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16 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Cayó 28% la venta de nafta y gasoil después de la última suba

Martes, 10 de mayo de 2016 01:30
Carlos Gold, titular de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (Cecha), reconoció que el incremento de 10% aplicado en los precios al público impactó en el consumo.
Hay preocupación en el sector después del último aumento, ya que la venta de combustibles cayó 28% entre el 1 y el 5 de mayo, aplicado en naftas y gasoil.
Gold informó además que los propietarios de las estaciones de servicio de la ciudad de Buenos Aires estiman que el valor del metro cúbico de gas natural comprimido más caro también contribuirá a la recesión en el sector.
"Los aumentos anteriores ya generaron un retroceso de ventas de corto plazo, pero luego, con el transcurso del mes, se fue normalizando", alertó Gold. El directivo consideró que "este aumento va a impactar más fuerte que los anteriores", ya que en lo que va del año tuvieron un ajuste del 3%.
No obstante, Gold prefirió ser "cauto", porque la caída en las ventas no significa "una tendencia definitiva".
"Hay que tener en cuenta la incidencia de los consumidores que cargaron antes de la suba y no necesitaron hacerlo entre el 1 y el 5 de mayo porque tenían el tanque lleno", consideró el dirigente.
Según lo autorizado por el Gobierno, los combustibles tuvieron en lo que va del año cuatro ajustes: 10% el último ajuste, al que se sumó en enero un 6%, marzo 6% y abril 6%, acumulando un incremento del 31%.
La crítica
Después del último aumento, que generó críticas de usuarios en redes sociales y en los surtidores, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, admitió que podría haber un nuevo incremento si se vuelve a depreciar el peso o sube el valor del petróleo en el mundo.
El funcionario sostuvo que "el precio de los combustibles depende mucho de cuál es el valor del petróleo", aunque reconoció que no puede "estar pronosticando qué va a ocurrir con algo que tiene variaciones que no dependen de lo que ocurre en la Argentina".
Incluso, Aranguren llegó a pronosticar que "si el consumidor considera que este nivel de precios es alto con relación a otros precios de su economía, dejará de consumir".
La decisión
El Gobierno está dispuesto a comprar todo el gas posible fuera del país,
La decisión será para intentar morigerar los posibles efectos de la crisis energética sobre los hogares, consumidores de gas natural comprimido y empresas en el invierno, la temporada más crítica del año con respecto al suministro de ese insumo.
La planificación de Enarsa, la empresa estatal de energía, así lo indica. La compañía espera recibir más de 40 barcos de GNL (gas natural licuado) entre junio y septiembre próximos en las terminales portuarias de Escobar y Bahía Blanca, para atender las urgencias del invierno.
Es una práctica que comenzó en el gobierno anterior, pero continuará e incluso puede profundizarse en el actual gobierno.
La operación es relativamente compleja: implica comprarle el producto a un comercializador que lo trae de ultramar por barco en estado líquido (Nigeria y Trinidad y Tobago son países habituales vendedores de gas licuado), llega a las costas argentinas, pasa por una terminal de regasificación y se inyecta al sistema de gasoductos en su estado original.
Enarsa ya definió la compra de 25 cargamentos, una operación que hace YPF por cuenta y orden de la compañía.
Algunos de los principales proveedores son la brasileña Petrobras, la rusa Gazprom y la británica BP.
La empresa espera sumar al menos otros 11 barcos. Todos llegarán a las costas argentinas entre el 3 de junio y el 31 de agosto. Luego continuarán las compras, y se espera que superen holgadamente los 40 barcos. Hoy el país paga US$ 6,80 el millón por unidad de medida internacional de gas que llega a Escobar y US$ 5,70 por el que ingresa en Bahía Blanca.

Momento para importar

Los técnicos en comercio exterior del Gobierno consideraron que es un momento oportuno para aumentar las importaciones de combustibles.
La conclusión llegó luego de estudiar que la caída del precio internacional de los hidrocarburos tiene peso para la importación. Sobre todo porque el valor del gas en el mundo es más bajo. En algunos casos, incluso está por debajo de lo que cuesta el insumo de producción local. Además de los canales habituales de importación de gas, el Ministerio de Energía sumó como proveedor a Chile, que también compra gas por barco, pero tiene capacidad para procesar un volumen superior al que necesita. Desde el otro lado de la cordillera de los Andes el gas licuado llegará a US$6,9 el millón de BTU.
El que vende a la Argentina es la compañía Engie, subsidiaria de Suez.
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Carlos Gold, titular de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (Cecha), reconoció que el incremento de 10% aplicado en los precios al público impactó en el consumo.
Hay preocupación en el sector después del último aumento, ya que la venta de combustibles cayó 28% entre el 1 y el 5 de mayo, aplicado en naftas y gasoil.
Gold informó además que los propietarios de las estaciones de servicio de la ciudad de Buenos Aires estiman que el valor del metro cúbico de gas natural comprimido más caro también contribuirá a la recesión en el sector.
"Los aumentos anteriores ya generaron un retroceso de ventas de corto plazo, pero luego, con el transcurso del mes, se fue normalizando", alertó Gold. El directivo consideró que "este aumento va a impactar más fuerte que los anteriores", ya que en lo que va del año tuvieron un ajuste del 3%.
No obstante, Gold prefirió ser "cauto", porque la caída en las ventas no significa "una tendencia definitiva".
"Hay que tener en cuenta la incidencia de los consumidores que cargaron antes de la suba y no necesitaron hacerlo entre el 1 y el 5 de mayo porque tenían el tanque lleno", consideró el dirigente.
Según lo autorizado por el Gobierno, los combustibles tuvieron en lo que va del año cuatro ajustes: 10% el último ajuste, al que se sumó en enero un 6%, marzo 6% y abril 6%, acumulando un incremento del 31%.
La crítica
Después del último aumento, que generó críticas de usuarios en redes sociales y en los surtidores, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, admitió que podría haber un nuevo incremento si se vuelve a depreciar el peso o sube el valor del petróleo en el mundo.
El funcionario sostuvo que "el precio de los combustibles depende mucho de cuál es el valor del petróleo", aunque reconoció que no puede "estar pronosticando qué va a ocurrir con algo que tiene variaciones que no dependen de lo que ocurre en la Argentina".
Incluso, Aranguren llegó a pronosticar que "si el consumidor considera que este nivel de precios es alto con relación a otros precios de su economía, dejará de consumir".
La decisión
El Gobierno está dispuesto a comprar todo el gas posible fuera del país,
La decisión será para intentar morigerar los posibles efectos de la crisis energética sobre los hogares, consumidores de gas natural comprimido y empresas en el invierno, la temporada más crítica del año con respecto al suministro de ese insumo.
La planificación de Enarsa, la empresa estatal de energía, así lo indica. La compañía espera recibir más de 40 barcos de GNL (gas natural licuado) entre junio y septiembre próximos en las terminales portuarias de Escobar y Bahía Blanca, para atender las urgencias del invierno.
Es una práctica que comenzó en el gobierno anterior, pero continuará e incluso puede profundizarse en el actual gobierno.
La operación es relativamente compleja: implica comprarle el producto a un comercializador que lo trae de ultramar por barco en estado líquido (Nigeria y Trinidad y Tobago son países habituales vendedores de gas licuado), llega a las costas argentinas, pasa por una terminal de regasificación y se inyecta al sistema de gasoductos en su estado original.
Enarsa ya definió la compra de 25 cargamentos, una operación que hace YPF por cuenta y orden de la compañía.
Algunos de los principales proveedores son la brasileña Petrobras, la rusa Gazprom y la británica BP.
La empresa espera sumar al menos otros 11 barcos. Todos llegarán a las costas argentinas entre el 3 de junio y el 31 de agosto. Luego continuarán las compras, y se espera que superen holgadamente los 40 barcos. Hoy el país paga US$ 6,80 el millón por unidad de medida internacional de gas que llega a Escobar y US$ 5,70 por el que ingresa en Bahía Blanca.

Momento para importar

Los técnicos en comercio exterior del Gobierno consideraron que es un momento oportuno para aumentar las importaciones de combustibles.
La conclusión llegó luego de estudiar que la caída del precio internacional de los hidrocarburos tiene peso para la importación. Sobre todo porque el valor del gas en el mundo es más bajo. En algunos casos, incluso está por debajo de lo que cuesta el insumo de producción local. Además de los canales habituales de importación de gas, el Ministerio de Energía sumó como proveedor a Chile, que también compra gas por barco, pero tiene capacidad para procesar un volumen superior al que necesita. Desde el otro lado de la cordillera de los Andes el gas licuado llegará a US$6,9 el millón de BTU.
El que vende a la Argentina es la compañía Engie, subsidiaria de Suez.

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