En su última actividad antes de retornar a Roma, el papa Francisco dirigió un duro discurso al comité de coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), formado por 45 obispos de América Latina, en el que señaló que “los obispos deben conducir el rebaño, que no es lo mismo que mandonear”, y tienen que ser pastores austeros y sencillos.
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En su última actividad antes de retornar a Roma, el papa Francisco dirigió un duro discurso al comité de coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), formado por 45 obispos de América Latina, en el que señaló que “los obispos deben conducir el rebaño, que no es lo mismo que mandonear”, y tienen que ser pastores austeros y sencillos.
El Papa se refirió a la Misión Continental, el documento surgido de la V Reunión del Celam, celebrada en Aparecida (Brasil) en 2007, donde se trazaron las líneas a seguir por la Iglesia Latinoamericana para encarar el siglo XXI. Refiriéndose a los obispos, el Santo Padre dijo que los prelados deben ser pastores cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos, “hombres que amen la pobreza”. “Tienen que ser hombres que no tengan "psicología de príncipes', que no sean ambiciosos, capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza”, dijo.
Señaló también que la Iglesia es institución, pero cuando se erige en “centro” acaba transformándose en una ONG, se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su necesidad de ser misionera. “De "institución' se transforma en "obra'. Deja de ser esposa (de Cristo); de servidora se transforma en "controladora' de la fe”, señaló.
Aparecida, prosiguió, quiere una Iglesia esposa, madre, servidora, que facilite la fe y no que sea “una controladora de la fe”.
“Cristo está preparando una nueva primavera”
En su mensaje de despedida de Brasil, el papa Francisco afirmó que Cristo “está preparando una nueva primavera en todo el mundo” y saludó con un “hasta pronto, ya muy nostálgico”.
“Yo seguiré alimentando una esperanza inmensa en los jóvenes de Brasil y del mundo entero: por medio de ellos, Cristo está preparando una nueva primavera en todo el mundo”, dijo en su mensaje de despedida en el aeropuerto internacional Galeao, desde donde partió de regreso al Vaticano.