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Felipe Zapiola es el primer bailarín salteño becado por el Teatro Colón

Estudiará como alumno regular en el Instituto Superior de Arte de esa institución. El adolescente rendirá libre el secundario, mientras vive en Buenos Aires con una tía. 
Miércoles, 21 de febrero de 2018 19:18

Felipe Zapiola (16) fue seleccionado entre 160 bailarines de todo el país para estudiar en la escuela del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Así se convirtió en el primer hombre salteño que se formará en esa prestigiosa institución y se sumará en la representación del talento local a Cecilia Carraro (16), quien desde 2016 viene transitando con éxito las clases en ese recinto sagrado de la danza clásica. 
Desde niño el joven practicaba folclore en una academia y lo seducían la cumbia y el reggaetón, pero su madre, Claudia Ramos, supo ver en su hijo aptitudes naturales y una vocación verdadera e irrenunciable que podía transformarse en una profesión. Entendiendo que la técnica del clásico podía dotar a Felipe no solo de pureza y calidad en sus movimientos, sino de coordinación y homogeneidad en cada paso lo orientó en esa búsqueda. Hace cinco años Claudia halló en el diario El Tribuno una convocatoria para becas completas de la Fundación Numen. Tras pasar por una audición, Felipe, en ese entonces de 11 años, empezó a estudiar con la profesora Andrea Montero. 
“Él es especial para mí porque se trata del primer bailarín varón que formé. Era un niño tímido, dulce y algo regordete. Siempre humilde y respetuoso, trabajamos juntos en las clases, y como siempre digo con una buena enseñanza el 90% depende del alumno, y él no me defraudó. Es un chico inteligente, observador y determinado”, comentó Andrea Montero. Felipe respondió a la altura del concepto que tiene de él su maestra. “Me siento muy honrado al ser el primer salteño en pasar por esta experiencia, que la voy a llevar conmigo toda la vida. Voy también para representar a Salta, La Linda, y lo más importante es que me siento feliz tan solo por ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón”, señaló él. 
Felipe le explicó a este medio que para ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, los bailarines pasan por pruebas eliminatorias. La primera etapa involucra una evaluación física. Los candidatos son examinados por profesionales que determinan si están excedidos de peso y si tienen condiciones anatómicas para ser bailarines. La segunda etapa para los mayores de 11 años incluye un trabajo técnico. Los aspirantes participan de una clase en la que maestros los observan mientras otro les imparte ejercicios, pero no emiten correcciones ni observaciones. Solo se conoce el dictamen de aceptación al finalizar las pruebas. Además, existe una tercera etapa -no eliminatoria- en la que rinden materias como francés y música.
Felipe entró a quinto año y le quedan tres para completar la carrera como alumno regular más un año de perfeccionamiento. 
A principios de marzo se mudará a Buenos Aires, donde vivirá en el departamento de una tía. Lo espera una jornada diaria de cursado de 7.30 a 13 y ensayos de 18.30 a 21. Aprenderá danzas clásica, contemporánea y folclórica. A la par terminará la secundaria de forma virtual. 
El joven salteño tiene el alma y la mente templadas para afrontar retos. Con cuatro años de estudio en danza clásica, ya ganó medallas de oro y plata, premios y reconocimientos como bailarín destacado y mejor intérprete, en certámenes internacionales. En 2016 obtuvo una beca completa con pasaje y viáticos incluidos para estudiar dos semanas en Río de Janeiro (Brasil). En 2017 tras ganar una audición viajó a Estados Unidos para perfeccionarse durante cinco semanas en el Miami City Ballet. Andrea Montero hizo notar que la sociedad en algunos ámbitos aún no está preparada para comprender que un hombre también puede elegir la danza clásica como canal de expresión. De allí devienen conflictos familiares y sociales en torno de una disciplina artística asociada al desempeño femenino y no a una profesión seria para varones. “Todo esto no hubiera sido posible sin el apoyo de su familia. Debido a los prejuicios existentes, todavía es difícil para un varón de corta edad decidir estudiar danza clásica. Su mamá, su papá, Carlos Zapiola, sus hermanos y abuelos fueron pilares de contención, lo acompañaron a cada paso y tuvieron que hacer muchos sacrificios para que Felipe llegara donde está”, destacó la maestra. “Siento que existen muchos prejuicios sobre los bailarines hombres, pero no me ha pasado a mí. Soy muy afortunado porque todos mis amigos del colegio (por el 11 de Septiembre) me apoyaron siempre. Allí no tenía entrada la discriminación de ningún tipo”, aseguró Felipe. En su horizonte solo hay espacio para los buenos vientos. “Me gustaría cumplir con las expectativas que tienen en mí y adaptarme bien a los cambios que se están dando en mi vida. Quiero demostrar que todo es posible si uno pone dedicación y esmero en un objetivo”, sintetizó. 
La armonía de todos los movimientos en sintonía con la música, la expresión de las emociones, canalizadas a través de un cuerpo que hace que la técnica se convierta en arte. Todo ello ve el espectador cuando danza Felipe. “Cada vez que bailo siento que me voy del mundo y entro en ‘mi’ mundo. Siento que soy la danza y que vine al mundo para bailar”, definió él y todos los salteños lo verán ingresar este año a su territorio de pertenencia. 

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Felipe Zapiola (16) fue seleccionado entre 160 bailarines de todo el país para estudiar en la escuela del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Así se convirtió en el primer hombre salteño que se formará en esa prestigiosa institución y se sumará en la representación del talento local a Cecilia Carraro (16), quien desde 2016 viene transitando con éxito las clases en ese recinto sagrado de la danza clásica. 
Desde niño el joven practicaba folclore en una academia y lo seducían la cumbia y el reggaetón, pero su madre, Claudia Ramos, supo ver en su hijo aptitudes naturales y una vocación verdadera e irrenunciable que podía transformarse en una profesión. Entendiendo que la técnica del clásico podía dotar a Felipe no solo de pureza y calidad en sus movimientos, sino de coordinación y homogeneidad en cada paso lo orientó en esa búsqueda. Hace cinco años Claudia halló en el diario El Tribuno una convocatoria para becas completas de la Fundación Numen. Tras pasar por una audición, Felipe, en ese entonces de 11 años, empezó a estudiar con la profesora Andrea Montero. 
“Él es especial para mí porque se trata del primer bailarín varón que formé. Era un niño tímido, dulce y algo regordete. Siempre humilde y respetuoso, trabajamos juntos en las clases, y como siempre digo con una buena enseñanza el 90% depende del alumno, y él no me defraudó. Es un chico inteligente, observador y determinado”, comentó Andrea Montero. Felipe respondió a la altura del concepto que tiene de él su maestra. “Me siento muy honrado al ser el primer salteño en pasar por esta experiencia, que la voy a llevar conmigo toda la vida. Voy también para representar a Salta, La Linda, y lo más importante es que me siento feliz tan solo por ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón”, señaló él. 
Felipe le explicó a este medio que para ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, los bailarines pasan por pruebas eliminatorias. La primera etapa involucra una evaluación física. Los candidatos son examinados por profesionales que determinan si están excedidos de peso y si tienen condiciones anatómicas para ser bailarines. La segunda etapa para los mayores de 11 años incluye un trabajo técnico. Los aspirantes participan de una clase en la que maestros los observan mientras otro les imparte ejercicios, pero no emiten correcciones ni observaciones. Solo se conoce el dictamen de aceptación al finalizar las pruebas. Además, existe una tercera etapa -no eliminatoria- en la que rinden materias como francés y música.
Felipe entró a quinto año y le quedan tres para completar la carrera como alumno regular más un año de perfeccionamiento. 
A principios de marzo se mudará a Buenos Aires, donde vivirá en el departamento de una tía. Lo espera una jornada diaria de cursado de 7.30 a 13 y ensayos de 18.30 a 21. Aprenderá danzas clásica, contemporánea y folclórica. A la par terminará la secundaria de forma virtual. 
El joven salteño tiene el alma y la mente templadas para afrontar retos. Con cuatro años de estudio en danza clásica, ya ganó medallas de oro y plata, premios y reconocimientos como bailarín destacado y mejor intérprete, en certámenes internacionales. En 2016 obtuvo una beca completa con pasaje y viáticos incluidos para estudiar dos semanas en Río de Janeiro (Brasil). En 2017 tras ganar una audición viajó a Estados Unidos para perfeccionarse durante cinco semanas en el Miami City Ballet. Andrea Montero hizo notar que la sociedad en algunos ámbitos aún no está preparada para comprender que un hombre también puede elegir la danza clásica como canal de expresión. De allí devienen conflictos familiares y sociales en torno de una disciplina artística asociada al desempeño femenino y no a una profesión seria para varones. “Todo esto no hubiera sido posible sin el apoyo de su familia. Debido a los prejuicios existentes, todavía es difícil para un varón de corta edad decidir estudiar danza clásica. Su mamá, su papá, Carlos Zapiola, sus hermanos y abuelos fueron pilares de contención, lo acompañaron a cada paso y tuvieron que hacer muchos sacrificios para que Felipe llegara donde está”, destacó la maestra. “Siento que existen muchos prejuicios sobre los bailarines hombres, pero no me ha pasado a mí. Soy muy afortunado porque todos mis amigos del colegio (por el 11 de Septiembre) me apoyaron siempre. Allí no tenía entrada la discriminación de ningún tipo”, aseguró Felipe. En su horizonte solo hay espacio para los buenos vientos. “Me gustaría cumplir con las expectativas que tienen en mí y adaptarme bien a los cambios que se están dando en mi vida. Quiero demostrar que todo es posible si uno pone dedicación y esmero en un objetivo”, sintetizó. 
La armonía de todos los movimientos en sintonía con la música, la expresión de las emociones, canalizadas a través de un cuerpo que hace que la técnica se convierta en arte. Todo ello ve el espectador cuando danza Felipe. “Cada vez que bailo siento que me voy del mundo y entro en ‘mi’ mundo. Siento que soy la danza y que vine al mundo para bailar”, definió él y todos los salteños lo verán ingresar este año a su territorio de pertenencia. 

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