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Una travesía alucinante a bordo del ?coca móvil?

Viernes, 07 de junio de 2013 21:09

“Coma coca. ­Hace bien y es legal!”, dice en letras verdes, grandes, muy visibles, en la parte trasera del “coca móvil” que lleva a Manuel Seminario por toda Latinoamérica. El recorre paciente muchísimos pueblos de distintos países. Y tiene una misión: hablar de las propiedades nutricionales de la hoja de coca. Está convencido de que alimentarse con productos que tienen coca en su composición es muy saludable y quiere impulsar algunos cambios de conductas en los hábitos alimentarios de la gente. También quiere derribar prejuicios: “La coca no es droga”, repite con insistencia.

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“Coma coca. ­Hace bien y es legal!”, dice en letras verdes, grandes, muy visibles, en la parte trasera del “coca móvil” que lleva a Manuel Seminario por toda Latinoamérica. El recorre paciente muchísimos pueblos de distintos países. Y tiene una misión: hablar de las propiedades nutricionales de la hoja de coca. Está convencido de que alimentarse con productos que tienen coca en su composición es muy saludable y quiere impulsar algunos cambios de conductas en los hábitos alimentarios de la gente. También quiere derribar prejuicios: “La coca no es droga”, repite con insistencia.

Manuel tiene 56 años, es vegetariano y hace 12 que descubrió los beneficios de este vegetal. “Está puesta en la naturaleza, la Pachamama nos la brinda y nada que ella nos dé puede hacernos daño. Nadie ha muerto por consumir hojas de coca”, decía Manuel el jueves, en una charla que dio en la escuela Joaquín Castellanos, organizada por el Club del Cocinero, en el marco del 6§ Congreso Andino de Gastronomía que se realizará próximamente en Salta.

“La coca es un energizante, un "quitaflojera' natural. El mundo está cansado. Es algo a lo que yo le digo fatiga crónica universal. La gente está mal alimentada, tiene mucho trabajo, hay estrés, agitación, un estilo de vida acelerada... La coca puede ayudarlos”, dice Manuel.

Y es que la coca también es un alimento, con valores energéticos elevados. Conocer ese dato es fundamental para incorporarla a la vida cotidiana. Se hace harina de coca. Y con harina, todos lo saben, se puede hacer muchas comidas y muy ricas.

Manuel tiene su propia producción y el “coca móvil”, entonces, es también una tienda rodante, como él dice. Vende harina, barritas nutritivas, galletas, galletones, caramelos. ­Todo de coca! Esta travesía comenzó en 2011. Ese año comenzó a recorrer Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia. Ahora permanecerá un tiempo en Argentina y luego seguirá por Chile, Uruguay, Brasil y Paraguay, hasta regresar a Perú. En enero se va a Canadá para poder decir realmente que recorrió todo el Abya Yala (nombre dado al continente americano por el pueblo Kuna de Panamá y Colombia antes de la llegada de Cristóbal Colón y los europeos).

“He comprometido mi vida a esto. Yo no podría hacer lo que hago si no fuera por la coca. Estoy muy agradecido con la hoja de coca porque me permite realizar un sueño, ir sembrando semillas de coca, hacer que la gente la consuma y, a partir de ahí, dar las muestras de lo mucho que mejora la salud de quienes consumen coca”, resume Manuel Seminario y recuerda que en una oportunidad, en Colombia, lo llevaron preso por llevar coca en su camioneta. Dice que gracias a un acontecimiento fortuito pudo salir, aunque nunca entendió por qué le tocó vivir esa insólita experiencia.

Xibil Bravo, también peruana, acompaña a Manuel, pero hace cerca de un año conoció Salta y decidió quedarse un tiempo en “La Linda”. Vive en nuestra provincia y trabaja, actualmente, en la ardua tarea de ultimar los detalles de un restaurante que inaugurará en pleno centro, para seguir popularizando los alimentos con coca. Xibil, muy risueña, dice que encontró en Salta muchas conexiones con su Perú natal. “Me asombra la cantidad de gente que consume coca en Salta, diría que se consume más que en Cuzco”, dijo. “Cuando veo a una persona con el acullico me alegro porque pienso que esa persona va a estar sana. Lo reconozco como a un hermano”, agregó Manuel.

Las hojas de coca han sido cultivadas en Sudamérica desde el período precolombino. Las primeras crónicas que las describen datan del siglo XVI, cuando los primeros colonizadores españoles llegaron a los Andes. Por entonces, la coca tenía status sagrado para los incas que la usaban para ofrendas religiosas, bodas y funerales.

Cuestiones de ley

En Salta la ley 23.737 sancionada y promulgada en septiembre de 1989 despenalizó el consumo de hojas de coca. Es el único caso en la historia de las drogas en que el uso consuetudinario revocó una prohibición internacional al respecto. Sin embargo, aunque se despenalizó el consumo, el comercio sigue aún hasta hoy prohibido, dejando un espacio gris donde crece lo ilegal.

Hasta que la Argentina se sumó a la Convención Unica de Estupefacientes de la ONU de 1961, el ingreso de la hoja era legal. Aun así, el resto de la población de la Argentina desconoce su consumo tradicional en el NOA y por lo tanto sus representantes internacionales no prestaron un apoyo directo a la iniciativa de Bolivia, el segundo productor mundial de la hoja.

Si la ONU acepta revocar su prohibición, el status y el comercio de la hoja, deberá reverse en Salta y en el resto de las provincias del NOA donde existe su consumo.

Producto con historia

Hasta ante de la llegada de los españoles a América la coca era un producto propio de los incas. Ellos controlaban estrictamente su cultivo, que tenía un carácter sagrado.

La usaban para ofrendas religiosas, bodas, funerales, sanaciones y el huaraca, un ritual de iniciación de los jóvenes nobles. Este patrón de consumo y producción de coca, sin embargo, se vio afectado por la conquista y colonización española.

Una pequeña industria  para producir en casa

Manuel coloca una bolsa de coca de descarte sobre la mesa, en la que ya hay un molino de maíz y un tamizador, mejor si es de metal, que tamiza más finamente. Agarra un grupo de hojas y las coloca en la parte superior del artefacto.

Así se hace la harina de coca, la que puede producirse en casa.

En pocos minutos, Manuel les mostró a todos los alumnos de la escuela Joaquín Castellanos que asistieron a su disertación, lo sencillo que es elaborar este producto. Propuso que cada uno tenga su propia industria, en casa.

El proceso

manuel explicó que hay que ir empujando las hojas con las manos, sin miedo. Lo primero que se obtiene tiene el aspecto y la textura del orégano, pero hay que seguir moliendo, hasta que quede como harina.

En la medida en que la hoja esté seca va a ser más fácil la molienda. Si la hoja no está muy seca va a ser más difícil esta tarea.

Manuel dice que en los mercados venden las hojas de descarte, a precios mucho más accesibles que las hojas que se utilizan para coquear. Si no, otra alternativa: hablar con los vecinos, padres o personas que coqueen para que les guarden las hojitas que se les van secando. “Esas que todo el mundo bota cuando ya no está fresca”, aconsejó. “Después pueden retribuirles el gesto a esas personas con galletitas de harina de coca. ¿Díganme quién no les va a guardar hojas secas si después ustedes le llevan un regalito así?”, agregó Xibil Bravo.

“­Que todo el mundo conozca los distintos modos de consumir coca!”, dice con énfasis Manuel. Está muy convencido de que mejora la salud de las personas. “Cuando nos duele el estómago, ¿qué hacemos? Vamos a la farmacia y nos compramos una pastilla para que se nos quite el malestar. Entonces nos acostumbramos a que podemos comer cualquier cosa, total después nos tomamos una pastilla y listo. Debemos escuchar los mensajes de nuestro cuerpo. No hay más sabiduría que en la naturaleza misma”, concluyó.

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