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GUILLERMO ALTARES, Analista internacional de El País de Madrid
Otros desastres similares
Egipto, que ha vivido la peor matanza de civiles en una sola jornada en Oriente Próximo en décadas, no es el único ejemplo de desastre. Siria se encuentra sumida en una guerra civil en la que los terroristas adscritos a Al Qaeda tienen cada vez mayor protagonismo y en la que ya han muerto 100.000 personas; Libia se aleja poco a poco de un Estado organizado para instalarse en el caos de las milicias; en Bahrein las protestas han sido aplastadas y en las férreas monarquías del Golfo no se sabe nada de reformas serias, que puedan cambiar el sistema. Al Qaeda se ha instalado cómodamente en amplias zonas de Yemen, mientras los dos países en los que se han producido intervenciones internacionales se encuentran sumidos en la violencia sectaria (Irak) o en una incierta transición en la que cualquier futuro pasa por un pacto con los talibanes (Afganistán).
En el país en el que empezó la primavera árabe, Túnez, las cosas parecían más fáciles, por su pequeño tamaño, pero tampoco fue así.
Incautan armas, municiones, molotov y mapas
Las autoridades egipcias se han incautado en las últimas horas de 69 armas de fuego, 10 granadas y 75 cócteles molotov durante varias operaciones de registro en El Cairo. También han decomisado chalecos antibala y 9.794 municiones de distinto calibre.
Además, los efectivos de seguridad detuvieron anoche a 6 hombres en la plaza de Mustafa Mahmud, donde los islamistas han llevado a cabo protestas en los últimos días, con 90 cócteles molotov. Por su parte, la televisión estatal apuntó que las autoridades de seguridad arrestaron a un ingeniero dentro de una mezquita del barrio cairota de Imbaba, con mapas detallados de las comisarías de la capital.
Ha fallado todo y en todos lados
Los partidos islamistas estaban más preparados para ganar elecciones porque tenían más dinero y mejor organización, pero han demostrado una mezcla de torpeza y autoritarismo una vez instalados en el poder. En el caso egipcio, además, ha quedado demostrado una vez más que expulsar a los militares del poder no es nunca fácil.
Y también que los golpes de Estado son lo que son y siempre acaban desatando la violencia y la represión, por mucho que Occidente intente mirar hacia otro lado. La guerra civil que estalló en Argelia después de que un golpe evitase la llegada de un Gobierno islamista es un ejemplo demasiado cercano (1992) como para que los gobiernos occidentales no lo tengan presente. En la primavera árabe están fallando demasiadas cosas como para no empezar a preocuparse. Si no, pasarán de la primavera al más oscuro invierno sin ver jamás el verano.