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19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Turbulencias y glorias en la fundación de la ciudad Salta 

Vivir la ciudad es una experiencia entre las vivencias actuales y las pasadas. Y el pasado de Salta hierve de historias fantásticas para ser contadas.
Domingo, 15 de abril de 2018 23:10
La Fundación de Salta fue el punto cero de una historia que se echó a correr hasta nosotros.

 Cuando Hernando de Lerma, licenciado en leyes y único adelantado con título universitario, levantó su espada para dejar fundada la ciudad de San Felipe de Lerma en el Valle de Salta, ninguno de los presentes -70 españoles y más de cien indios- se imaginaron que 436 años después recrearíamos ese momento cero de la historia nuestra comunidad.
Por entonces la preocupación no era el futuro, sino un presente lleno de hostilidades. Para evitarlas, buscaron mantener líneas de abastecimiento entre el puerto del Callao, en Perú, y el de Buenos Aires. Los estrategas del antiguo Virreinato del Perú habían organizado para ello oleadas de fundaciones a la vera del tramo.

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 Cuando Hernando de Lerma, licenciado en leyes y único adelantado con título universitario, levantó su espada para dejar fundada la ciudad de San Felipe de Lerma en el Valle de Salta, ninguno de los presentes -70 españoles y más de cien indios- se imaginaron que 436 años después recrearíamos ese momento cero de la historia nuestra comunidad.
Por entonces la preocupación no era el futuro, sino un presente lleno de hostilidades. Para evitarlas, buscaron mantener líneas de abastecimiento entre el puerto del Callao, en Perú, y el de Buenos Aires. Los estrategas del antiguo Virreinato del Perú habían organizado para ello oleadas de fundaciones a la vera del tramo.

Los actos de hoy comienzan a las 9 en el Cabildo, con un chocolate que encabeza el intendente G. Sáenz. A las 10.30 se trasladan al monumento a H. de Lerma donde habrá un desfile. Hay asueto administrativo municipal.

Por eso, previamente al acto de Lerma, el Virey Toledo, cabeza del poder español en América, ordenó varias fundaciones pero todas tuvieron vida efímera. Lerma fue más cuidadoso que sus antecesores y fundó la ciudad sobre un terreno rodeado por dos cauces que proveerían agua y defensa. El cerro San Bernardo también serviría de vigía. A su sombra, en el primer día de vida de la ciudad, Lerma ya se enfrentaría a la poderosa Iglesia colonial en la figura del obispo Victoria: su ausencia en el acto sería el inicio de un desencuentro que llevaría a Lerma a la cárcel. Desde ese día, 16 de abril de 1582, Lerma, de 37 años, gobernaría su aldea solo por dos. La Audiencia de Charcas lo apresa y conduce a la Cárcel Judicial de Madrid en 1591, donde falleció un año después. El obispo Victoria, escarnecido también, terminaría sus días encerrado en un convento por orden de la Inquisición.

Juan Matienzo, oidor de la Audiencia, ya en 1556 en su obra “Gobierno del Perú” nombra al Valle de Salta punto estratégico para poder llevar las riquezas del Potosí hasta el Atlántico. El Virrey Toledo envió a tal fin, expediciones infructuosas.

Por su parte, aquellos primeros pobladores debieron soportar enfermedades, insectos, y el ataque de los indios que quemaron la aldea más de 10 veces. Era tal el asedio de los originales, que para ser considerado “vecino”, el ciudadano debería por lo menos asistir dos veces a la “pacificación” de los “salvajes”.
Una vez fuera Lerma, el gobierno interino de Salta estuvo a cargo del capitán Alonso de Cepeda, hasta la llegada del nuevo gobernador, don Juan Ramírez de Velasco, quien administró la región hasta 1596. En su gobierno fueron cientos los funcionarios atacados por malestares mentales y nerviosos, desconocidos por la medicina colonial. Por eso, aquellos males fueron catalogados como “hechizos” o “encantamientos”. Con la suerte de sus tres predecesores -dos degollados y otro muerto en la cárcel-, el miedo sobrenatural de Ramírez de Velazco lo empujaría a combatir la brujería a cualquier costo. Según documentos de la época, el gobernador consiguió autorización real para aplicar, además de los tormentos de uso corriente, la hoguera y el destierro perpetuo. El añoso molle frente a la Catedral recuerda aquellos tiempos de sangre, confusión y locura, ya que era el lugar elegido para aplicar penas. Un espíritu terrible, que se extendería luego a lo largo de nuestra historia.

Pedro de Zárate fundó una ciudad cerca del hoy Campo Santo: San Francisco de Alava. Gerónimo Luis de Cabrera en 1571 y Gonzalo de Abreu y Figueroa en 1575 intentaron, por orden de Toledo, concretar la empresa: fracasaron.

La triste historia del Fundador de Salta

Como buen sevillano, el ánimo de Hernando no era de los más pacíficos.

“Es un marrano”, “¡Un tirano!”, iban levantándose los chismes en torno a Lerma. Su carácter altivo lo enfrentaría primero al deán Francisco de Salcedo y luego al obispo Victoria, quienes desde el púlpito arengarían a los pobladores en su contra. Todos en aquella época de alguna manera tenían algo para esconder: no había sobre el continente un acto ajeno a la codicia.

En el Ordovícico, hace 500 millones de años, Salta estaba sumergida bajo un mar que contenía las únicas formas de vida de ésa época. En el cerro San Bernardo se encuentran hoy algunas de las 678 especies fósiles conocidas.


El predecesor de Lerma en la Gobernación del Tucumán, don Gonzalo de Abreu, engrilló y asesinó a quien lo antecedía, don Jerónimo Luis de Cabrera. Además, se quedó con sus haciendas y esclavos. Ambos fueron frustrados fundadores de ciudades similares a Salta. Una vez gobernador, Lerma le hizo pasar a Abreu por el mismo destino. Frías habla de una época de “canibalismo”.

Las primeras evidencias de poblamiento datan del 10000 a.C., con pueblos recolectores. En el 6000 a.C., cazadores especializados recorrían la zona tras manadas de guanacos y venados. En el 3000 a.C. se instalaron pueblos agricultores.

Solo y desesperado, el fundador se perdería en su propio laberinto. Fue engrillado por la Audiencia de Charcas y regresado a la metrópoli. Ahí esperó por un juicio que siempre se posponía: los chismes ya lo habían condenado hasta más allá de la muerte usual. Muerte que lo encontraría en la celda de la Prisión Judicial de Madrid, donde se pudrió en vida. Su cadáver fue expuesto a la caridad, que pagó por su entierro, terminando así su triste historia.

 

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