El bicampeonato obtenido por Boca Juniors en la Superliga, como pasó con la mayoría de los equipos campeones de la historia, se sostiene, ineludiblemente, por un cúmulo de atributos y potencialidades colectivas, y este flamante trofeo alcanzado, más los 500 y pico de días en los que el elenco de Guillermo Barros Schelotto reposó solo en la punta, por cuestiones lógicas, se sustenta más por los logros grupales que por la injerencia de actores individuales.
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El bicampeonato obtenido por Boca Juniors en la Superliga, como pasó con la mayoría de los equipos campeones de la historia, se sostiene, ineludiblemente, por un cúmulo de atributos y potencialidades colectivas, y este flamante trofeo alcanzado, más los 500 y pico de días en los que el elenco de Guillermo Barros Schelotto reposó solo en la punta, por cuestiones lógicas, se sustenta más por los logros grupales que por la injerencia de actores individuales.
Sin embargo, son pocos los que pueden objetar que Cristian Pavón, este cordobés nacido en Anisacate hace 22 años y surgido de las divisiones menores de Talleres de Córdoba, fue el futbolista de rendimiento más alto, regular y sostenido a lo largo de toda la campaña del bicampeonato, la revelación del Boca del Mellizo, quien recogió elogios de su entrenador y del mundo del fútbol en general, valiéndole esta consideración ser convocado a la Selección nacional y haberse ganado un lugar en el grupo selecto de 23 escogidos para la Copa del Mundo Rusia 2018.
El delantero del xeneize fue clave en victorias fundamentales del equipo de la Ribera para obtener una diferencia importante con el resto de los equipos y para la consagración, apareciendo como un bombero cuando el conjunto más lo necesitó, volviéndose Boca muy dependiente de su injerencia en cancha. Y fue uno de los pocos en salvarse de la “incineración colectiva” cuando las cosas no funcionaban, cuando la crisis asomaba y cuando el cuadro azul y oro perdía la final de la Supercopa Argentina con River Plate, la espina que aún no pueden sacarse Guillermo, Gustavo y compañía.
Este atacante de endiablada habilidad con el balón en velocidad, que arribó a las infantiles de la “T” cordobesa con apenas 8 años, que debutó en la B Nacional y que fue comprado en 2014 por Angelici por 14 millones de pesos (1 millón de dólares de aquel entonces), cuando hoy su cláusula de rescisión cuesta 30 millones de euros, se convirtió a fuerza de actuaciones superlativas en el niño mimado de los exigentes hinchas y en una de las figuras del actual plantel.
El cordobés, que alguna vez confesó ser hincha de River, ostentó en el último proceso, pese a su corta edad, un récord de presencias difícil de superar en el equipo titular: al igual que el arquero Agustín Rossi, fue el futbolista que más minutos estuvo en cancha en el último campeonato y el que más partidos jugó (26), faltando solo ante Huracán, por la última fecha. Convirtió 6 goles y terminó como el segundo máximo artillero de Boca en la Superliga, por detrás de Darío Benedetto.
Su desempeño le otorgó enormes chances de continuar su futuro en el fútbol europeo después del Mundial y por estas horas en el “mundo Boca” mucho se habla de lo que puede llegar a sentir el xeneize su ausencia. “A Pavón le dije que debe recordar que las cosas que disfruta en la cancha de Boca no las va a disfrutar en otra parte. Es difícil vivir esto en otra parte del mundo”, le dijo su DT, metiéndole presión para que se quede.
- La cifra
69 partidos consecutivos como titular con la camiseta de Boca alcanzó Pavón, todo un récord. Desde la semi de la Libertadores 2016 con Independiente del Valle no salió más.