Carlos Vernazza fue para todos quienes lo conocimos "El Profe". Docente y periodista de alma, esas dos condiciones definieron a este hombre nacido en 1941 en Esperanza, Santa Fe, enamorado de Salta y un verdadero ciudadano del mundo.
Además, y sobre todo, un hombre de bien.
Su trayectoria en El Tribuno se identifica con la etapa de afianzamiento del diario y la consolidación de su perfil como medio comprometido con la libertad, la democracia, los derechos humanos y el desarrollo regional.
Fue periodista especializado en educación, jefe de redacción y subdirector de El Tribuno. Además, creó y dirigió la agencia que funcionó en Buenos Aires durante casi dos décadas. En los años 90 tuvo a su cargo la dirección de la radio AM 840. Si el diario lo cuenta entre las grandes personalidades de su redacción, los periodistas no olvidarán nunca su actitud como educador y mentor.
Trabajando de mozo se había recibido de profesor de Ciencias Sociales. Como docente, llegó a Salta para convertirse en emblemático educador de varias generaciones de alumnos del colegio franciscano Gabriel Tommasini.
Desde 1968 sumó a su actividad docente la tarea periodística, a la que impuso la impronta de su liderazgo, su formación humanística y su cultivada imagen del mundo.
A esas dos pasiones, el periodismo y la educación, Vernazza atribuía su hábito de observar, preguntar, reunir datos, comparar, indagar a su tiempo. Por eso fue un gran viajero, un caminante del mundo, un explorador que visitó 102 países, recorrió los grandes centros turísticos y la periferia de las ciudades. Valoró la grandeza de las naciones, y también sus miserias.
"Quienes brindan la verdadera información son los mozos, los choferes, los comerciantes, los sastres; son lo que se salen de la agenda oficial", solía comentar al describir sus rutinas de viaje, que siempre se plasmaban en notas periodísticas de primer nivel.
Disfrutaba planificando viajes y aconsejando a quienes se aprestaban a viajar. Recordaba detalles de los barrios, las costumbres, los comercios y los transportes de miles de ciudades que había recorrido. Desde el Transiberiano hasta Haití; desde Sudáfrica a Hong Kong.
Esa "cátedra" de docencia, viajes y periodismo aparece en el prólogo de su libro La vida es un viaje. Tanto quienes lo admiran como los periodistas que no lo conocieron deberían tomar en cuenta esa enseñanza, testimonio genuino de la tarea periodística. También escribió "El periodismo, esa pasión".
Durante su última etapa profesional como representante de El Tribuno en la Asociación de Empresas Periodísticas de la Argentina, Adepa, nunca ocultó su preocupación por los avances del Estado sobre la libertad de prensa.
Vernazza hacía un culto del derecho a la libre expresión y a la información, y los asociaba con el rigor profesional como contraparte. Su temperamento amable no le impedía ser exigente al momento de evaluar el trabajo. No admitía el periodismo sin chequeo de fuentes, sin fidelidad a los hechos, sin respeto por el entrevistado y, sobre todo, era inflexible con esa tentación tan frecuente en la cultura mediática, como es el olvido del lector.
Fue un maestro de periodistas porque tenía fuego sagrado, pero además era un hombre culto que combinaba la lectura de Gabriel García Márquez y otros autores contemporáneos con la disciplina de observación, interpretación y contextualización propios de la ciencia social.
Ponderaba el realismo mágico como ficción, en el más extraordinario sentido de la palabra, y como una inspiración sublime para la comprensión del mundo. Lo veía como un aporte valioso para la formación intelectual de un periodista, aunque en su tarea este sepa -como lo sabía Gabo- que lo suyo no es la ficción. El periodismo combinaba, para Vernazza, la dureza de la estadística con la plasticidad de la literatura. Y consistía en escribir la historia a medida que se va desarrollando, en el lenguaje que habla la gente.
Ayer se apagó su vida, en Salta, su tierra elegida. El Profe ya no dará cátedra, pero su trayectoria extraordinaria dentro del periodismo salteño perdurará en la memoria de quienes lo conocieron y, sobre todo, en el profesionalismo que transmitió a los que se formaron a su lado en esta tarea apasionante.
LA OPINION: por Pedro Salcedo
Hoy, una sabiduría ausente
Querido “Profe” Vernazza, te fuiste de gira, y en tu paso por diario El Tribuno dejaste un sello impresionante de sabiduría como jefe de redacción y, por sobre todo, con una humildad increíble como persona.
Un verdadero maestro, un conocedor del mundo con interminables viajes y al cabo de los años enseñaste a muchos periodistas a trabajar con la noticia de la mañana, la tarde y la de último momento, cuando el cierre apuraba y el diario salía a la calle con las mejores noticias, y el lector se nutría con todo lo que pasó en las últimas 24 horas.
Enseñaste a trabajar, a pulir un material y a encararlo con el “sí se puede”.
Con paciencia recorrías todas las secciones, y sabías qué es lo que iba en cada página. Y la mejor noticia se la volcaba en la tapa.
Te fuiste solamente de gira, pero quedaste en el corazón de muchos periodistas, y de gente que trabajó en otras secciones y muchas de ellas hicieron carrera y se superaron en cada puesto de trabajo. Gracias al “Profe” Vernazza, un tipazo como lo marca la ley.
El dolor de Adepa
Adepa lamentó el fallecimiento del profesor Carlos Vernazza, quien además de representar durante varios años al diario El Tribuno en la institución, fue el subdirector del Noticiario de la Prensa Argentina.
El presidente de Adepa, Guillermo Ignacio, le rindió un homenaje: “Gracias a su tarea y compromiso en Adepa tuvimos la dicha de apreciar y disfrutar todos los conocimientos que tenía Vernazza como periodista, historiador, geógrafo e inquieto viajero. Lo recordaremos por siempre con muchísimo afecto y amistad”, señaló.