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Durante el invierno, es muy habitual que las personas suban entre tres a cinco kilos, ya que muchas veces se cree que durante esta época del año se necesitan consumir más calorías.
La nutricionista Francisca Vallejos contradijo esta afirmación y explicó que durante los meses de mayor frío es fundamental la alimentación, ya que la costumbre de ingerir más calorías, unida a la creencia de que así mantendremos la temperatura corporal, es errónea y produce que las personas descuiden la dieta y aumenten de peso.
En este sentido, uno de los primeros mitos que hay que derribar es la creencia que el metabolismo cambia con el frío. Así lo explicó Vallejos: “El metabolismo regula la temperatura corporal, pero solo en lugares de temperaturas extremas y durante periodos prolongados el metabolismo cambia. Esta costumbre de ingerir más calorías, unida muchas veces a la creencia de que mantendremos la temperatura corporal, es errónea y provoca que descuidemos nuestra dieta y subamos de peso”.
El segundo mito es que en invierno se necesitan consumir más calorías. La especialista explicó que ello “más bien es un acto reflejo, porque al comer nuestro metabolismo genera calor y eso crea la necesidad de consumir más alimentos cuando baja la temperatura. Pero la recomendación calórica para la población general es la misma, esto es, si una mujer requiere 1800 kcal/día y un hombre 2500 kcal/día, esta recomendación se mantiene invierno y verano.
Bajón anímico
Asimismo, existe la creencia de que el frío provoca mayor apetito o sensación de hambre. Al respecto, Francisca Vallejos señala que “la sensación de mayor apetito que pudiese experimentarse en invierno no tiene causas fisiológicas, pero sí se puede generar que la falta de luz, la ausencia de sol, nos cambie el estado de ánimo, nos deprima y eso produzca ansiedad por comer. Lo importante es elegir alimentos no muy calóricos”.
Efectivamente, de acuerdo con las investigaciones de Ira Ockene, cardiólogo de la Universidad de Massachusetts Medical School, el Trastorno Afectivo Estacional es un padecimiento relacionado con la depresión y cambios conductuales a causa de ausencia de luz y el acortamiento de los días durante el invierno. Esto influye en los hábitos alimenticios de las personas, desencadenando un mayor consumo de dulces y comidas con almidón.
En cuanto a la actividad física, en general, con los días fríos, existe la tendencia a hacer menos ejercicio. Si a ello se suma una mayor ingesta de alimentos, claramente esto provocará aumento del peso.
1. Aprovechar las sopas.
2. Consumir más legumbres.
3. Consumir carnes de pollo, pavo o vacuno sin grasa, dos veces a la semana.
4. Comer guisos de verduras.
5. Pescados: dos veces por semana y huevos, de dos a tres veces por semana.
6. No dejar pasar más de cuatro horas entre cada comida.
7. Hidratarse bien.