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Un bebé nació en las vías de un tren, tras ser arrollada su madre

Martes, 04 de junio de 2013 08:37

A comienzos de 1959, Salta fue escenario de uno de los hecho más extraordinarios que se recuerden. El lunes 16 de febrero de ese año, a las 23.30, un carguero del Ferrocarril Belgrano atropelló a Josefa Soraire, de 25 años, y a su pequeño hijo de 20 meses, a quien llevaba en brazos. La mujer, además, estaba embarazada.

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A comienzos de 1959, Salta fue escenario de uno de los hecho más extraordinarios que se recuerden. El lunes 16 de febrero de ese año, a las 23.30, un carguero del Ferrocarril Belgrano atropelló a Josefa Soraire, de 25 años, y a su pequeño hijo de 20 meses, a quien llevaba en brazos. La mujer, además, estaba embarazada.

El accidente ocurrió a la altura del kilómetro 1.083/200, en Joaquín V. González. Tras la colisión, la formación procedente de Resistencia, Chaco, se detuvo. Personal ferroviario recorrió inmediatamente el lugar y comprobó que tanto Josefa como el niño habían sufrido una muerte instantánea. A un costado de las vías yacían sus cuerpos destrozados. En ese preciso momento, los trabajadores fueron testigos de un verdadero milagro. La mujer, que estaba embarazada de ocho meses, había dado a la luz a una niña que hacía oír su llanto desesperado.

Es que el vientre de la joven, tras el impacto, había quedado protegido en un pequeño hueco ubicado entre dos durmientes. El shock de la feroz embestida indujo el parto y, en medio del dolor, Genoveva, como bautizaron después a la niña, sobrevivió.

De forma increíble la vida surgió de en medio de tanta muerte. Solo el vientre de Josefa y el bebé que llevaba adentro sobrevivieron a la destrucción.

Genoveva, a 54 años de aquel día, aseguró que el hecho de que ella hoy esté viva “es la prueba más fehaciente de que Dios existe”.

 

Madre, esposa y docente

Genoveva Castro de Peyrot se desempeñó como maestra jardinera por más de dos décadas. Vive junto a su marido y a sus tres hijos en Joaquín V. González. Actualmente es la bibliotecaria del Colegio Secundario 5.098 y auxiliar de dirección en la escuela 4.059 Martín Fierro.

A pesar del paso del tiempo, aún sigue tratando de reconstruir su pasado. La mujer recordó que desde muy pequeña sus abuelos le contaron la historia una y otra vez. “Mi mamá se arrojó a las vías con mi hermanito en brazos. El maquinista pasó con el tren completo, de 18 vagones, por encima de los cuerpos. Tras el accidente, los obreros se bajaron y revisaron la formación. Pensaron que se trataba de un animal, pero luego encontraron restos de mi madre y mi hermano dispersos por el lugar. Fue grande su sorpresa cuando me escucharon llorar”, contó Genoveva.

Relató, además: “Nací en un hueco, entre dos durmientes que habían dejado unos obreros del ferrocarril que realizaban tareas de limpieza en el lugar, donde las vías estaban destapadas. Con una tijera cortaron el cordón umbilical, me envolvieron y me trasladaron a una sala de primeros auxilios de Joaquín V. González”.

La beba fue llevada al Hospital de Niños de Tucumán, donde permaneció internada durante tres meses recuperándose de una fractura expuesta en una de sus piernas.

Fue criada por su abuela Berta Trinidad Miranda y su tía Alba Ramona Castro. “Ellas me cuidaron cuando perdí a mi madre. Les debo la vida”, dijo Genoveva, quien recordó que cuando era niña solía contar su historia como un “cuentito”.

Una historia de lucha

Cuando la pequeña nacida en las vías comenzó a transitar la adolescencia tomó conciencia la tragedia y sufrió profundamente la ausencia de su madre. “De mi papá no supe mucho, lo vi en mi comunión y cuando cumplí 15 años. El hizo su vida lejos de mí”, contó.
Hasta los 27 años vivió en Tucumán. En 1986, con la finalidad de tramitar la incorporación de los datos de su madre en el acta de nacimiento, cosa que no consiguió hasta la fecha, regresó a Joaquín V. González, donde decidió afincarse definitivamente.

  • “A pesar de todo lo que me tocó vivir, siento que Dios está cerca mío y me da fuerzas para seguir adelante. Solo estamos de paso en la vida”, aseguró Genoveva.

“Para mí la vida es un milagro”

A Genoveva le toca hoy estar al frente de una familia. Su principal preocupación es la de educar a sus tres hijos, dos varones de 20 y 18 años, y una mujer de 16. Se sacrifica para que nos les falte nada.

“Dios me dio la oportunidad de vivir y la responsabilidad de criar a mis hijos. Ellos valoran muchísimo el que hoy estemos juntos”, dijo Genoveva a El Tribuno.

Agregó que su principal preocupación es que se formen. "Como docente también quiero transmitir a todos los jóvenes el valor de la vida. Muchas veces es algo que no valoramos cotidianamente, pero que para algunos, como es mi caso constituye un verdadero milagro”, resaltó Genoveva.

La noticia

 

La noticia sobre un trágico accidente en proximidades de la estación de trenes El Quebrachal sorprendió a los salteños y se hizo pública la mañana del jueves 19 de febrero de 1959.

Las crónicas periodísticas daban cuenta del hecho:

“A las 23.30 del día 16, a la altura del kilómetro 1.083/200, un carguero procedente de Resistencia (Chaco), con destino a Joaquín V. González, atropelló a Josefa Soraire, argentina, de 25 años, y a su pequeño hijo de tan sólo un año y ocho meses”, relataba la noticia.

Sobre el hecho Genoveva dice que su madre tomó esa decisión en épocas en las que en las familias no había mucho diálogo. "Se sintió sola y abandonada por su pareja. Creyó que nada valía la pena. Quisiera trasmitirle a la gente, que hay mucho por qué vivir, que es necesaria la comunicación en el seno de los hogares, todo lo demás tiene solución”, concluyó la mujer, protagonista del milagro.

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