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Las dos caras de los Andes

La historia de un coloso de 9.000 kilómetros, desde Colombia a Tierra del Fuego, que revela la naturaleza dinámica de la corteza terrestre
Lunes, 18 de diciembre de 2017 01:23

La Cordillera de los Andes es uno de los ambientes fisiográficos más espectaculares del planeta Tierra. Está recostada sobre el borde occidental de América del Sur, tiene una dirección general norte-sur y se extiende por casi 9000 km entre Colombia y la Tierra del Fuego. Contiene tres segmentos volcánicos mayores: septentrional (Colombia, Ecuador), central (Perú, Bolivia, Chile, Argentina) y austral (Chile, Argentina).

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La Cordillera de los Andes es uno de los ambientes fisiográficos más espectaculares del planeta Tierra. Está recostada sobre el borde occidental de América del Sur, tiene una dirección general norte-sur y se extiende por casi 9000 km entre Colombia y la Tierra del Fuego. Contiene tres segmentos volcánicos mayores: septentrional (Colombia, Ecuador), central (Perú, Bolivia, Chile, Argentina) y austral (Chile, Argentina).

En el segmento central se encuentran localizados los volcanes más altos del mundo (Ojos del Salado, Pisis, Bonete, Llullaillaco, etcétera), los cuales rozan los 7 km de altura sobre el nivel del mar. Los volcanes andinos están activos, dormidos, apagados o extinguidos según los casos. El resto de la cadena está formada por la superposición de láminas tectónicas que alcanzan en el cerro Aconcagua su máxima representación y altura, al punto de ser la montaña más alta de toda América.

Historia cordillerana SUBT

Si bien la cordillera de los Andes es una única unidad orogénica de norte a sur, la misma está segmentada con los tramos volcánicos y los no volcánicos. Ello responde a una larga historia que tiene que ver con la subducción de la placa oceánica y su ángulo por un lado y, por otro lado, con la constitución geológica antigua de los tipos de basamento y la estratigrafía superpuesta a lo largo de cientos de millones de años.

Otra singularidad andina es contar con el segundo Plateau más grande y alto del mundo después del Tíbet, esto es el Altiplano-Puna. La cordillera andina, al estar recostada sobre el borde occidental de América del Sur, tiene una pendiente abrupta hacia el Océano Pacífico y una pendiente suave hacia el Océano Atlántico. Así los ríos que se descuelgan desde las altas cumbres y drenan hacia el Pacífico tienen pendientes muy fuertes y alta erosividad en sus cabeceras, mientras que los ríos que drenan hacia el Atlántico deben recorrer grandes distancias en tierras planas tales como la planicie amazónica, Gran Chaco, Pampa y Patagonia.

La cordillera andina alcanza su máximo ancho en el codo de Santa Cruz de la Sierra, donde los Andes Centrales presentan la forma de un “bumerang” o “media luna” al torcer su rumbo noreste hacia el noroeste. Allí, a los 18° de latitud sur, la cordillera andina alcanza un ancho máximo de 1000 kilómetros. El codo de Santa Cruz de la Sierra tiene su correlato hacia occidente en el codo u “oroclino” de Arica.

Los tramos septentrional y austral de la cordillera andina son en cambio angostos. Sin embargo, al llegar a los Andes Centrales, la cordillera se separa en dos ramas de naturaleza geológica distinta. Esto es una rama volcánica occidental y una rama tectónica oriental. Ambas ramas abrazan en forma lateral la gran cuenca cerrada, endorreica, del Plateau Altiplano - Puna.

En ese desierto frío de altura se extienden grandes superficies salinas (salares), algunas lagunas e inclusive lagos como el Titicaca que es el cuerpo lacustre navegable más alto del mundo. O el salar de Uyuni, un espejo blanco de sal en el medio de los Andes, un rasgo claramente visible desde el espacio por los astronautas de los trasbordadores espaciales o de la Estación Orbital, a los que les sirve de punto de referencia.

De las Yungas al desierto SUBT

La cara oriental de los Andes Centrales constituye una barrera o muralla orográfica doble a los vientos húmedos que provienen de la gran cuenca amazónica. Las precipitaciones se frenan y decrecen en milimetraje tanto de norte a sur como desde este a oeste.

Las máximas precipitaciones se registran en los Yungas de Bolivia donde se alcanzan entre 6 y 7 mil milímetros anuales. Hacia el sur las precipitaciones decrecen hasta caer por debajo de 2000 mm con excepción de la ladera del Aconquija donde se tienen valores de 3000 mm anuales.

Un similar gradiente en las precipitaciones se registra en sentido este - oeste donde las diferentes serranías de las Sierras Subandinas y los valles de la Cordillera Oriental producen el freno de las lluvias que caen desde los 2500 mm en el este hasta estar por debajo de los 100 mm en la Puna y alcanzar el desierto híper árido de Atacama por detrás de la alta cordillera volcánica donde, técnicamente, no llueve desde hace millones de años de acuerdo con la presencia de viejas capas de nitratos.

O sea que los Andes Centrales muestran una cara húmeda oriental y una cara seca occidental con valores extremos de precipitaciones desde casi 7000 mm a cero. Así en la cara oriental se cuenta con una flora tropical húmeda con helechos arborescentes, epífitas, frutos tropicales, coca, floración y hormigas todo el año, nuboselva, elevada biodiversidad y grandes ríos permanentes, mientras que en la cara occidental reina un ambiente árido, seco, híper desértico, con -a lo sumo- una vegetación rala y xerófila, cauces intermitentes; y, formación de distintas sales, entre ellas los nitratos, que expresan la sequedad extrema.

El cuadro se completa con la corriente oceánica fría de Humboldt, que recorre la costa pacífica desde la Antártida, cuya ausencia de evaporación evita la generación de nubes que puedan impactar la cara occidental andina generando precipitaciones. Esta dicotomía andina extrema, entre lo seco y lo húmedo, está entre las mayores singularidades de la geografía planetaria.

 

Los ambientes andinos SUBT

Los ambientes andinos han evolucionado en razón y relación de la tectónica y el clima. La tectónica y el volcanismo son procesos endógenos de la génesis andina que construyen el relieve, mientras que el clima es el responsable de la degradación de esos relieves en el marco dialéctico de las leyes de la naturaleza.

Los Andes se construyen, en una visión reduccionista, con un crecimiento en la vertical y un empuje lateral hacia oriente. Dicho empuje levanta láminas tectónicas que forman valles intermontanos imponentes en el espacio pero efímeros en el tiempo.

El calor interno de la corteza favorece un mayor o menor desplazamiento y acortamiento transversal. La elevación del edificio andino se compensa con la erosión causada por los ríos, el viento y los demás agentes geomórficos.

Así mientras la cadena andina se eleva por el empuje interno endógeno, las regiones llanas a oriente se hunden lentamente por subsidencia de manera de lograr una compensación isostática, o sea de igual equilibrio. Como los platos de una balanza. Hoy la pendiente mayor de América del Sur está dirigida hacia el oriente y se reparte entre los dos grandes colectores del sistema hidrográfico sudamericano como son el Amazonas y el Plata, esto es las dos gigantescas cuencas hidrográficas del continente.

Esta situación ha variado en el pasado, con notables cambios regionales de pendientes e incluso permitió que tres grandes brazos de mar ingresaran al continente a través del Caribe, el Amazonas y el Paraná entre 12 y 14 millones de años atrás.

El edificio andino es consecuencia de la subducción de la placa oceánica del Pacífico por debajo de la placa continental sudamericana. En los Andes Centrales se produce la concurrencia de factores endógenos y exógenos, motorizados por el volcanismo, la tectónica y el clima, que han generado el marco propicio de fluidos mineralizados, clima árido y cuencas cerradas para la formación de sales de nitrógeno, cromo y yodo (nitratos, cromatos y nitratos), de boro (boratos) y concentraciones iónicas de elementos alcalinos en salmueras entre ellos el litio.

De allí que puedan reconocerse claramente tres provincias metalogénicas exógenas de los Andes Centrales o centroandinas: Nitratífera, Boratífera y Litífera. La provincia Nitratífera tuvo su apogeo económico entre 1850 y 1920, la Boratífera desde 1880 y, la Litífera, entre 1970 y el presente. La era del litio está en sus comienzos y puede resultar en un activo económico importante para las provincias del norte argentino. 

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