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Infieles, un sinuoso camino entre la aventura y la adicción

Hay dificultad de conectarse afectivamente con la pareja. El engañado queda muy afectado en su autoestima. La ayuda profesional.
Lunes, 12 de noviembre de 2018 00:34

Para la gran mayoría de las personas el temor a la infidelidad sigue siendo un fantasma muy presente en la vida de pareja, más allá de los nuevos tiempos y de una forma más abierta de encarar las relaciones afectivas en las que el compromiso parece no ocupar un lugar muy protagónico.

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Para la gran mayoría de las personas el temor a la infidelidad sigue siendo un fantasma muy presente en la vida de pareja, más allá de los nuevos tiempos y de una forma más abierta de encarar las relaciones afectivas en las que el compromiso parece no ocupar un lugar muy protagónico.

Mucho se dijo sobre el tema y mucho queda también por decir, dado el impacto que tiene en la vida emocional de una persona.

Adjetivos como "mujeriego" o "chica fácil", entre muchos otros, suele describir el accionar de aquellos que optaron por el camino más escabroso.

"Hablamos de infidelidad cuando se rompe un acuerdo, implícito o explícito, entre dos personas que mantienen un vínculo amoroso, a raíz de una tercera persona.

El pacto suele ser tácito en la mayoría de los casos y consta de mantener un vínculo de exclusividad sexual y afectivo con quien se considera pareja", señaló a El Tribuno el psicólogo Matías Arroz.

No obstante, la definición de infidelidad depende mucho de lo que cada pareja opina sobre el tema y establece como límites. "Algunos piensan que si no hay sexo no hay infidelidad, otros creen que basta con pensar en otra persona y/o fantasear con la infidelidad. En el medio, muchos se permiten seducir, llegando a entablar largas charlas y devaneos amorosos", aclaró Arroz.

Las causas

Por otro lado, los especialistas sostienen que no hay una única causa que pueda desencadenar dicha conducta. "La infidelidad es producto de una múltiple interacción de factores, no hay un determinismo genético ni social ni psicológico", destacó el psicólogo Diego Dutto.

Para muchos, es causada por un mal manejo de las dificultades que se presentan normalmente en cualquier relación. La persona infiel siente que no obtiene la satisfacción que necesita en su pareja y la busca afuera.

"El atractivo de la infidelidad se centra en la búsqueda desesperada de afecto, cuando no es obtenido de la pareja; de sexo o bien por la adrenalina que genera la situación, que es lo más común", aclaró en tanto Arroz.

"No hay un determinismo genético, pero sí una cierta predisposición biológica que se da en todas las especies. En hembras y machos hay intereses diferentes. Los machos buscan su éxito reproductivo y asegurar la descendencia: en una sola eyaculación, liberan miles de espermatozoides y buscan copular la mayor cantidad de veces. Mientras que las hembras tienen un solo óvulo por ciclo y buscan seleccionar bien a su compañero", señaló el psicólogo Diego Dutto.

Para el profesional, lo natural es sentirse atraídos hacia otras personas que no son nuestra pareja. "En cambio, lo cultural es controlar o reprimir esa atracción, sea por amor o por ciertos valores, etcétera.".

El contexto de aprendizaje, como la familia y la escuela, tienen una gran influencia en la imagen de los vínculos que nos formamos desde pequeños.

"Un factor importante es el aprendizaje de la conformación de vínculos. Es decir, cómo aprendí que son las parejas. Ello se da a muy temprana edad según lo que los niños ven en su hogar, lo que se les dice en la escuela, etc. El modo en que los adultos discuten y ponen límites a sus parejas va sentando precedentes en la mente del niños que luego influyen a la hora de conformar la propia pareja.

Así, un niño o niña cuyos padres tuvieron problemas por infidelidades reiteradas y perdonadas percibirá que dicha conducta no es grave y la naturalizará. Por el contrario, una infidelidad no perdonada y un límite puesto a tiempo generará un precedente más cercano al autocuidado y al autorrespeto", explicó Matías Arroz.

Una conducta patológica

Cuando la infidelidad se mantiene como un patrón de conducta y se repite a lo largo del tiempo y en diferentes relaciones, estamos hablando ya de una conducta patológica.

"Los infieles crónicos constituyen una patología severa. Hay dos grandes grupos: los que padecen una adicción al sexo y las personalidades psicopáticas. Éstas últimas entablan vínculos sin afecto, carecen de empatía y buscan conseguir algún beneficio con la relación, sea status, bienes materiales o sexo. Quienes padecen este trastorno no se involucran afectivamente con ninguna pareja, pueden tener varias al mismo tiempo y sostenerlas durante mucho tiempo", explicó Arroz.

¿Cuestión de género?

La infidelidad no tiene sexo, es igual en todos los casos.

Guadalupe tiene 30 años, trabaja en un estudio contable y le fue infiel a una expareja en dos ocasiones. "Llevábamos muchos años juntos y no me sentía bien en lo sexual. Mi pareja me hacía sentir poco atractiva y deseada. Casi no teníamos intimidad, a pesar de que hablábamos mucho del tema y tratábamos de resolverlo. La primera vez me perdonó y la relación cambió un poco. Pero después volvió a la monotonía de siempre. La segunda vez decidí terminar yo, porque me di cuenta de que las cosas no iban a cambiar. Hoy hace cuatro años que estoy en pareja y no volví a sentir para nada la necesidad de estar con otra persona", destacó la joven profesional.

Queda claro que la infidelidad no distingue géneros. "El género no predisposiciona a la infidelidad, pero ésta sí opera de maneras distintas en hombres y en mujeres. Para los hombres, lo social y lo físico pesa mucho, mientras que a las mujeres las impulsa la sensación de desamor, soledad o destrato", afirmó Arroz.

Por otra parte, destacó que los hombres son más descubiertos en sus andanzas que las mujeres, lo que suele dar la idea de que son más infieles. "Ellas suelen ser más prolijas para ocultar sus deslices, mientras que los hombres son más torpes, por lo que son descubiertos con mayor frecuencia, generando la sensación de que son más infieles".

El patriarcado

Si bien la infidelidad se da en ambos sexos, el tratamiento del o la infiel no es el mismo desde el punto de vista cultural. En sociedades con fuerte raigambre patriarcal, como la salteña, la infidelidad es mucho más aceptada en el hombre que en la mujer y se evidencia en frases del tipo "Así son los hombres". Incluso se considera a la "tercera en discordia" como la causante de tal conducta y no la elección que realiza el hombre mismo.

"El contexto social en Latinoamérica tiende más a consentir la infidelidad masculina, siendo casi sinónimo de hombría, emparentado directamente con el machismo. Los hombres infieles casi no reciben condena social, por el contrario las mujeres son más juzgadas. A su vez, la actual masificación y sexualización de la comunicación favoreció el aumento de la infidelidad en los últimos años. El mercado brinda constantemente el mensaje de disfrutar de todos los placeres sin límite alguno, sin freno ni control de los impulsos", afirmó Arroz.

El impacto en la vida del engañado

Un capítulo aparte merecen aquellos que fueron víctimas de la infidelidad de sus parejas. El engaño, percibido como una traición de parte de aquel que se comprometió a no dañarnos, genera innumerables consecuencias a nivel psicológico y emocional. “Los daños a nivel psíquico son diversos y pueden ser muy persistentes, inclusive mucho tiempo después de que la pareja se haya disuelto. Afectan directamente la autoestima y la confianza de la persona en sí misma, que se pregunta en qué falló. Tiene un enorme temor a iniciar una nueva pareja o inclusive, habiéndola iniciado, tiene la sensación de que volverá a sufrir un engaño en cualquier momento, lo que se traduce en un aumento desmedido de los celos”, dice Arroz.

“También puede desencadenar episodios depresivos, ataques de ansiedad o un aumento del estrés con dificultad para conciliar el sueño, para focalizar la atención, así como la aparición de enfermedades como gastritis, hipertensión etc. Muchas parejas continúan juntas luego de un engaño. Allí dependerá de la gravedad de la infidelidad, pero, en todos los casos no hay una recuperación, sino una nueva configuración del vínculo, que nunca más volverá a su estado inicial, ya que queda debilitado. La confianza es muy difícil de recuperar y nunca se lo hace de manera total”, aseveró Arroz. Aconsejó que, en casos en que el engañado sienta que no puede manejar la situación, inicie una terapia. “Es conveniente recurrir a un profesional cuando las emociones se desbordan. Y hacer un balance personal, asumir el porcentaje de responsabilidad que le toque a cada uno. En el caso de la víctima, quizá porque se permitió demasiado, porque no se generaron canales de diálogo o bien se miró para otro lado”.

Signos a los que hay que prestar atención 

No se trata de desconfiar de la pareja, pero tampoco de confiar ciegamente, porque esto último desactiva alertas que, vistas a tiempo, son saludables.

Entre las señales a tener en cuenta se destacan las siguientes:

- Celular: suele mantenerlo en silencio o vibración, aumentó su patrón de seguridad y constantemente borra el historial. Cuando contesta las llamadas, tiende a cambiarse de habitación o no contesta. Lleva su teléfono encima en todo momento.

- Cambio de contraseñas: las cambia constantemente y ya no las comparte con su pareja.

- Disminución o aumento exagerado de la libido: en algunos casos la vida sexual será casi nula, ya que la complementa fuera del hogar. Pero también existe la posibilidad de que su interés por tener relaciones aumente a raíz de la culpa.

- Aumento de las actividades sociales: aparecen nuevos hobbies y actividades a los que concurre sin su pareja.

- Aumento de los gastos extra: aunque no han aumentado los gastos en casa, ni se dan grandes lujos, cada día es más difícil llegar bien a final de mes. Muchas veces los gastos se hacen en efectivo, para no dejar huellas.

- Preocupación por el aspecto físico: comienzan a ir al gimnasio, a comprarse ropa nueva, etc.

- Culpa a la pareja de todo: no importa si sucedió algo en el trabajo o fuera de casa, encontrará la forma de culpar a su pareja.

- Se aleja de los amigos en común: de repente surgen nuevos grupos y personas con las cuales se junta.

- Tiene nuevas obligaciones o más trabajo: empieza con reuniones fuera de su horario con demasiada frecuencia.

 

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