Ciertos espaldarazos que nos da la vida exigen un nuevo fundamento de nosotros mismos. Como cuando una ausencia se nos vuelve intolerable y el propio dolor de súbito se transforma en un andar rápido y con tanto impulso que, entre un paso y el siguiente, ambos pies quedan por un momento suspendidos en el aire. María de los Angeles Musumeci no es maratonista, pero corre. Corre llevando en su mente y en su corazón el sufrimiento y la esperanza de noventa niños con leucemia.
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Ciertos espaldarazos que nos da la vida exigen un nuevo fundamento de nosotros mismos. Como cuando una ausencia se nos vuelve intolerable y el propio dolor de súbito se transforma en un andar rápido y con tanto impulso que, entre un paso y el siguiente, ambos pies quedan por un momento suspendidos en el aire. María de los Angeles Musumeci no es maratonista, pero corre. Corre llevando en su mente y en su corazón el sufrimiento y la esperanza de noventa niños con leucemia.
El antes y después de esta tucumana de 50 años está marcado por la partida de Fabricio Zóttola, su sobrino, quien padecía hepatomegalia poliquistósica. El joven murió a los 34 años, en septiembre de 2011, luego de haber recibido un trasplante de hígado tardío que fue la última estampa de una existencia a la que tanto buscó aferrarse. María supo entonces que algo debía quedar de aquellas decenas de tucumanos que unieron sus manos alrededor de la plaza Independencia, pidiendo que más gente se sumara a la donación de órganos, cuando Fabrizio esperaba un milagro. Y la embargó una férrea convicción por aquellas incontables personas que habían ofrecido sus plegarias más estremecidas por la salud de su sobrino.
“Entendí que era una lucha por la vida misma y me propuse de ahí en más acompañar a los príncipes y princesas que había conocido con una realidad muy dura como la leucemia. Así nació Espera por la Vida”, cuenta. Este era el proyecto que María sintió que se debía. “Decidí -sin ser atleta- comenzar a correr con el propósito de concientizar a las personas sobre la importancia de la donación de sangre y de registrarse como donantes de médula ósea”, define. El 20 de noviembre de 2011 corrió una maratón por primera vez en Santiago de Chile y luego su mensaje se replicó en 16 provincias argentinas -como Santa Fe, Córdoba, La Pampa, Chaco y Tucumán- y seis países más. Actualmente esta organización -que fundó y preside- tiene personería jurídica en trámite y unos 8.400 miembros. María cuenta que Juan Pablo Juárez, un trasplantado de médula ósea “que vivió para contarla” la ayudó a entrenarse para correr su primera maratón. Y mirando hacia atrás no puede dejar de agradecer a Puedes UNT, que la asesoró para darle a su obra un marco institucional. Tampoco al Voluntariado de Jóvenes Espera por la Vida ni a los maratonistas campeones y solidarios que la acompañan en la emisión de su consigna.
Su misión la llevó a Salta
Su itinerario la traerá este sábado a nuestra ciudad. Aquí se realizará la V Maratón y Caminata Espera por la Vida, a la que se sumará el subcampeón de atletismo de Argentina Gustavo Roberto Monges. Quienes deseen participar podrán inscribirse gratuitamente a partir de las 8.30 en la parroquia San Pedro Apóstol (Dr. Huergo 850, Villa Primavera). Solo deberán llevar un alimento no perecedero para donar a los comedores dependientes de las parroquias y vicarías por donde pasará el circuito. La largada se pautó a las 10, desde la parroquia. El derrotero de María continuará el 20 de este mes en Añatuya (Santiago del Estero) y el 27 en Tostado (Santa Fe).
Dos grandes enemigos
Los llamados a ejecutar obras que superan lo común suelen confrontar con dos ingentes enemigos: la ignorancia y la indiferencia. Al primero María lo combate difundiendo que la donación de médula ósea no implica riesgo alguno ni intervención quirúrgica. Ya pelear contra el segundo le implica caer a veces en la desesperanza. “Siento impotencia y dolor cuando hay miradas indiferentes, porque apuntan a las personas que represento. Todos pensamos que nunca nos va a pasar hasta que nos toca. ¿Entonces, por qué esperar ese momento?”, dice, y en su voz de inflexiones profundas estas palabras generan respeto. A pesar de que el estado de ánimo de María presente factibles los milagros, expresa que “hay realidades muy duras con las que me tocó vivir: la pérdida física de varios integrantes que no resistieron esta enfermedad o no tuvieron su donante compatible”.
“Donante es el nombre que reciben los ángeles en la tierra”, propone un cartel que se destaca entre la multitud que acudió a la Maratón María Pía (18/12/2011). Este mensaje fue captado en una foto de María, retratada cuando llega a la meta. Ahí vemos a la tucumana solidaria, su emoción transformada en lágrimas, dichosamente inconsciente de estar predeterminada por sus padres a convocar ángeles.