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Desarrollo o cosmética ambiental

Martes, 30 de enero de 2018 00:00

Los milagros no existen, al menos en el ámbito de la vida cotidiana. Nadie puede imaginar que un país que, como el nuestro, retrocedió a tasas chinas durante cuatro décadas (los números cantan) recupere lo perdido en pocas semanas.

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Los milagros no existen, al menos en el ámbito de la vida cotidiana. Nadie puede imaginar que un país que, como el nuestro, retrocedió a tasas chinas durante cuatro décadas (los números cantan) recupere lo perdido en pocas semanas.

En estos días resulta poco perceptible la posibilidad de que durante la próxima década la agroindustria salteña alcance masivos niveles de excelencia y pueda abastecer a los mercados del Pacífico desde el megapuerto de Mejillones, levantado en la Segunda Región de Chile en función de la actividad en el Norte Grande.

Esas metas se ven hoy lejanas porque hay vientos que soplan en contra.

El concepto del "medio ambiente" juega un rol central en las grandes decisiones. Lo que ocurrió con el ministro Sergio Bergman, que pide la eliminación de 32 emprendimientos rurales avanzados -de unas 300 mil hectáreas- porque "no se cumplieron los protocolos de habilitación" parece demencial. Es el mismo ministro que no suele hablar demasiado de la contaminación del Riachuelo y del Río de la Plata, pero también es el que se disfrazó de planta, para hacer estallar (de risa o de sorpresa) las redes. Los bosques no son lo mismo para Salta, Formosa o Chaco que para los parroquianos de Palermo Hollywood; tampoco para los participantes del Foro de Davos y el Papa, que han hecho de la causa contra el cambio climático una receta de "pertenencia a la comunidad mundial".

El presidente Mauricio Macri, en una entrevista publicada el domingo en Clarín, señaló que esa adhesión al conservacionismo ambiental es uno de los créditos que exhibe la Argentina ante esos foros. Sería bueno saber hasta dónde llega ese criterio. Entre esta postura y la empantanada crisis de los ingenios azucareros, el desarrollo salteño no encuentra buenas perspectivas y el Plan Belgrano empieza a parecer mera cosmética.

 

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