Cuando Carlitos Padilla tuvo la idea del certamen de canto, nadie imaginaba un desenlace como este. Y mucho menos él.
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Cuando Carlitos Padilla tuvo la idea del certamen de canto, nadie imaginaba un desenlace como este. Y mucho menos él.
Por ahí andaba el “Pelao”, dele soltar duendes azules desde una guitarra, cuando la imagen le llegó como un rayo; inesperado, impensado.
Así, la intención quedó plasmada inicialmente en el débil trazo de la memoria: promocionar un concurso de canto “on line” a través de las plataformas digitales, con la idea de sumar tráfico a la página de El Tribuno.
Hay que decir que el nombre del certamen fue providencial. Estaba ahí, a mano como esperando que alguien lo recuerde. Vino solo. O solo vino. “En cada esquina un cantor” estaba en las “calles del amanecer” o en las “guitarras con su diapasón” como alguna vez lo explicaron Horacio Aguirre y Hugo Alarcón.
Lo adoptamos y fue como si la letra de esa zamba convocara desde lejos, casi desde el olvido, al reencuentro de familiares, parientes, amigos y vecinos. Todo lo demás fue un sumar de sorpresas y emociones hasta que el éxito coronó las jornadas de canto, desde la plataforma digital hasta la esencia palpable de un escenario, sueño inconcluso de tanto arte anónimo. El Tribuno fue sólo el medio para aproximar ese sueño.
Una vez lanzado el certamen y en pocas semanas, más de 200 videos habían subido a la cuenta de el diario en Youtube, desde distintos lugares de Salta y provincias vecinas.
Se preseleccionaron 48 competidores y fueron 19 los finalistas.
Algunos se llevaron un premio por sus cualidades musicales, pero todos fueron los ganadores y protagonistas de un evento que promete continuar. Todos triunfaron. Triunfó la amistad, la familia y los amigos. Triunfó la salteñidad porque como dijeron Aguirre y Alarcón “Tierra querida, prenda de Dios, mejor no hay lo digo yo. Así es mi Salta señor. Así es mi Salta señor, y en cada esquina un cantor”.