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Alfredo Zecca: “Buscamos a Dios, aun estando equivocados”

Lunes, 12 de agosto de 2013 04:39

Usted escribió un libro sobre el Concilio Vaticano II, y si bien el tema está muy en boga, creo que no hay una lectura profunda, por lo menos desde los medios, de cuáles son sus fundamentos...

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Usted escribió un libro sobre el Concilio Vaticano II, y si bien el tema está muy en boga, creo que no hay una lectura profunda, por lo menos desde los medios, de cuáles son sus fundamentos...

No solo desde los medios, yo diría que también de miembros de la Iglesia, de muchos agentes de Pastoral y hasta de los mismos sacerdotes.

El papa Benedicto en diciembre de 2005 tuvo un encuentro con la Curia y pronunció un discurso muy importante que tenía como título: “Por una correcta hermenéutica. El Concilio Vaticano II puede ser una gran fuente de renovación para la Iglesia”. Y allí él opone dos tipos de hermenéutica: una a la que él llama de la discontinuidad y de la ruptura, que parte la Iglesia en una Iglesia preconciliar y en otra posconciliar, y otra que él llama la hermenéutica de la continuidad en los principios y las adaptaciones a las situaciones concretas. Como diciendo: “Bueno, los principios del sujeto Iglesia son los mismos, ¿qué ha cambiado? Ha cambiado el mundo”. Hay cosas que hay que adaptarlas, pero ya no se puede hablar de una Iglesia partida. El dice que hay que darle importancia a la interpretación del Concilio, y acá hay algo que tiene que ver con los medios: ha prevalecido la lectura de los medios por encima de la lectura teológica. ¿Qué ha quedado en el imaginario? Lo que los medios han dicho del Concilio, no el Concilio.

¿Eso generó problemas en la aplicación del Concilio?

Sí, porque uno mira tanto a Juan Pablo II como a Benedicto XVI y el problema no está en el Concilio sino en la lectura. El Papa cuando abrió el Año de la Fe dijo que las guías son el Catecismo y el Concilio. Hay que volver a leerlo e interpretarlo bien, y eso nos va a ayudar muchísimo en la renovación de la Iglesia y Francisco está, a su modo, insistiendo en eso.

“Francisco I presenta la Iglesia como la luz que ilumina el camino de la vida. Y quien tiene camino tiene meta”.

Quiere una Iglesia abierta, misionera, que vaya a las periferias, que dialogue con todos...

Sí y el Concilio en el fondo pretendió eso. Por eso creo que Francisco es un hombre del Concilio Vaticano II.

Pero no podemos esperar de él grandes avances a nivel doctrinal. De nuevo la palabra renovación malinterpretada...

Sí. Me parece que le estamos poniendo sobre los hombros cosas que luego le vamos a reprochar sin ningún derecho. Creo que va a salir a misionar para toda la Iglesia, pero me da la impresión de que las renovaciones son sociológicas y no existenciales, es decir, periferia significa ir al que está desvinculado de la Iglesia, al que no escuchó el mensaje, al que a lo mejor escuchó y se escandalizó. En definitiva, ir a buscar a los que nunca vienen.

La vez pasada leí un artículo bastante inteligente -creo que era del diario El País- que advertía sobre el peligro de la idolatrización del papa Francisco, que no hablaba mal sobre el Papa sino, todo lo contrario, advertía sobre que estamos volcando sobre este Papa expectativas que tal vez no va a poder cumplir, que hemos generado nosotros y en el fondo no responden a lo que él tiene. Veo que en lo esencial el Papa es un hombre del Concilio Vaticano II que va a seguir las líneas abiertas por Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, el mismo papa Benedicto XVI. Sí vamos a encontrar cambios en el estilo. Es un hombre mucho más espontáneo; pero si uno espera cambios espectaculares a nivel doctrinal no creo que los haya. Por ejemplo, el sacerdocio femenino es una puerta cerrada por Juan Pablo II.

Se le pide a la Iglesia que se adapte a los tiempos, ¿pero qué pasa si estos tiempos nos han hecho perder el rumbo?

Hoy ni siquiera las cosas elementales del derecho natural se respetan, lo cual es gravísimo porque lo único que puede asegurar una convivencia pacífica, sea a nivel de naciones, sea a nivel de la globalización, es el respeto irrestricto por la ley natural. No podemos fundarnos en un derecho revelado porque si no el que no comparte mi credo yo no lo acepto, mientras que la ley natural es algo que uno puede descubrir por la razón.

Esta adhesión que recibió el Papa durante la Jornada Mundial de la Juventud ¿no está marcando que la gente está lejos de renunciar a la búsqueda de Dios?

En el hombre siempre hay una sed de infinito insaciada. Como dijo San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti. Nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Ti”. El único que puede sanar la sed del hombre es Dios. Mientras tanto, siempre lo estaremos buscando, aunque sea por un camino equivocado. Somos libres para muchas cosas, pero nunca estaremos exentos de la búsqueda de la felicidad. Y el que busca la felicidad está en el fondo buscando a Dios, está buscando respuestas últimas. Es interesante que el papa Francisco presente la Iglesia como la luz de la fe que ilumina el camino de la vida. Y el que tiene camino tiene meta.

 

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