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Un bochornoso empate que deja todo abierto de cara a octubre

Lunes, 14 de agosto de 2017 03:10

El virtual empate técnico de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires representa un duro golpe para el macrismo, ya que hasta la medianoche todo indicaba que Esteban Bullrich daría el batacazo y ganaría la elección. El escrutinio de ayer, evidentemente digitado por el oficialismo para minimizar las chances de Cristina, mostró otra vez la peor cara de la política en su máxima expresión. Inexplicablemente, el conteo se frenó con el 95% de los votos cuando la tendencia a las 4 de la mañana era la de un ajustado triunfo cristinista. 
Pese a haber remontado sobre el final, la expresidenta ni siquiera igualó la pésima elección del kirchnerismo en la provincia en 2015, cuando Aníbal Fernández cayó contra María Eugenia Vidal y perdió la gobernación bonaerense. 
La mayoría de las encuestas previas a la elección daban a Cristina ganadora con relativa comodidad, pero eso no ocurrió. El virtual empate técnico ante un candidato débil y poco conocido como Esteban Bullrich deja al kirchnerismo con más dudas que certezas. Sin un triunfo contundente en Buenos Aires y habiendo perdido en casi todo el resto de los distritos, es difícil proyectar a Cristina con chances reales de ganar un balotaje en 2019. Igual, dos años en la política argentina es casi una eternidad y cualquier cosa es posible. 
La campaña de Unidad Ciudadana se centró en remarcar los problemas de la economía argentina sin realizar una sola autocrítica de los errores pasados. Eso pudo servirle a Cristina para consolidar los votos propios y acrecentar el enojo contra Macri, pero no para sumar nuevas voluntades a su causa. Podría decirse que anoche se dio el primer paso hacia una nueva configuración política en Argentina, en donde los partidos más moderados van dejando sin terreno a los más radicalizados. Allí podría ubicarse al Frente para la Victoria, que le hablaba a la sociedad como si el hambre y la pobreza hubiese aparecido mágicamente durante el último año. A la luz de los resultados, está claro que el electorado responsabilizó tanto al kirchnerismo como al macrismo por la crítica situación actual del país.
¿Por qué Cristina casi pierde la elección si una semana antes todas las encuestas la daban por favorita? Hay varios factores para el análisis. En primer lugar, porque la elección se polarizó más de lo esperado y hubo una alta asistencia a las urnas, dato que de antemano favorecía al macrismo. En segundo lugar, porque hubo un importante “voto vergüenza” a favor del oficialismo que se fue consolidando en los últimos cinco días: se trata de personas que no querían hacer público su apoyo al Gobierno nacional en medio de la crisis económica que atraviesa la Argentina. Y en tercer lugar, porque pesó en el electorado más la visión positiva del futuro esgrimida por Cambiemos que la negativa del presente encabezada por Unidad Ciudadana.
El bajo caudal electoral de Sergio Massa también fue un condimento clave en favor de Bullrich, ya que hace dos años había superado el veinte por ciento de los votos y muchos de esos respaldos terminaron votando al macrismo. El Frente Renovador es otra de las fuerzas políticas que tendrá que replantearse por qué perdió casi siete puntos desde su última elección. Pese a esto, Massa continúa siendo presidenciable -algo desgastado- desde la aún difusa “ancha avenida del medio”. ¿Cuánto influyeron los seis puntos de Florencio Randazzo en el virtual empate bonaerense? Eso es muy difícil de imaginar, pero está claro que un porcentaje de esos votos seguramente hubieran ido a la expresidenta. Randazzo nunca terminó de encontrar dónde ubicarse ante el electorado y terminó siendo un kirchnerista crítico sin un perfil bien definido. Cristina buscó durante toda la campaña cambiar su imagen de frivolidad y omnipresencia por una figura cercana a la gente y más cálida, pero sus esfuerzos cayeron en saco roto. La mayoría de los bonaerenses no le creyó a la exmandataria y la terminó condenando a una elección incluso peor que la de octubre de 2015. La expresidenta, coaching de por medio, cambió la estética de sus actos pero no sus formas de hacer política: siguió ignorando a la prensa, sus candidatos casi no hablaron en toda la campaña y la concentración de poder sobre su figura continuó exacerbada. En estas elecciones no se vio un solo candidato kirchnerista que represente una renovación en el Frente para la Victoria. Algo así como: “Votennos que somos los mismos pero distintos”. Con su empate técnico en Buenos Aires, Cambiemos terminó de consolidarse anoche como el partido político más importante del país, ya que se impuso en cuatro de los cinco distritos más populosos y en varias provincias más que antes eran justicialistas, entre ellas la emblemática Santa Cruz.
Lo que viene 
Las elecciones generales del 22 de octubre pueden modificar parcialmente los resultados de esta madrugada. Tanto Massa como Randazzo quedaron sin posibilidades de acceder a una banca en el Senado y probablemente pierdan algunos votos de los cosechados en las PASO. ¿Hacía donde pueden ir esos sufragios? En el caso de Massa, seguramente logrará retener un buen porcentaje, pero nadie descarta que un cuatro o cinco por ciento pueda trasladarse a la lista de Cambiemos. 
 

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El virtual empate técnico de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires representa un duro golpe para el macrismo, ya que hasta la medianoche todo indicaba que Esteban Bullrich daría el batacazo y ganaría la elección. El escrutinio de ayer, evidentemente digitado por el oficialismo para minimizar las chances de Cristina, mostró otra vez la peor cara de la política en su máxima expresión. Inexplicablemente, el conteo se frenó con el 95% de los votos cuando la tendencia a las 4 de la mañana era la de un ajustado triunfo cristinista. 
Pese a haber remontado sobre el final, la expresidenta ni siquiera igualó la pésima elección del kirchnerismo en la provincia en 2015, cuando Aníbal Fernández cayó contra María Eugenia Vidal y perdió la gobernación bonaerense. 
La mayoría de las encuestas previas a la elección daban a Cristina ganadora con relativa comodidad, pero eso no ocurrió. El virtual empate técnico ante un candidato débil y poco conocido como Esteban Bullrich deja al kirchnerismo con más dudas que certezas. Sin un triunfo contundente en Buenos Aires y habiendo perdido en casi todo el resto de los distritos, es difícil proyectar a Cristina con chances reales de ganar un balotaje en 2019. Igual, dos años en la política argentina es casi una eternidad y cualquier cosa es posible. 
La campaña de Unidad Ciudadana se centró en remarcar los problemas de la economía argentina sin realizar una sola autocrítica de los errores pasados. Eso pudo servirle a Cristina para consolidar los votos propios y acrecentar el enojo contra Macri, pero no para sumar nuevas voluntades a su causa. Podría decirse que anoche se dio el primer paso hacia una nueva configuración política en Argentina, en donde los partidos más moderados van dejando sin terreno a los más radicalizados. Allí podría ubicarse al Frente para la Victoria, que le hablaba a la sociedad como si el hambre y la pobreza hubiese aparecido mágicamente durante el último año. A la luz de los resultados, está claro que el electorado responsabilizó tanto al kirchnerismo como al macrismo por la crítica situación actual del país.
¿Por qué Cristina casi pierde la elección si una semana antes todas las encuestas la daban por favorita? Hay varios factores para el análisis. En primer lugar, porque la elección se polarizó más de lo esperado y hubo una alta asistencia a las urnas, dato que de antemano favorecía al macrismo. En segundo lugar, porque hubo un importante “voto vergüenza” a favor del oficialismo que se fue consolidando en los últimos cinco días: se trata de personas que no querían hacer público su apoyo al Gobierno nacional en medio de la crisis económica que atraviesa la Argentina. Y en tercer lugar, porque pesó en el electorado más la visión positiva del futuro esgrimida por Cambiemos que la negativa del presente encabezada por Unidad Ciudadana.
El bajo caudal electoral de Sergio Massa también fue un condimento clave en favor de Bullrich, ya que hace dos años había superado el veinte por ciento de los votos y muchos de esos respaldos terminaron votando al macrismo. El Frente Renovador es otra de las fuerzas políticas que tendrá que replantearse por qué perdió casi siete puntos desde su última elección. Pese a esto, Massa continúa siendo presidenciable -algo desgastado- desde la aún difusa “ancha avenida del medio”. ¿Cuánto influyeron los seis puntos de Florencio Randazzo en el virtual empate bonaerense? Eso es muy difícil de imaginar, pero está claro que un porcentaje de esos votos seguramente hubieran ido a la expresidenta. Randazzo nunca terminó de encontrar dónde ubicarse ante el electorado y terminó siendo un kirchnerista crítico sin un perfil bien definido. Cristina buscó durante toda la campaña cambiar su imagen de frivolidad y omnipresencia por una figura cercana a la gente y más cálida, pero sus esfuerzos cayeron en saco roto. La mayoría de los bonaerenses no le creyó a la exmandataria y la terminó condenando a una elección incluso peor que la de octubre de 2015. La expresidenta, coaching de por medio, cambió la estética de sus actos pero no sus formas de hacer política: siguió ignorando a la prensa, sus candidatos casi no hablaron en toda la campaña y la concentración de poder sobre su figura continuó exacerbada. En estas elecciones no se vio un solo candidato kirchnerista que represente una renovación en el Frente para la Victoria. Algo así como: “Votennos que somos los mismos pero distintos”. Con su empate técnico en Buenos Aires, Cambiemos terminó de consolidarse anoche como el partido político más importante del país, ya que se impuso en cuatro de los cinco distritos más populosos y en varias provincias más que antes eran justicialistas, entre ellas la emblemática Santa Cruz.
Lo que viene 
Las elecciones generales del 22 de octubre pueden modificar parcialmente los resultados de esta madrugada. Tanto Massa como Randazzo quedaron sin posibilidades de acceder a una banca en el Senado y probablemente pierdan algunos votos de los cosechados en las PASO. ¿Hacía donde pueden ir esos sufragios? En el caso de Massa, seguramente logrará retener un buen porcentaje, pero nadie descarta que un cuatro o cinco por ciento pueda trasladarse a la lista de Cambiemos. 
 

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