El jueves falleció
Bernardo Biella, destacado empresario del rubro inmobiliario, cuyo nombre se asocia con la historia reciente de la provincia.
Nació en Salta en 1931.
Su padre, Bernardino Biella, fue gobernador entre 1958 y 1961; representaba a la Unión Cívica Radical Intransigente y fue elegido con el 75 por ciento de los votos. Bernardo fue secretario de Gobierno en ese período.
Fue una etapa breve, pero trascendente en la vida del país, que puso en marcha un proyecto de desarrollo humano, económico y social. El gobierno encabezado por Arturo Frondizi sufrió los fuertes condicionamientos que imponían los militares, familiarizados con el golpismo, sumados a la fragilidad del sistema democrático y republicano en la Argentina.
Bernardo cursó sus primeras letras en las escuelas Mariano Cabezón y Benjamín Zorrilla. Hizo el secundario en el Colegio Nacional donde tuvo como profesores a José Vicente Solá, Gustavo "Cuchi" Leguizamón, José María Saravia, Fernando Ramos y Federico Saravia Toledo, entre otras destacadas personalidades. Se graduó como ingeniero industrial en la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Deportista de alma, se destacó como nadador y basquetbolista.
Alejado de la actividad política, tomó a su cargo la Inmobiliaria Biella, fundada por su padre, creó la Cámara Inmobiliaria Salteña junto con varios destacados empresarios del ramo y fue elegido como su primer presidente; en ese entonces también se desempeñó como directivo la Confederación General Empresaria filial Salta (CGE).
Una de sus primeras actividades profesionales fue el periodismo, tarea que desempeñó en El Tribuno, acompañando a su padre quien participaba de la sociedad junto con Jorge Raúl Decavi -otra figura notoria del desarrollismo- y Roberto Romero.
La experiencia política, la formación técnica y la actividad comercial se conjugaron con esa incursión periodística, despertando sus inquietudes filosóficas.
Fue impulsor de la Sociedad Salteña de Filosofía.
Sus reflexiones sobre el universo, su origen y su energía, así como sobre la naturaleza del espíritu humano se plasmaron en dos obras, "La computadora cósmica" y "La espiral del pensamiento".
Creó, además, su propia página digital. Casado con Elsa del Carmen Calvet, tuvo tres hijos: el médico y político Bernardo, y los ingenieros Felipe Guillermo y Juan Martín, continuadores de la empresa Inmobiliaria fundada por su abuelo Bernardino.