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Un espectáculo que conjugue música y filosofía es, por lo menos inusual. Tal vez cuando todo encaja demasiado, aunque suene bien, algo se deja afuera. La palabra correcta o el acorde justo nos dejan tranquilos, pero en el desencaje florece lo creativo.
Justamente, lo que antecede es la presentación de lo que se anticipa interesante por original y por las capacidades de sus ejecutores: “Desencajados: filosofía + música”, que mañana a las 22 se presentará en El Teatrino (12 de Octubre y Alvear).
Algunas de las canciones del rock nacional se ven invadidas por textos filosóficos que continúan ese camino artístico de apertura. Pero también algunas de las temáticas filosóficas de nuestro ser contemporáneo se ven atravesadas por la música más emblemática de nuestra historia e identidad. Spinetta, Charly García y Fito Páez dialogando con Platón, Nietzsche y Derridá. La filosofía está a cargo de Darío Sztajnszrajber, conductor del programa “Mentira la verdad”, y la música a cargo de Lucrecia Pinto en voz, Guillermo Martel en guitarra, Lucas Wilders en percusión y Juan Finger en bajo.
En diálogo exclusivo con El Tribuno, Sztajnszrajber, brindó detalles de un espectáculo innovador que se despide de los escenarios tras un año de éxito.
¿Cómo surgió la idea de este espectáculo que traza ilaciones entre Fito Páez, Charly García y Spinetta con Platón, Nietzsche y Derridá?
No se trata de pensar a los músicos entre sí o a la filosofía entre sí, si no en el cruce que la filosofía y la música pueden ir generando de acuerdo a ciertos temas. El origen de este espectáculo tiene que ver con un corte temático, está dividido en escenas y en cada una tratamos temas existenciales: el amor, el otro, el tiempo, lo real, la pregunta. Vamos a la filosofía y a la música para buscar algunos creadores que nos ayuden tanto a pensar como a vivenciar estas temáticas existenciales. Entre Nietzsche, Platón y Derridá podés encontrar más o menos relación, pero nosotros estamos utilizando a los filósofos en lo que, encontramos, puede ser una conversación extraña. Es una conversación entre dos géneros diferentes, pero conversación al fin, entre lo que dice un pensador y lo que una canción nos está proponiendo.
Antes de tu formación como filósofo ¿la música te desencajaba ante la vida? ¿por eso esta propuesta?
Algo de eso hay. Es muy fuerte el “por eso”. Si hay que buscarle un “por eso”, lo encuentro más en este camino de estos últimos años de tratar de pensar cómo la filosofía puede salirse de sus lugares tradicionales y puede relacionarse con otros géneros con los que, a priori, existe algún tipo de afinidad. Las canciones que nosotros elegimos tienen algún tipo de invocación existencial. Cuando Charly en “Desarma y sangra”, que es un tema de Serú Girán, dice: “no existe una escuela que enseñe a vivir” a nosotros se nos disparan un montón de reflexiones. Cuando Spinetta en “Barro tal vez” dice: “si quiero me toco el alma”, plantea uno de los problemas más cruciales de la filosofía: cómo se relacionan el cuerpo y el alma. Fito Páez, con “DLG” replantea su relación con Dios. Divididos con “¿Qué ves?”, donde aparece ese famoso sintagma: “cuando la mentira es la verdad” que nos permite desarrollar esa idea desde el discurso filosófico.
¿Cómo trabajan con la filosofía en escena?
Obviamente no se trata de filosofía en un sentido erudito. Se trata de que la filosofía nos ayude a pensar estos temas y a generar una experiencia estética. Nunca nos olvidamos de que es un espectáculo. Es un lugar donde la gente va a disfrutar, a angustiarse, a abrir la cabeza, a sentir cosas. En ese sentido, creemos que la filosofía tiene mucho más que ver con el arte que con un discurso científico.
Sos un filósofo mediático ¿has recibido críticas desde el mundo académico?
Si he tenido críticas, nadie me las dijo ni las he leído todavía. Eso no significa que no las haya habido. También es cierto que trabajo en el mundo de la academia, pero no hago investigación académica en sentido estricto, sino que mi trabajo siempre fue en la docencia y, de alguna manera, “Desencajados”, como espectáculo y “Mentira la verdad”, el programa que hago en Canal Encuentro, son formas de la docencia. Cuando me preguntan cuál es tu profesión, digo “docente”. Me parece que esta exposición mediática no deja de ser una forma de hacer docencia. Y, aunque tenga muchas apariciones en los medios, siempre lo hago tratando de llevar a la filosofía a una compresión mayor de la ciudadanía porque entiendo que si la filosofía no sirve para transformar la realidad, no sirve para nada.