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En Europa se portan bien: hinchas de River y de Boca pasean juntos en Madrid

La llegada a Madrid después de un largo viaje puede llevar a que los colores no impidan una nueva amistad.
Sabado, 08 de diciembre de 2018 07:25

Darío Villanueva, flaco, con pinta de roquero, 32 años, y Jorge Mayor, de 41, bastante más circunspecto, cruzaron la puerta de ‘arribos‘ en la Terminal 2 del aeropuerto de Barajas. La que suele operar vuelos llegados de ciudades europeas.
De que eran argentinos no había duda. Lo llamativo es que buscaran traslado juntos cuando era evidente que eran rivales: uno tenía el escudo de Boca en una mochila y al otro se le veía la camiseta de River asomando bajo la campera.
‘Nos hicimos amigos en Ezeiza. Llevamos ya 48 horas viajando juntos‘, contó Mayor. Admiten, entre risas, que la experiencia del desafío de lanzarse a Madrid con poco dinero y muchas dudas solo por amor a su equipo terminó acercándolos. ‘En realidad, los dos estamos bastante colgados. Yo tengo alojamiento en lo de un amigo y ya le pedí si puedo llevar a este boquense‘, añadió, entre risas.

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Darío Villanueva, flaco, con pinta de roquero, 32 años, y Jorge Mayor, de 41, bastante más circunspecto, cruzaron la puerta de ‘arribos‘ en la Terminal 2 del aeropuerto de Barajas. La que suele operar vuelos llegados de ciudades europeas.
De que eran argentinos no había duda. Lo llamativo es que buscaran traslado juntos cuando era evidente que eran rivales: uno tenía el escudo de Boca en una mochila y al otro se le veía la camiseta de River asomando bajo la campera.
‘Nos hicimos amigos en Ezeiza. Llevamos ya 48 horas viajando juntos‘, contó Mayor. Admiten, entre risas, que la experiencia del desafío de lanzarse a Madrid con poco dinero y muchas dudas solo por amor a su equipo terminó acercándolos. ‘En realidad, los dos estamos bastante colgados. Yo tengo alojamiento en lo de un amigo y ya le pedí si puedo llevar a este boquense‘, añadió, entre risas.

Unidos en la aventura

Las aficiones de ambos clubes llegaban anoche al aeropuerto por distintas vías: tanto por vuelos directos como por otros que hacían escala en Roma, en Estambul, París o Milán.
Tras los sinsabores para reunir el dinero para el viaje -algo que difícilmente se consiga por menos de 2000 dólares-, el mensaje que dejaban muchos de ellos era el mismo: venían con ganas de disfrutar y convencidos de que en Madrid ‘no habrá lío‘.
Entre sus objetivos figuraba ‘pasear un poco, comer un par de tapas, tomar una cerveza, ver la Plaza Mayor‘ y, sobre todo, aplaudir a su equipo como campeón. Nada de eso incluía roces con el adversario. Al contrario, en la aventura del viaje contra reloj, en el que mucho quedaba por resolver, hasta más de uno terminó haciéndose amigo.

Cordialidad antes de la gran final

‘Yo a éstos el domingo no quiero ni verlos. Pero antes de eso, nos vamos a ir juntos de cañas‘, dijo Pablo Villamayor, fan de River que llegó con su novia y que empujaba un carrito en el que también iban las mochilas de dos nuevos amigos: Claudia y José, que llegaron para alentar a Boca.
Llegaron en vuelo directo de Aerolíneas y se hicieron amigos en Ezeiza. Acordaron tomar taxi juntos -cabían los cuatro- y compartir el gasto de los 30 euros. Luego, ‘verían qué onda‘.
Para todos era la primera vez en Madrid y más que por rivalidad deportiva era posible que el paseo juntos el sábado se frustrara por diversidad de intereses. Pero no por fanatismo. Las chicas se inclinaban por el ir al Museo Reina Sofía. Ellos, ‘ni soñando‘.

Miedo en migraciones

Más allá de eso, eran capaces de pasar juntos los momentos previos al encuentro. ‘Nos ayudamos todos un poco porque teníamos miedo de no pasar migraciones. Ninguno tiene pasaporte español y, con esto de la seguridad, andá a saber‘, dijo Pablo. Historias similares se repetían en los alrededores del estadio Santiago Bernabéu, donde los hinchas de River parecían haber ganado a los de Boca con un enorme cartel con sus colores.
Pero había mucho deambular de argentinos en las adyacencias del estadio sin importar el equipo. ‘Hace más de dos días que estamos viajando y dos noches que no dormimos en una cama. Venimos desde Bariloche‘, dijo Carlos Estévez, quien, junto con su hijo, Enrique, llegó vía París.
Con las valijas con las etiquetas de vuelo todavía puestas se largaron a las taquillas del estadio para retirar las entradas que compraron por Internet. ‘Estoy seguro de que no habrá violencia. Lo que pasó en River fue una desgracia. Acá, en Madrid, nada que ver‘, aseguró.

Fuente: La Nación
 

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