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16 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Los dibujos animados ya son cosa de grandes

Cada vez más programas animados son consumidos por adultos. Netflix ya realizó varias series de dibujitos propias. 
Lunes, 07 de agosto de 2017 18:32


La animación para adultos no es un fenómeno reciente sino que tiene su historia. En Japón es tan pujante como las series y películas animadas “para toda la familia”, pero en Estados Unidos y el resto del mundo occidental han existido de manera subterfugia, a la sombra de los “dibujitos” pero contaminando ese mainstream con sus rupturas. Es difícil, por ejemplo, imaginar los aspectos más lisérgicos o escatológicos de series como “Bob Esponja” o “Gravity Falls” sin pensar en “Ren & Stimpy” o “The Maxx”, series que en los ‘90 estaban en la vanguardia de la animación para adultos.

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La animación para adultos no es un fenómeno reciente sino que tiene su historia. En Japón es tan pujante como las series y películas animadas “para toda la familia”, pero en Estados Unidos y el resto del mundo occidental han existido de manera subterfugia, a la sombra de los “dibujitos” pero contaminando ese mainstream con sus rupturas. Es difícil, por ejemplo, imaginar los aspectos más lisérgicos o escatológicos de series como “Bob Esponja” o “Gravity Falls” sin pensar en “Ren & Stimpy” o “The Maxx”, series que en los ‘90 estaban en la vanguardia de la animación para adultos.

En aquellos días MTV asomaba el hogar de la animación con contenidos más osados, creados para entretener a “jóvenes adultos” (hoy el principal mercado): allí vivieron “Beavis and Butthead” y “Daria”, por ejemplo. Mientras tanto, una serie familiar con complejidades ocultas bajo la superficie se convertía en el mapa para crear animación que apelara a padres e hijos: “Los Simpson”, todavía al aire hoy a 28 años de su estreno, creó un nuevo género animado, y sobre los pasos esbozados por la serie avanzaron las corrosivas “South Park” y “Padre de familia”, llevando el concepto de animación crítica a sus extremos.

La animación con contenidos adultos ya era entonces una posibilidad exitosa en la pantalla chica cuando en 2001 nació Adult Swim, canal dedicado a la animación adulta que se convertiría en un mojón en la historia de la forma. La señal, que se emite por las noches en I-Sat en Argentina, tuvo en su programación clásicos como “Aqua Teen Hunger Force” y “Robot Chicken”, recuperó de la muerte shows como “Padre de familia” y “Los Reyes de la colina” y también puso en pantalla una buena dosis de animación japonesa no apta para los más chicos. El canal, el más visto en las trasnoches de la televisión norteamericana, es hoy el hogar de “Rick & Morty”.

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El tercer impulso a un género que no deja de crecer lo dio Netflix: “Rick & Morty” se ve en el mundo a través de la plataforma, que al ver como funcionaban algunos de sus proyectos animados para adultos decidió redoblar la apuesta y producir sus propias series del estilo. La animación para adultos tenía poco sentido con la lógica del rating, pero estamos en la era de la TV de nichos, donde lo que importa a las plataformas on demand es ofrecer una variedad de contenidos que se adapten al gusto particular del espectador, y no esperar que el espectador se adapte a un contenido único pensado para ser masivo: hoy la audiencia tiene una variedad de oferta tal que, ante una propuesta que no apele a su individualidad, cambiará el canal.

Por eso Netflix no sólo ha invertido mucho en anime, sino que ha realizado varias producciones animadas propias orientadas a adolescentes y “grandes”: la celebrada “BoJack Horseman” se agrega a “F is fot family”, “Big Mouth”, “Buddy Thunderstruck” y “Castlevania” entre sus programas originales (y prepara una serie bajo la conducción de Matt Groening, creador de “Los Simpson”), a las que hay que sumar las series que adquirieron a otras productoras como “Brickleberry”, “American Dad”, “Unsupervised” y, claro, “Rick & Morty”, la serie que nació como una parodia de “Volver al futuro” y mutó rápidamente, bajo la mirada ácida de Justin Roiland y Dan Harmon (“Community”) en un retrato nihilista de la sociedad que coquetea con la idea de que vivimos dentro de una ilusión creada por alguien a quien no podemos comprender.

Pero a pesar de este crecimiento, la pulseada de la animación para adultos con la dirigida a los más pequeños es, según los expertos, una causa perdida. El dominio de Disney desde su creación en 1923 ha generado “unos patrones culturales muy difíciles de romper”, explica el diseñador Juan Carlos Concha, de la firma de animación española Asociación Art Non Stop, que insiste en que su superación “no va a ser cosa de dos días”.


“BoJack Horseman”, el éxito animado de Netflix.

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