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Viajar a Rusia en familia no es una utopía

Un grupo de hermanos y sus parejas viajaron al país que recibirá el próximo Mundial y contaron a El Tribuno detalles a tener en cuenta.
Sabado, 04 de noviembre de 2017 21:36

La espera se hace tediosa. Un grupo de hermanos y sus parejas miran el tablero electrónico del aeropuerto internacional de Foz de Iguazú. El viaje tiene como destino final Atenas y tras una breve parada en la capital de Grecia seguirán el rumbo a Rusia, el país que recibirá al próximo Mundial de fútbol.
Atilio Bravo, Adriana Ferraiuli, María, Adriana y Carlos Frutos son los santafesinos protagonistas de la epopeya llevada a cabo semanas atrás. Adriana Frutos es una de las líderes del núcleo familiar, simplemente por tener mayor experiencia en los viajes al exterior y es quien da los primeros detalles a El Tribuno. Envía una foto y cuenta: “Ahí estamos en la iglesia del Salvador sobre la sangre derramada, es donde mataron al zar Alejandro”. 
El país más grande del mundo en territorio, no es simplemente la sede de un próximo campeonato futbolístico, sino que además es una nación histórica, antes integrante clave en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). 
En San Petesburgo, los santafesinos hacen una de sus paradas más importantes y luego viajan a Moscú, dos de las bases del torneo mundialista.
“El rublo es la moneda rusa y a diferencia de otros sitios de Europa, nos pareció un país bastante económico”, dice Atilio. 
“Tomar una cerveza cuesta alrededor de 27 pesos argentinos y un almuerzo típico, con carne de cordero o pollo, cuesta menos de $200 por persona”. “Nosotros alquilamos un departamento y por los precios indicados, preferíamos comer afuera que cocinarnos”, agrega.
El medio de transporte también los sorprende. “Tomar un taxi es muy común y un viaje largo, de varias horas, puede costar alrededor de $600. Entre varias personas ese costo se hace económico”. 
Hay una sola complicación que le genera un dolor de cabeza, de principio a fin, a cualquier turista que no sepa su lengua: el idioma oficial.
“No hablan inglés y quien no sepa comunicarse en ruso, se hace cuesta arriba. Nosotros íbamos a una terminal o estación con el mapa de destino y nos hacíamos entender, pero era difícil”, explican los integrantes de la familia.
La clave del viaje, sostienen, es cuidar el bolsillo y para ello hay que armar la logística antes de emprender el periplo. Un dato que no debe pasar por alto, según aportaron, es “hacerse miembro de los grupos de Facebook como ‘Europa por la nuestra’ y ‘Europa, allá vamos’, para preguntarle a los viajeros todo tipo de consultas”.
 

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La espera se hace tediosa. Un grupo de hermanos y sus parejas miran el tablero electrónico del aeropuerto internacional de Foz de Iguazú. El viaje tiene como destino final Atenas y tras una breve parada en la capital de Grecia seguirán el rumbo a Rusia, el país que recibirá al próximo Mundial de fútbol.
Atilio Bravo, Adriana Ferraiuli, María, Adriana y Carlos Frutos son los santafesinos protagonistas de la epopeya llevada a cabo semanas atrás. Adriana Frutos es una de las líderes del núcleo familiar, simplemente por tener mayor experiencia en los viajes al exterior y es quien da los primeros detalles a El Tribuno. Envía una foto y cuenta: “Ahí estamos en la iglesia del Salvador sobre la sangre derramada, es donde mataron al zar Alejandro”. 
El país más grande del mundo en territorio, no es simplemente la sede de un próximo campeonato futbolístico, sino que además es una nación histórica, antes integrante clave en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). 
En San Petesburgo, los santafesinos hacen una de sus paradas más importantes y luego viajan a Moscú, dos de las bases del torneo mundialista.
“El rublo es la moneda rusa y a diferencia de otros sitios de Europa, nos pareció un país bastante económico”, dice Atilio. 
“Tomar una cerveza cuesta alrededor de 27 pesos argentinos y un almuerzo típico, con carne de cordero o pollo, cuesta menos de $200 por persona”. “Nosotros alquilamos un departamento y por los precios indicados, preferíamos comer afuera que cocinarnos”, agrega.
El medio de transporte también los sorprende. “Tomar un taxi es muy común y un viaje largo, de varias horas, puede costar alrededor de $600. Entre varias personas ese costo se hace económico”. 
Hay una sola complicación que le genera un dolor de cabeza, de principio a fin, a cualquier turista que no sepa su lengua: el idioma oficial.
“No hablan inglés y quien no sepa comunicarse en ruso, se hace cuesta arriba. Nosotros íbamos a una terminal o estación con el mapa de destino y nos hacíamos entender, pero era difícil”, explican los integrantes de la familia.
La clave del viaje, sostienen, es cuidar el bolsillo y para ello hay que armar la logística antes de emprender el periplo. Un dato que no debe pasar por alto, según aportaron, es “hacerse miembro de los grupos de Facebook como ‘Europa por la nuestra’ y ‘Europa, allá vamos’, para preguntarle a los viajeros todo tipo de consultas”.
 

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