Lo que sigue es solo la formalidad que impera en situaciones como éstas, pero que dejan una herida de por vida en quienes lo padecen. Pero más aún, en casos similares en que de milagro no se convirtió en una violación más de las tantas que se denuncian. Las víctimas deben padecer luego las miradas acusadoras de quienes hasta llegan a justificar un hecho tan aberrante como es un acto de violencia en su más pura expresión.
Este es el caso de una chica de Embarcación que se salvó de ser violada por un policía, con quien horas antes había compartido una comida junto a un grupo de amigos, huyendo hacia la zona boscosa. Aterrada, en horas de la madrugada, logró llegar hasta la estación de servicios ubicada en la entrada principal de la localidad donde el playero la auxilió y llamó a un remise que la trasladó hacia el hospital de la localidad donde fue asistida por un médico de guardia. Lo indignante de la situación fue que la madre y una hermana del abusador llegaron para exigirle que no formalice la denuncia policial, cuando aguardaba para ser asistida. Pasadas algunas horas, la chica decidió denunciarlo, pero hasta el momento el uniformado no fue detenido.
Intento de violación Según lo denunciado por la joven de 26 años que responde a las iniciales N. R.D, la noche del 26 del corriente fue invitada por una amiga a compartir unas pizzas en una vivienda ubicada en el barrio Virgen de Luján. Allí con varios jóvenes de su edad comieron, tomaron algunas cervezas y cerca de la 1.30 del 27, según relató en su extensa denuncia, "me fui a dormir a una cama en otra habitación porque me sentía muy cansada. Un momento antes llegó (nombró al acusado) con algunas botellas de cervezas. Lo conozco desde la infancia porque ambos somos de Embarcación, pero no somos amigos, sino que él llegó invitado por otra de las personas que estaban en la reunión. Cuando me desperté eran como las cuatro y media de la mañana, por lo que le dije a mis amigos que me iba a mi casa. J. M. G - el policía- se ofreció a llevarme en su camioneta porque me dijo que era peligroso que anduviera sola a esa hora. Si estaba ebrio no me di cuenta porque caminaba y me hablaba con total normalidad, por eso accedí a subir a su camioneta de color gris con rojo", relató.
La chica ante el personal policial sostuvo que "en lugar de dirigirse hacia su vivienda, tomó en dirección hacia la ruta nacional 34. Le pregunté si no se acordaba dónde vivo a lo que me respondió, disculpá un momento porque tengo que ir a buscar unas cosas para ir a tomar el turno. Cuando encaró hacia la ruta y transitamos unos 600 metros en dirección norte, este policía detuvo su marcha y se me abalanzó sin decir ninguna palabra. Le dije que no me tocara y por el contrario comenzó a ponerse violento. Me tomó de un brazo y me dijo que quiera o no íbamos a tener relaciones sexuales".
Para ganar tiempo, la joven le pidió que por favor no le hiciera daño, que hacía pocos días había perdido un embarazo. "Pero él no entendía de razones. Por eso le pedí que me dejara bajar de la camioneta para orinar para poder tener relaciones tranquilas. Me tomó del hombro se bajó por el mismo lado mío y en ningún momento me soltó. Me arrojó con fuerzas sobre el capó de la camioneta y cuando intentó penetrarme, con todas mis fuerzas logré sacármelo de encima y corrí en dirección hacia el monte", relató.
Perturbada, al contar los hechos, recordó: "Me arrojé a los pastizales en medio del monte, al costado de la ruta y no me importó si había alguna alimaña que pudiera picarme; me quedé inmóvil y casi sin respirar cuando vi las luces de la camioneta que circulaba lentamente por la banquina, buscándome. Cuando cruzó salí corriendo y llegué hasta la estación de servicios en el costado de la avenida principal. Allí lo vi al playero y corrí desesperada a pedirle ayuda. Me caí de rodillas, cuando el playero y yo vimos que el policía aparecía en su camioneta pidiéndome que suba al vehículo, desesperada, lloré y le dije el playero que no permitiera que me llevara con él. Al ver mi estado, el policía se fue del lugar".
Familiares del policía
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Lo que sigue es solo la formalidad que impera en situaciones como éstas, pero que dejan una herida de por vida en quienes lo padecen. Pero más aún, en casos similares en que de milagro no se convirtió en una violación más de las tantas que se denuncian. Las víctimas deben padecer luego las miradas acusadoras de quienes hasta llegan a justificar un hecho tan aberrante como es un acto de violencia en su más pura expresión.
Este es el caso de una chica de Embarcación que se salvó de ser violada por un policía, con quien horas antes había compartido una comida junto a un grupo de amigos, huyendo hacia la zona boscosa. Aterrada, en horas de la madrugada, logró llegar hasta la estación de servicios ubicada en la entrada principal de la localidad donde el playero la auxilió y llamó a un remise que la trasladó hacia el hospital de la localidad donde fue asistida por un médico de guardia. Lo indignante de la situación fue que la madre y una hermana del abusador llegaron para exigirle que no formalice la denuncia policial, cuando aguardaba para ser asistida. Pasadas algunas horas, la chica decidió denunciarlo, pero hasta el momento el uniformado no fue detenido.
Intento de violación Según lo denunciado por la joven de 26 años que responde a las iniciales N. R.D, la noche del 26 del corriente fue invitada por una amiga a compartir unas pizzas en una vivienda ubicada en el barrio Virgen de Luján. Allí con varios jóvenes de su edad comieron, tomaron algunas cervezas y cerca de la 1.30 del 27, según relató en su extensa denuncia, "me fui a dormir a una cama en otra habitación porque me sentía muy cansada. Un momento antes llegó (nombró al acusado) con algunas botellas de cervezas. Lo conozco desde la infancia porque ambos somos de Embarcación, pero no somos amigos, sino que él llegó invitado por otra de las personas que estaban en la reunión. Cuando me desperté eran como las cuatro y media de la mañana, por lo que le dije a mis amigos que me iba a mi casa. J. M. G - el policía- se ofreció a llevarme en su camioneta porque me dijo que era peligroso que anduviera sola a esa hora. Si estaba ebrio no me di cuenta porque caminaba y me hablaba con total normalidad, por eso accedí a subir a su camioneta de color gris con rojo", relató.
La chica ante el personal policial sostuvo que "en lugar de dirigirse hacia su vivienda, tomó en dirección hacia la ruta nacional 34. Le pregunté si no se acordaba dónde vivo a lo que me respondió, disculpá un momento porque tengo que ir a buscar unas cosas para ir a tomar el turno. Cuando encaró hacia la ruta y transitamos unos 600 metros en dirección norte, este policía detuvo su marcha y se me abalanzó sin decir ninguna palabra. Le dije que no me tocara y por el contrario comenzó a ponerse violento. Me tomó de un brazo y me dijo que quiera o no íbamos a tener relaciones sexuales".
Para ganar tiempo, la joven le pidió que por favor no le hiciera daño, que hacía pocos días había perdido un embarazo. "Pero él no entendía de razones. Por eso le pedí que me dejara bajar de la camioneta para orinar para poder tener relaciones tranquilas. Me tomó del hombro se bajó por el mismo lado mío y en ningún momento me soltó. Me arrojó con fuerzas sobre el capó de la camioneta y cuando intentó penetrarme, con todas mis fuerzas logré sacármelo de encima y corrí en dirección hacia el monte", relató.
Perturbada, al contar los hechos, recordó: "Me arrojé a los pastizales en medio del monte, al costado de la ruta y no me importó si había alguna alimaña que pudiera picarme; me quedé inmóvil y casi sin respirar cuando vi las luces de la camioneta que circulaba lentamente por la banquina, buscándome. Cuando cruzó salí corriendo y llegué hasta la estación de servicios en el costado de la avenida principal. Allí lo vi al playero y corrí desesperada a pedirle ayuda. Me caí de rodillas, cuando el playero y yo vimos que el policía aparecía en su camioneta pidiéndome que suba al vehículo, desesperada, lloré y le dije el playero que no permitiera que me llevara con él. Al ver mi estado, el policía se fue del lugar".