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El regreso de los enmascarados

Domingo, 13 de agosto de 2017 00:00

Las últimas elecciones fueron mucho más que eso para Argentina. Fue poner a prueba la disposición de los argentinos para enfrentar el peor de los males: el populismo democrático.

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Las últimas elecciones fueron mucho más que eso para Argentina. Fue poner a prueba la disposición de los argentinos para enfrentar el peor de los males: el populismo democrático.

Es importante entender brevemente lo que significa el "populismo democrático" para tener una noción de contra que luchan hoy los argentinos.

El populismo democrático es un movimiento nacido a las sombras del comunismo. Es hoy el comunismo moderno y plantea la lucha de clases como un medio de hacer del estado y del gobierno (funcionarios y políticos) los grandes conductores y los padres espirituales de la sociedad.

Sin intención de aburrir, intelectuales populistas reconocen esto.

Uno de sus grandes impulsores, Edward Shils (1910 1995), afirma sin vergenza que "debe generarse resentimiento, rechazo e incluso "odio" sin es necesario contra el orden social impuesto por la clase dirigente de antigua data, para luego abolir por la fuerza la propiedad e imponer una cultura".

A través de la historia, el populismo democrático se manifiesta con múltiples caras: el bolchevismo en Rusia, el nazismo en Alemania, el macartismo en Estados Unidos, el peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil y el cardenismo en México.

70 años les mintieron los populistas a los argentinos. 70 años les dijeron que harían escuelas con educación de excelencia, que Argentina sería un país seguro, que construirían un sistema de salud pública de gran eficiencia y que tendrían una moneda estable y una economía pujante. 70 años después las escuelas no educan, las comisarías no dan abasto con la delincuencia, los hospitales son una máquina de matar y enfermar y 30% de pobres deambulan por las calles pidiendo limosnas (subsidios). Mientras tanto los autores del desastre se auto elogian en programas de televisión, pagan al periodismo para que hable bien de ellos y cuelgan carteles sonrientes en los postes públicos.

Luego de 12 años de populismo democrático kirchnerista, en 2015 los argentinos empezaron a "sacudirse" el odio y el resentimiento, a despojarse de políticos "cargosos" que intentaban convencerlos como si fuesen "estúpidos", a rebelarse contra la orden irracional, el miedo y la sumisión. Empezaron... pero no terminaron.

En los últimos tiempos, impulsados por el populismo incipiente que perdió el "poder" en 2015, los argentinos se preguntaron una y otra vez "¿qué cambió desde 2015?" y "valió la pena el esfuerzo". Ansiosos de poder, desesperados por la falta de recursos, heridos por la derrota, los populistas del kirchnerismo más extremo avanzan sobre la sociedad como el "angelito malo" de los cuentos, "taladrando" cabezas con el típico "nada hay que cambiar, antes estabas mejor".

Argentina necesitó casi 50 años para abolir la esclavitud. Comenzó con la libertad de vientres de la Asamblea de 1813 y recién se hizo realidad con la adhesión de Buenos Aires a la Constitución Nacional (1860). La nota especial es que la esclavitud no se abolía porque los esclavos se oponían.

No querían ser libres porque preferían que lo bueno o lo malo que les sucediera dependiese de otro. De ese modo no sentían culpas ni responsabilidades. Muchos populistas enmascarados colgaron carteles en las calles estos últimos días.

Los mismos que ignoraron, mataron, enfermaron y empobrecieron a tantos argentinos, anduvieron estos días prometiendo escuelas, comisarías, hospitales, progreso y combate a la pobreza.

Si el fin del populismo anti-

democrático sucedido en 2015 fue la segunda abolición de la esclavitud en la Argentina... se necesitarán 50 años más?. Además de "votar" hoy los argentinos deberían "pensar", "recordar" y "descubrir".

Dejar tanto populismo no será fácil ni será breve, pero vale el esfuerzo.

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