económica (del 7,5% en 2010 cayó al 0,9% de 2012) que ha frenado la creación de empleos.

Megaeventos en vez de servicios públicos. Pese a que la inversión en sanidad y educación han crecido en los últimos años, los manifestantes le reprochan a las autoridades que se hayan preocupado más de gastar dinero público en recintos deportivos (para el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016) en lugar de en servicios públicos. Los estadios más caros de la Copa Confederaciones, en Brasilia y Río de Janeiro, han costado 1.200 y 1.000 millones de reales.

“Dilma, tú estabas aquí”. Los manifestantes no han escatimado ataques a la presidenta Dilma Rousseff, a la que han recordado su pasado guerrillero y militante. Cada vez son más los que consideran que el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) se ha burocratizado y ha perdido la esencia de base con la que se formó para modernizar la izquierda. La reacción de la jefa de Estado a las manifestaciones ha sido la de respetarlas por el hecho de que salgan a la calle, lo cual demuestra, según ella, que existe “una democracia más fuerte” en el país. Como si el mensaje no fuera dirigido a ella...

Corrupción: además del alejamiento de las bases, el partido del gobierno y sus aliados (como otros de la oposición) ha acumulado episodios de corrupción en los últimos años, resumidos en el gran juicio al escándalo del mensalÆo, en el que 25 personas (entre ellos altos cargos del gobierno de Lula) fueron condenadas por desvío de dinero público. En el gobierno de Dilma, siete ministros fueron destituidos tras ser relacionados con casos de corrupción.

Brutalidad policial: la excesiva represión policial a una protesta más bien pacífica el pasado jueves encendió más la llama de la indignación. El uso de balas de goma acabó con decenas de heridos y en internet se hablaba de emboscadas y cargas indiscriminadas contra personas ajenas a las protestas. El propio alcalde de San Pablo reconoció los excesos de la Policía, lo que provocó que más gente se echara a las calles. La impotencia para frenar los actos vandálicos aislados en el centro de Río de Janeiro llevó a algunos agentes a disparar con armas de fuego. La Policía Militar carga con una fama de corrupta y violenta debido a los miles de muertos que se cobra anualmente, a tal punto que la ONU, que ya ha recomendado en numerosas ocasiones su desmilitarización, pidió ayer que se investiguen los excesos.

La consolidación de la clase media y de las redes sociales: la salida de 19,3 millones de personas de la pobreza o la entrada de unos 35 millones a la heterogénea clase media brasileña (que pasó del 38% en 2002 al 53% en 2012) ha permitido que gran parte de la población entienda sus derechos y exija un servicio público de calidad. La reducción del analfabetismo, el crecimiento del número de estudiantes universitarios y en general una mejoría en la educación (pese a sus grandes deficiencias) han ayudado a la concientización global de masas anteriormente menos informadas. El uso de Internet también ha facilitado el acceso a la información. El 48% de la población tenía acceso a la red en 2011, frente a un 27% en 2007. Además, las redes sociales han ayudado en los últimos años a cohesionar las protestas.

 

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