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Ladrón “crucificado”, quedó sano y salvo pero ridiculizado

Sabado, 24 de mayo de 2014 01:56

La Policía de Córdoba, por el momento, solo investiga y conjetura qué le pasó al pobre santafesino, Víctor Robledo. Nadie lo imaginó. De pronto el joven de 27 años que posee antecedentes penales por robo en su provincia, apareció crucificado en la ciudad de San Francisco (Córdoba), pero lleno de vida y lo suficientemente lúcido para contar su padecimiento a una fiscal, al país y al mundo. Además de hablar con muchos canales y llevar su inédito sufrimiento a la CNN, la legendaria televisión en todas las lenguas posibles.

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La Policía de Córdoba, por el momento, solo investiga y conjetura qué le pasó al pobre santafesino, Víctor Robledo. Nadie lo imaginó. De pronto el joven de 27 años que posee antecedentes penales por robo en su provincia, apareció crucificado en la ciudad de San Francisco (Córdoba), pero lleno de vida y lo suficientemente lúcido para contar su padecimiento a una fiscal, al país y al mundo. Además de hablar con muchos canales y llevar su inédito sufrimiento a la CNN, la legendaria televisión en todas las lenguas posibles.

 Los detectives cordoboses no saben si fue una broma macabra o si la misma policía de la apacible y pequeña ciudad de Frontera (con 11.000 habitantes) trató de lincharlo o, si un grupo de vecinos -a la moda- pergenió justicia por manos propias.
Para ridiculizarlo y atemorizarlo, con calculado patetismo en la agroindustrial San Francisco, ciudad que lo encontró hecho un Cristo, a Víctor le colgaron un cartel: “No robarás”. Ese mensaje induce a pensar en un escarmiento pero será difícil con el método empleado. Aún le rige el constitucional principio de inocencia. San Francisco tiene 61.000 almas, todas talladas en la convivencia con sus vecinos santafesinos de Frontera, del rico departamento de Castellanos. Los autores de la crucifixión echaron por tierra esa paz vecinal con los cordobeses para escandalizarlos. Así decidieron “linchar” a Robledo en otra ciudad apacible para vivir. Parece que no les resultó incómodo. Frontera está separada por una calle con San Francisco y de allí su nombre limítrofe. 
Los impunes eligieron la oscuridad de la madrugada del jueves pasado de una calle céntrica de San Francisco. Lo apretaron a una cruz de palo para colgarlo con cintas de embalar en todo el cuerpo y amarraron como momia a un madero que recuerda el calvario. No querían cometer un homicidio, le dejaron dos respiraderos libres: boca y nariz. 

 

Lo que escuchó Leonor, la fiscal

Víctor Robledo pudo contar su cuento trágico a la fiscal cordobesa del caso, Leonor Faillá. Su entorno judicial comentó que está azorada por la insólita aparición del crucificado en la esquina que suele transitar con frecuencia. Víctor en su testimonio aseguró que es la policía de Frontera la que lo detuvo antes de su odisea. La funcionaria le creyó, y no. Leonor no descarta ninguna hipótesis, así le enseñaron sus maestros de criminalística científica, a escudriñar bien una odisea como esta.

V"citor, único testigo del delito denunció ante la Justicia de Córdoba que “entre 4 y 5 policías de Santa Fe lo golpearon ferozmente y luego lo ataron con cinta en una madera”.

Cuando le sacaron la foto pericial, tenía la cabeza envuelta con cinta de embalar transparente. Sus manos y pies estaban fuertemente atados a maderas en forma de cruz y con el cartel que alude al “no saqueo” de la propiedad privada.

Tras ser rescatado, Robledo fue derivado al hospital de San Francisco. Los médicos constataron que no presentaba ningún tipo de lesión. Indudablemente tuvo alguna suerte para sortear el linchamiento social, que fue de verdad o en chiste.

Hay un detalle criminalístico: si Robledo está ileso físicamente ¿por qué declaró que fue “golpeado ferozmente” por policías de Frontera. Su relato insistió en que los policías malos lo arrestaron y después lo sometieron al tormento del jueves no santo para él. Lo afirmó convencido en su primera explicación ante la patrulla de la Policía cordobesa que lo rescató por un llamado anónimo .

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