En esto de andar retrocediendo en el tiempo me encuentro con Juan Recchiuto, un integrante del grupo Los Esquineros, que se juntan en el Bochín club, y del cual supo ser integrante Tombolito. Juan y su hermano Alfredo, en sus tiempos de changos audaces y emprendedores, tenían un taller de carrocería en la calle San Luis 853, entre Ituzaingó y Pellegrini, allá por la década del 50. El apego al trabajo y el amor a la profesión los llevó un día a una locura, construir el primer auto último modelo ?made in? Salta.
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En esto de andar retrocediendo en el tiempo me encuentro con Juan Recchiuto, un integrante del grupo Los Esquineros, que se juntan en el Bochín club, y del cual supo ser integrante Tombolito. Juan y su hermano Alfredo, en sus tiempos de changos audaces y emprendedores, tenían un taller de carrocería en la calle San Luis 853, entre Ituzaingó y Pellegrini, allá por la década del 50. El apego al trabajo y el amor a la profesión los llevó un día a una locura, construir el primer auto último modelo ?made in? Salta.
El motor era un Chevrolet 1928, cuatro cilindros y totalmente reformado de acuerdo a los últimos adelantos de la técnica moderna de esos momentos: lubricación forzada, cruce de válvulas, cigüeñal contrapesado, carburador descendente, bomba de nafta, etc. A la criatura le pusieron la marca AJR, las iniciales de nombre y apellidos de Alfredo y Juan Recchiuto. Llevaba la inscripción de Salta en ambas puertas. En el taller de los hermanos Recchiuto se fabricó íntegramente la carrocería en chapa, chasis, elásticos, suspensión delantera y trasera, aros de faros, tren delantero, funda metálica para la rueda de auxilio, baguetas cromadas y ambos paragolpes. En la tapicería recibieron la colaboración del señor Lorenzo Alvarez y en el cromado la del señor Walter Mayer. El campeón mundial Juan Manuel Fangio visitó la ciudad de San Salvador de Jujuy el 22 de noviembre de 1958. En la oportunidad subió y saludó al público desde el auto que fabricaron los salteños. Muchas veces las utopías se convierten en realidad, como esta hermosa historia. ?¿Churo, no??, diría don César.