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La dinastía Ramos se volvió a juntar con una sola camiseta

Gabriel, Matías, Luis y Maximiliano, se volvieron a juntar tras ocho años cuando el cuarteto salió campeón con Peñarol. Hoy defienden los colores de Sanidad, una historia de hermanos con vigencia en el Torneo Anual. 
Sabado, 21 de abril de 2018 21:53

Los hermanos Ramos son sinónimo de vigencia en el fútbol salteño. Gabriel (38), Matías (34), Luis (30) y Maximiliano (24), comparten actualmente el primer equipo de Atlético Sanidad en el Torneo Anual de la Liga Salteña.
No serán los cuatro fantásticos pero entre todos destacan algunas cualidades que a algunos le falta. Entre los hermanos coinciden que Gabriel “es dueño de una muy buena pegada y tiene experiencia”; a Luis “le tiene la garra entre los cuatro”; Matías “con su velocidad hace la diferencia” y Maximiliano “tiene la técnica que a los otros le sobra”.
Pero la historia de ellos va más allá. Gabriel, por ser el mayor, fue el primero en saltar al campo de juego y lo hizo con la camiseta de Juventud Antoniana. “Mortadela”, como se lo conoce en el ambiente, también vistió las camisetas de Central Norte, San Martín, Camioneros y San Antonio, entre otros equipos. Pero este legado fue obra y gracia de su abuelo Vicente Ramos y su papá, Luis Ramos, quienes hoy alientan desde el cielo.
“Lo mío fue muy rápido, de quinta a primera local y Nacional B con Juventud”, recordó Gabriel, quien además agradeció: “Yo todo lo que viví lo viví bien, conocí muchos lugares, en su momento viví del fútbol. Cuando volví acá salí campeón con Peñarol, ascendí con Camioneros, no me quejó. El momento más difícil fue cuando falleció mi viejo y ya iba a debutar en el Nacional B. Mi papá fue nexo con el Cabezón Choque, quien me ayudó mucho en esa dura etapa de mi vida”.
Matías Ramos, más conocido como Churro, vivió mucho tiempo en Buenos Aires pero decidió volver a Salta. “Arranqué en inferiores en Comercio, me fui a Buenos Aires y estuve en River, Independiente, Chacarita, fueron nueve años. Me fracturé el tobillo y me vine lesionado; no volví más”, contó Matías; luego lamentó: “Cometí mucho errores cuando era chico, no sabía desenvolverme y eso me marcó mucho. Tuve muchas lesiones y me terminó perjudicando”.
Luis, o mejor dicho Tufo, su sobrenombre, también tuvo su experiencia en la capital del país. “Entrené en Independiente, quedó libre y me fui a Chicago. Después volví a Salta y debuté en Sanidad donde salí campeón en 2006”, comentó.
Maximiliano, el más chico de la dinastía, también habló de su recorrido: “Estuve en Arsenal de Sarandí. Me hubiera gustado tener más oportunidades en Juventud, me dieron un solo partido, hice un gol frente a Unión Aconquija pero no me dieron la posibilidad de demostrar más”, remarcó. Además agregó: “Siempre soñé con vivir del fútbol, me esfuerzo para que los clubes me vean”.
En cuanto al reencuentro en Sanidad, todos dieron su punto de vista. “Nos complementamos mucho. Creo que soy el más rústico de los cuatro”, bromeó Luis. “Antes hacíamos picados, yo -dijo Gabriel- jugaba con Maxi porque era el más chico y Luis con Churro. Adentro de la cancha no medís que es tu hermano, siempre nos recriminamos cosas, varias veces nos cruzamos mal y nos tiene que calmar el técnico”, sostuvo Gabriel.
Jugar entre hermanos es diferente. “Te duele que le peguen a uno de tus hermano pero dentro de la cancha nos sentimos todos los del equipo como hermanos”, sostuvo Luis. “Pero uno reacciona diferente cuando le pegan a tu verdadero hermano, tira la sangre”, añadió Matías. 
“Lo más lindo es jugar con ellos. No sé si se podré disfrutar en la cancha mucho tiempo más, hay que disfrutarlo”, dijo Luis.

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Los hermanos Ramos son sinónimo de vigencia en el fútbol salteño. Gabriel (38), Matías (34), Luis (30) y Maximiliano (24), comparten actualmente el primer equipo de Atlético Sanidad en el Torneo Anual de la Liga Salteña.
No serán los cuatro fantásticos pero entre todos destacan algunas cualidades que a algunos le falta. Entre los hermanos coinciden que Gabriel “es dueño de una muy buena pegada y tiene experiencia”; a Luis “le tiene la garra entre los cuatro”; Matías “con su velocidad hace la diferencia” y Maximiliano “tiene la técnica que a los otros le sobra”.
Pero la historia de ellos va más allá. Gabriel, por ser el mayor, fue el primero en saltar al campo de juego y lo hizo con la camiseta de Juventud Antoniana. “Mortadela”, como se lo conoce en el ambiente, también vistió las camisetas de Central Norte, San Martín, Camioneros y San Antonio, entre otros equipos. Pero este legado fue obra y gracia de su abuelo Vicente Ramos y su papá, Luis Ramos, quienes hoy alientan desde el cielo.
“Lo mío fue muy rápido, de quinta a primera local y Nacional B con Juventud”, recordó Gabriel, quien además agradeció: “Yo todo lo que viví lo viví bien, conocí muchos lugares, en su momento viví del fútbol. Cuando volví acá salí campeón con Peñarol, ascendí con Camioneros, no me quejó. El momento más difícil fue cuando falleció mi viejo y ya iba a debutar en el Nacional B. Mi papá fue nexo con el Cabezón Choque, quien me ayudó mucho en esa dura etapa de mi vida”.
Matías Ramos, más conocido como Churro, vivió mucho tiempo en Buenos Aires pero decidió volver a Salta. “Arranqué en inferiores en Comercio, me fui a Buenos Aires y estuve en River, Independiente, Chacarita, fueron nueve años. Me fracturé el tobillo y me vine lesionado; no volví más”, contó Matías; luego lamentó: “Cometí mucho errores cuando era chico, no sabía desenvolverme y eso me marcó mucho. Tuve muchas lesiones y me terminó perjudicando”.
Luis, o mejor dicho Tufo, su sobrenombre, también tuvo su experiencia en la capital del país. “Entrené en Independiente, quedó libre y me fui a Chicago. Después volví a Salta y debuté en Sanidad donde salí campeón en 2006”, comentó.
Maximiliano, el más chico de la dinastía, también habló de su recorrido: “Estuve en Arsenal de Sarandí. Me hubiera gustado tener más oportunidades en Juventud, me dieron un solo partido, hice un gol frente a Unión Aconquija pero no me dieron la posibilidad de demostrar más”, remarcó. Además agregó: “Siempre soñé con vivir del fútbol, me esfuerzo para que los clubes me vean”.
En cuanto al reencuentro en Sanidad, todos dieron su punto de vista. “Nos complementamos mucho. Creo que soy el más rústico de los cuatro”, bromeó Luis. “Antes hacíamos picados, yo -dijo Gabriel- jugaba con Maxi porque era el más chico y Luis con Churro. Adentro de la cancha no medís que es tu hermano, siempre nos recriminamos cosas, varias veces nos cruzamos mal y nos tiene que calmar el técnico”, sostuvo Gabriel.
Jugar entre hermanos es diferente. “Te duele que le peguen a uno de tus hermano pero dentro de la cancha nos sentimos todos los del equipo como hermanos”, sostuvo Luis. “Pero uno reacciona diferente cuando le pegan a tu verdadero hermano, tira la sangre”, añadió Matías. 
“Lo más lindo es jugar con ellos. No sé si se podré disfrutar en la cancha mucho tiempo más, hay que disfrutarlo”, dijo Luis.

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