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Trump, el poder y los límites

Miércoles, 05 de abril de 2017 00:00

Donald Trump está descubriendo de la forma más dura que el hecho de presidir la mayor potencia mundial está lejos de permitirle salirse siempre con las suyas. El mandatario estadounidense tuvo su mayor derrota al naufragar su plan para abolir el Obamacare, la reforma sanitaria de su antecesor, Barack Obama. Era algo que había prometido que haría. Sin embargo, le faltó el apoyo necesario en el Congreso.

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Donald Trump está descubriendo de la forma más dura que el hecho de presidir la mayor potencia mundial está lejos de permitirle salirse siempre con las suyas. El mandatario estadounidense tuvo su mayor derrota al naufragar su plan para abolir el Obamacare, la reforma sanitaria de su antecesor, Barack Obama. Era algo que había prometido que haría. Sin embargo, le faltó el apoyo necesario en el Congreso.

Antes de eso, Trump ya había sufrido dos reveses importantes con su decisión de vetar la entrada a gente de determinados países musulmanes y a refugiados. Firmó una orden ejecutiva para lograrlo en enero, pero fue bloqueada por la justicia. Emitió una nueva orden corregida a inicios de este mes y volvió a ser detenida por jueces federales.

Hay un mecanismo que data de siglos y sin embargo parece moverse de modo aceitado ahora en Washington: los controles y contrapesos de poder. Basado en la idea anglosajona de checks and balances y pensado por Montesquieu, el principio de controles y contrapesos busca prevenir que alguna de las tres ramas de gobierno concentre demasiado poder, con límites que le imponen las otras.

Los padres fundadores de EE.UU. utilizaron esa idea como un pilar de la organización del Estado, siempre con el objetivo de garantizar la libertad e impedir la tiranía.

Pese a tener mayoría del Partido Republicano de Trump, la Cámara de Representantes desobedeció las presiones de la Casa Blanca para eliminar el Obamacare. "El hecho de que el presidente quiera que se apruebe una determinada ley no garantiza que eso vaya a ocurrir, aun cuando su propio partido controla (el Congreso)", dice William Galston, experto de la Institución Brookings, un centro de análisis en Washington. "La Constitución sigue funcionando".

Trump luce ahora más débil que antes de su traspié en el Capitolio. O, al menos, los límites de su poder parecen más claros. Y dentro de esos límites hay que incluir las investigaciones que realizan el Congreso y el FBI sobre la posible interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016. En esta última, el fiscal general, Jeff Sessions, debió declararse impedido a participar de la investigación.

"Hemos visto que los tribunales federales han rendido juicios independientes, que al presidente y al Poder Ejecutivo no le gustan. Pero el presidente no ignoró las órdenes de los tribunales; las acató", destaca el experto. Tras la primera suspensión de su orden para prohibir el ingreso a EE.UU. de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, Trump acusó a los tribunales de ser "políticos".

Pero un juez federal de Virginia determinó el viernes que el segundo veto migratorio de Trump, corregido respecto al primero para superar desafíos legales, estaba dentro de sus potestades como presidente.

Esto contradijo la opinión previa de jueces federales de Hawai y Maryland, cuya decisión de suspender la orden de Trump continúa vigente, y plantea la perspectiva de que el tema termine resolviéndose en la Corte Suprema.

"El señor Trump ha tenido una educación muy rápida - concluye Galston - sobre la diferencia entre ser el CEO de una empresa de familia y ser el presidente de Estados Unidos".

 

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