La primera fue el apoyo explícito de Urtubey a la candidatura de Daniel Scioli ; la segunda, la desmentida de las especulaciones que lo posicionaban como el candidato a vicepresidente del gobernador bonaerense. Sus palabras durante el aniversario de Tartagal, ayer, parecieran haber puesto punto final a las versiones, promovidas incluso desde su entorno más próximo, sobre un acompañamiento en la fórmula presidencial, la que debe quedar resuelta hasta el próximo sábado según lo señala el calendario de elecciones.
Que Urtubey es uno de los dos preferidos de Scioli, junto con el entrerriano Sergio Urribarri, no es una versión, sino una certeza. De allí que sea posible materializar la candidatura hay más de un paso.
Ambas definiciones electorales surgieron en un lapso de tiempo en el que la incertidumbre llegó hasta los rincones más ocultos de la política en general y del kirchnerismo en particular; nadie, salvo Urtubey, se animó a anotarse en un apoyo irrestricto a una fómula. El gobernador bonaerense necesita el apoyo de sus pares del Noa y el Nea para asegurarse la victoria interna ante Florencio Randazzo y el de todos los mandatarios peronistas para poner vallas a la cada vez más intensa presión del kirchnerismo, que intenta ponerle límites. Scioli sabe que, en esas condiciones sería muy difícil ganar la elección, pero que si gana, le será imposible gobernar. El va a consensuar nombres con Cristina, pero no está dispuesto -dicen los suyos- a aceptar cualquier cosa.
Conociendo el espíritu más puro del kirchnerismo y su lógica de amigo o enemigo, las posiciones que puedan adoptar los gobernadores oficialistas en esta etapa será crucial para el futuro de las provincias en el próximo gobierno nacional. Es ese el motivo de la cautela y la falta de respuestas a la convocatoria de Urtubey para un alineamiento sin vacilaciones.
Urtubey está muy metido en la campaña; sigue de campaña. Cuenta con la ventaja del oxígeno que le dio su triunfo en la provincia y recorre el país de un extremo a otro ponderando la figura de Scioli.
Su aporte de votos salteños es insignificante, pero el gobernador salteño presta su nombre, su imagen y su reciente triunfo para apalancar la figura del bonaerense. Estuvo en Santa Fe y Tierra del Fuego y antes en Mendoza y Catamarca, donde hizo explícito su apoyo a una candidatura. Sabe que es el momento de jugar más fichas y consolidar su imagen en el contexto nacional. Tiempo es lo que le sobra.
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La primera fue el apoyo explícito de Urtubey a la candidatura de Daniel Scioli ; la segunda, la desmentida de las especulaciones que lo posicionaban como el candidato a vicepresidente del gobernador bonaerense. Sus palabras durante el aniversario de Tartagal, ayer, parecieran haber puesto punto final a las versiones, promovidas incluso desde su entorno más próximo, sobre un acompañamiento en la fórmula presidencial, la que debe quedar resuelta hasta el próximo sábado según lo señala el calendario de elecciones.
Que Urtubey es uno de los dos preferidos de Scioli, junto con el entrerriano Sergio Urribarri, no es una versión, sino una certeza. De allí que sea posible materializar la candidatura hay más de un paso.
Ambas definiciones electorales surgieron en un lapso de tiempo en el que la incertidumbre llegó hasta los rincones más ocultos de la política en general y del kirchnerismo en particular; nadie, salvo Urtubey, se animó a anotarse en un apoyo irrestricto a una fómula. El gobernador bonaerense necesita el apoyo de sus pares del Noa y el Nea para asegurarse la victoria interna ante Florencio Randazzo y el de todos los mandatarios peronistas para poner vallas a la cada vez más intensa presión del kirchnerismo, que intenta ponerle límites. Scioli sabe que, en esas condiciones sería muy difícil ganar la elección, pero que si gana, le será imposible gobernar. El va a consensuar nombres con Cristina, pero no está dispuesto -dicen los suyos- a aceptar cualquier cosa.
Conociendo el espíritu más puro del kirchnerismo y su lógica de amigo o enemigo, las posiciones que puedan adoptar los gobernadores oficialistas en esta etapa será crucial para el futuro de las provincias en el próximo gobierno nacional. Es ese el motivo de la cautela y la falta de respuestas a la convocatoria de Urtubey para un alineamiento sin vacilaciones.
Urtubey está muy metido en la campaña; sigue de campaña. Cuenta con la ventaja del oxígeno que le dio su triunfo en la provincia y recorre el país de un extremo a otro ponderando la figura de Scioli.
Su aporte de votos salteños es insignificante, pero el gobernador salteño presta su nombre, su imagen y su reciente triunfo para apalancar la figura del bonaerense. Estuvo en Santa Fe y Tierra del Fuego y antes en Mendoza y Catamarca, donde hizo explícito su apoyo a una candidatura. Sabe que es el momento de jugar más fichas y consolidar su imagen en el contexto nacional. Tiempo es lo que le sobra.