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La seguridad de los sanatorios de Salta está fuera de control

El sanatorio que se prendió fuego en mayo estaba habilitado, pese a fallas en la seguridad.Varios organismos intervienen en los controles, pero con mucha flexibilidad. 
Domingo, 10 de junio de 2018 00:00

Comúnmente se le llamaría desgracia con suerte a lo que ocurrió en el sanatorio El Carmen el 18 de mayo último, cuando un área del edificio se prendió fuego y hubo que evacuar a casi 200 personas, sin que se registraran víctimas fatales. Sin embargo, a juzgar por las condiciones que denuncian empleados de la clínica, rescatistas que participaron del operativo de evacuación y profesionales que prestan servicio en el lugar, la desgracia, más que con suerte, fue con mucha suerte. 

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Comúnmente se le llamaría desgracia con suerte a lo que ocurrió en el sanatorio El Carmen el 18 de mayo último, cuando un área del edificio se prendió fuego y hubo que evacuar a casi 200 personas, sin que se registraran víctimas fatales. Sin embargo, a juzgar por las condiciones que denuncian empleados de la clínica, rescatistas que participaron del operativo de evacuación y profesionales que prestan servicio en el lugar, la desgracia, más que con suerte, fue con mucha suerte. 

La falta de un plan de emergencia, la imprudencia para realizar actividades ajenas a los servicios sanitarios sin tomar los recaudos necesarios para evitar incidentes, los obstáculos estructurales y la falta de señalización en el lugar pudieron ocasionar una tragedia. Pero el azar conspiró a favor de las 180 personas, entre pacientes, acompañantes y empleados, que ese día se encontraban en el centro asistencial.

El dato positivo que dejó el siniestro es que no hubo que lamentar víctimas. Sin embargo, abre el interrogante y, por qué no, los cuestionamientos en torno a los controles que deben sortear las clínicas y sanatorios en Salta para garantizar la seguridad de los pacientes, visitantes e incluso trabajadores. ¿Son rigurosas las normas que están obligados a cumplir? A juzgar por lo ocurrido en El Carmen, no.

El informe de la División de Guardia de Incendios y otros Siniestros de la Policía de la Provincia indicó que el incendio se habría producido por una falla eléctrica por cortocircuito en una soldadora que se usaba para tareas de mantenimiento. Y, en la investigación remitida a la Fiscalía que entiende en la causa, clasificó al incidente como "incendio accidental técnicamente previsible".

"Si es previsible, es evitable", afirma un especialista en higiene y seguridad consultado por El Tribuno y concluye: "Si es previsible y no se evita es negligencia".

No obstante, otras versiones no oficiales aseguran que el incendio fue provocado por una chispa de la soldadora que prendió fuego una cama y desde allí se propagó el foco ígneo. Al margen de la discusión por el verdadero origen del fuego, quedó en evidencia una serie de irregularidades, por las que si el incendio hubiera sido de mayor magnitud, o en una situación de evacuación bajo condiciones de emergencia no controladas, los resultados podrían haber sido distintos.

Rescatistas cortan la baranda de la escalera. 

Un experimentado profesional de la seguridad y el rescatismo consultado por este diario consideró que "el sanatorio El Carmen, así como está, no debería funcionar como tal".

El profesional, quien prefirió mantener su nombre en el anonimato, afirmó que "a partir del incremento de camas que se dio en el sanatorio, el estudio de seguridad en el edificio debería haberse replanteado". Indicó además que, cuando se excede una determinada cantidad de metros cuadrados es obligación instalar hidrantes en los techos y aventuró que con este tipo de elementos el incidente no habría pasado a mayores y se habría controlado mucho más rápida y eficientemente.

"Además, no tienen rampa para movilizar a los pacientes en camillas o sillas de ruedas, ni cartelería adecuada que indique dónde están las salidas de emergencia, y las luces de emergencia son deficientes", cuestionó y concluyó: "Creo que fallaron todos los organismos de control".

En efecto, ante la falta de rampas, rescatistas que participaron del operativo tuvieron que romper las barandas de la escalera principal del edificio para poder bajar a uno de los pacientes, ya que el radio de giro del descanso no permitía maniobrar la cama en posición horizontal y, por la afección del paciente, la cama no podía ponerse en posición vertical. En imágenes que trascendieron se observa además que los rescatistas debían bajar caminando de costado y con las camillas elevadas por sobre los hombros porque, si no, no cabían por el hueco de la escalea.

La escena se completa con bomberos alumbrando con linternas porque las luces de emergencia no funcionaban. Tampoco se observan, en ningún momento, carteles indicativos de las salidas de emergencia.

Otro video que llegó a El Tribuno muestra la desesperación de una persona dentro de una habitación de uno de los pisos superiores del sanatorio, quien golpeaba las ventanas para alertar a los bomberos de su presencia en ese lugar. El experto en seguridad consultado por este diario evaluó que, de haber contado con cartelería indicadora de las salidas de emergencia, esta persona -que aparentemente no tiene mayores dificultades para movilizarse- se podría haber autoevacuado.

Finalmente, señaló que “ni el edificio ni las normas están adecuados al servicio que quieren brindar, deberían bajar el número de camas o funcionar directamente como policonsultorio”. 

Pese a todo lo expuesto, organismos de control públicos y entidades profesionales del sector coinciden en que la clínica cuenta con los requisitos necesarios para funcionar; pero los equipos de rescate debieron cortar con amoladoras las barandas de la escalera principal para poder realizar la evacuación. Esta situación, durante una emergencia de otras características, no habría sido posible.

Denuncias internas

Una fuente interna del sanatorio, cuya identidad se mantendrá en reserva por razones obvias, reveló que las irregularidades en la clínica son muchas y muy diversas. 

“Los matafuegos casi nunca estaban cargados, había una supuesta empresa que debía renovarlos pero se los llevaba y no los volvía a traer. Cuando había una inspección aparecían y después se los volvían a llevar”, reveló, y dijo que “el comentario era que esos mismos extintores iban a varias clínicas pero no permanecían en ninguna”.

“Se supone que cuando se llevan un matafuego para recargar deben dejar uno de repuesto, porque la clínica no puede quedar expuesta al riesgo de un incendio, pero eso nunca ocurría”, afirmó.

La fuente reveló que además del ascensor y la escalera principal del edificio solo hay una escalera de emergencia muy angosta y de metal, por donde muy difícilmente pueda bajar una persona que no puede movilizarse por sus propios medios. “En camilla o silla de ruedas por ahí no se puede bajar”, afirmó. La pequeña escalera de emergencia va desde la planta baja hasta el entrepiso ubicado entre los pisos 2 y 3. Además, hay otra escalera de emergencias que une los pisos segundo y tercero. “Para salir del primer piso solo se puede ir por esa escalerita angosta de metal, el lugar está mal distribuido”, afirmó.

Bomberos intentan bajar a un paciente por la escalera.

Rescatistas que participaron del operativo consultados por El Tribuno sobre el estado de la escalera de emergencia revelaron que nunca fueron informados de que existiera una y que, por esa razón, todo el operativo de evacuación se realizó por la escalera principal.

“El área donde fue la explosión es entre terapia y el quirófano, en un entrepiso entre planta baja y primer piso”, dijo el informante, y agregó que “para llegar a las habitaciones solo está la escalera principal o una de emergencia que da a la planta del hall, pero por esa escalera de emergencia no se puede bajar a los pacientes”, consideró.

Por otra parte, denunció que en el sanatorio nunca se hacen las fumigaciones obligatorias. “La cocina y el comedor de los empleados están infestados de cucarachas. Siempre hubo”. 

Afirmó que “veíamos pasar a los empleados de mantenimiento pegando los carteles de local fumigado, pero ahí no se fumigaba nunca. Renovaban los carteles pero nunca veíamos ni nos enterábamos que hubieran fumigado”.

También reveló serias falencias en cuanto a los tratamientos médicos, incluso aquellos de mayor complejidad. 

“Hubo una época en que las enfermeras hacían las quimioterapias mezclando la medicación en unas ollitas de vidrio, cuando eso hay que hacerlo en unas cabinas de flujo laminar con unos elementos especiales para garantizar la esterilización”.

Finalmente, indicó que la cocina y la farmacia están pegadas una al lado de la otra y que en varias oportunidades se registraron pérdidas de gas por las que resultaban afectados los empleados que trabajan en el lugar.

Falta seguridad

“Las clínicas parecieran no ser del todo seguras”, consideró un médico cirujano consultado por El Tribuno, que presta servicios en El Carmen y otras clínicas de la provincia. Lo ocurrido en el sanatorio El Carmen no hizo más que desnudar una situación que, aparentemente, es común a muchos centros asistenciales de la salud.

El médico dijo que “no sé si las clínicas están todas con el 100 por ciento de seguridad, pero sí hay varias donde me parece que faltan cosas para garantizar el bienestar de quienes están dentro”.

“Creo que se subestima mucho la cuestión de seguridad -insistió-, no solo en las clínicas”.

El facultativo manifestó que “a partir de que pasa algo, la gente empieza a prestar atención, pero si no pasa nada, estas cuestiones pasan desapercibidas”. 

Y agregó que en Salta “desde la más sencilla hasta la mejor de las clínicas dan la sensación de no estar completas en materia de seguridad”.

El médico evaluó que “todo es como precario. Hasta el rol de quienes trabajan para dar seguridad, se nota que hay voluntad, pero es como si faltaran capacitación o elementos, o ambas cosas”.

“Hay muchas ganas y voluntad, pero creo que estamos lejos de ser eficientes en seguridad”, finalizó.

La cobertura en vivo de El Tribuno el día del incidente

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