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Urtubey dice que se queda, pero apunta a las grandes ligas | Panorama salteño

Domingo, 14 de junio de 2015 00:30
Dos definiciones políticas del gobernador Juan Manuel Urtubey marcaron el escenario electoral nacional e involucraron directamente a la provincia en el proceso que lleva a las elecciones presidenciales de octubre.
La primera fue el apoyo explícito de Urtubey a la candidatura de Daniel Scioli ; la segunda, la desmentida de las especulaciones que lo posicionaban como el candidato a vicepresidente del gobernador bonaerense. Sus palabras durante el aniversario de Tartagal, ayer, parecieran haber puesto punto final a las versiones, promovidas incluso desde su entorno más próximo, sobre un acompañamiento en la fórmula presidencial, la que debe quedar resuelta hasta el próximo sábado según lo señala el calendario de elecciones.
Que Urtubey es uno de los dos preferidos de Scioli, junto con el entrerriano Sergio Urribarri, no es una versión, sino una certeza. De allí que sea posible materializar la candidatura hay más de un paso.
Ambas definiciones electorales surgieron en un lapso de tiempo en el que la incertidumbre llegó hasta los rincones más ocultos de la política en general y del kirchnerismo en particular; nadie, salvo Urtubey, se animó a anotarse en un apoyo irrestricto a una fómula. El gobernador bonaerense necesita el apoyo de sus pares del Noa y el Nea para asegurarse la victoria interna ante Florencio Randazzo y el de todos los mandatarios peronistas para poner vallas a la cada vez más intensa presión del kirchnerismo, que intenta ponerle límites. Scioli sabe que, en esas condiciones sería muy difícil ganar la elección, pero que si gana, le será imposible gobernar. El va a consensuar nombres con Cristina, pero no está dispuesto -dicen los suyos- a aceptar cualquier cosa.
"Conociendo el espíritu puro del kirchnerismo y su lógica de amigo enemigo, las posiciones que puedan adoptar los gobernadores será crucial."
Con muestras de apoyo del PJ, daría la impresión que Scioli busca ganar más espacio entre los peronistas ortodoxos y los "anti K". Mientras tanto Cristina sigue manejando la agenda y controlando el poder en el Gobierno y en los apéndices políticos que conforman el Frente para la Victoria. Mientras circulaban los rumores de la candidatura de Urtubey, recrudecieron las presiones para que Máximo Kirchner, un desconociddo absoluto pero hijo de un matrimonio de alto liderazgo, sea candidato. Muchos especulan también con que, faltando una semana para la definición de las candidaturas, la presidenta ya no oculta su intención de inclinar la balanza a favor de Randazzo, lo cual decantaría en una interna con resultados insospechados. Mejor dicho, con resultados que todos los encuestadores señalan como catastróficos. Por eso el peronismo apunta a bajarlo al ministro del Interior a la gobernación bonaerense. Y, además, Cristina no es ingenua ni suicida.
Conociendo el espíritu más puro del kirchnerismo y su lógica de amigo o enemigo, las posiciones que puedan adoptar los gobernadores oficialistas en esta etapa será crucial para el futuro de las provincias en el próximo gobierno nacional. Es ese el motivo de la cautela y la falta de respuestas a la convocatoria de Urtubey para un alineamiento sin vacilaciones.
Urtubey está muy metido en la campaña; sigue de campaña. Cuenta con la ventaja del oxígeno que le dio su triunfo en la provincia y recorre el país de un extremo a otro ponderando la figura de Scioli.
Su aporte de votos salteños es insignificante, pero el gobernador salteño presta su nombre, su imagen y su reciente triunfo para apalancar la figura del bonaerense. Estuvo en Santa Fe y Tierra del Fuego y antes en Mendoza y Catamarca, donde hizo explícito su apoyo a una candidatura. Sabe que es el momento de jugar más fichas y consolidar su imagen en el contexto nacional. Tiempo es lo que le sobra.
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Dos definiciones políticas del gobernador Juan Manuel Urtubey marcaron el escenario electoral nacional e involucraron directamente a la provincia en el proceso que lleva a las elecciones presidenciales de octubre.
La primera fue el apoyo explícito de Urtubey a la candidatura de Daniel Scioli ; la segunda, la desmentida de las especulaciones que lo posicionaban como el candidato a vicepresidente del gobernador bonaerense. Sus palabras durante el aniversario de Tartagal, ayer, parecieran haber puesto punto final a las versiones, promovidas incluso desde su entorno más próximo, sobre un acompañamiento en la fórmula presidencial, la que debe quedar resuelta hasta el próximo sábado según lo señala el calendario de elecciones.
Que Urtubey es uno de los dos preferidos de Scioli, junto con el entrerriano Sergio Urribarri, no es una versión, sino una certeza. De allí que sea posible materializar la candidatura hay más de un paso.
Ambas definiciones electorales surgieron en un lapso de tiempo en el que la incertidumbre llegó hasta los rincones más ocultos de la política en general y del kirchnerismo en particular; nadie, salvo Urtubey, se animó a anotarse en un apoyo irrestricto a una fómula. El gobernador bonaerense necesita el apoyo de sus pares del Noa y el Nea para asegurarse la victoria interna ante Florencio Randazzo y el de todos los mandatarios peronistas para poner vallas a la cada vez más intensa presión del kirchnerismo, que intenta ponerle límites. Scioli sabe que, en esas condiciones sería muy difícil ganar la elección, pero que si gana, le será imposible gobernar. El va a consensuar nombres con Cristina, pero no está dispuesto -dicen los suyos- a aceptar cualquier cosa.
"Conociendo el espíritu puro del kirchnerismo y su lógica de amigo enemigo, las posiciones que puedan adoptar los gobernadores será crucial."
Con muestras de apoyo del PJ, daría la impresión que Scioli busca ganar más espacio entre los peronistas ortodoxos y los "anti K". Mientras tanto Cristina sigue manejando la agenda y controlando el poder en el Gobierno y en los apéndices políticos que conforman el Frente para la Victoria. Mientras circulaban los rumores de la candidatura de Urtubey, recrudecieron las presiones para que Máximo Kirchner, un desconociddo absoluto pero hijo de un matrimonio de alto liderazgo, sea candidato. Muchos especulan también con que, faltando una semana para la definición de las candidaturas, la presidenta ya no oculta su intención de inclinar la balanza a favor de Randazzo, lo cual decantaría en una interna con resultados insospechados. Mejor dicho, con resultados que todos los encuestadores señalan como catastróficos. Por eso el peronismo apunta a bajarlo al ministro del Interior a la gobernación bonaerense. Y, además, Cristina no es ingenua ni suicida.
Conociendo el espíritu más puro del kirchnerismo y su lógica de amigo o enemigo, las posiciones que puedan adoptar los gobernadores oficialistas en esta etapa será crucial para el futuro de las provincias en el próximo gobierno nacional. Es ese el motivo de la cautela y la falta de respuestas a la convocatoria de Urtubey para un alineamiento sin vacilaciones.
Urtubey está muy metido en la campaña; sigue de campaña. Cuenta con la ventaja del oxígeno que le dio su triunfo en la provincia y recorre el país de un extremo a otro ponderando la figura de Scioli.
Su aporte de votos salteños es insignificante, pero el gobernador salteño presta su nombre, su imagen y su reciente triunfo para apalancar la figura del bonaerense. Estuvo en Santa Fe y Tierra del Fuego y antes en Mendoza y Catamarca, donde hizo explícito su apoyo a una candidatura. Sabe que es el momento de jugar más fichas y consolidar su imagen en el contexto nacional. Tiempo es lo que le sobra.

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