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Quieren sacar los restos de Güemes de la Catedral

Es la iniciativa del diputado Rodríguez, que reivindica “una Salta laica”.
Viernes, 22 de junio de 2018 00:00

El diputado Tomás Salvador Rodríguez se propone trasladar los restos del general Güemes desde la Catedral al museo que funciona en la casa materna del héroe gaucho, en la calle España. El proyecto del ley ya está en la Cámara. La razón es que en Salta “hay muchos cultos, además del católico”.
Una asesora de Rodríguez, Esmeralda Siuffi, fue la encargada de informar sobre los fundamentos, que los legisladores aún no conocen. 
La licenciada Siuffi exhumó un proyecto de ley, con media sanción de Diputados, que data del 15 de junio de 1955. Ese día es la víspera del bombardeo criminal sobre Plaza de Mayo, ejecutado por la aviación naval del almirante Isaac Rojas contra el general Perón. Es la víspera, también, del momento más crítico que se recuerde en las relaciones entre Juan Domingo Perón y la Iglesia, ya que la noche posterior al bombardeo se produjeron los incendios de varios templos y hubo cientos de religiosos detenidos. El diputado Mackluf proponía trasladar los restos de todos los próceres sepultados en la Catedral. En un programa de Canal 7, Esmeralda Siuffi deduce que en ese momento el peronismo “quería construir una Salta laica”, y que luego el proyecto fue frenado por “la derecha” y “las dictaduras”. Mackluff era un peronista puro y enojado, cuyas preocupaciones jamás pasaron por llevarle la contra a la cultura cristiana de los salteños.

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El diputado Tomás Salvador Rodríguez se propone trasladar los restos del general Güemes desde la Catedral al museo que funciona en la casa materna del héroe gaucho, en la calle España. El proyecto del ley ya está en la Cámara. La razón es que en Salta “hay muchos cultos, además del católico”.
Una asesora de Rodríguez, Esmeralda Siuffi, fue la encargada de informar sobre los fundamentos, que los legisladores aún no conocen. 
La licenciada Siuffi exhumó un proyecto de ley, con media sanción de Diputados, que data del 15 de junio de 1955. Ese día es la víspera del bombardeo criminal sobre Plaza de Mayo, ejecutado por la aviación naval del almirante Isaac Rojas contra el general Perón. Es la víspera, también, del momento más crítico que se recuerde en las relaciones entre Juan Domingo Perón y la Iglesia, ya que la noche posterior al bombardeo se produjeron los incendios de varios templos y hubo cientos de religiosos detenidos. El diputado Mackluf proponía trasladar los restos de todos los próceres sepultados en la Catedral. En un programa de Canal 7, Esmeralda Siuffi deduce que en ese momento el peronismo “quería construir una Salta laica”, y que luego el proyecto fue frenado por “la derecha” y “las dictaduras”. Mackluff era un peronista puro y enojado, cuyas preocupaciones jamás pasaron por llevarle la contra a la cultura cristiana de los salteños.

 

Tampoco conoce la politóloga, al parecer, que Perón fue el que impuso la enseñanza católica en las escuelas de todo el país y recién la suspendió cuando su conflicto con la Iglesia se hizo irreversible.
Cuesta ubicar a Perón “a la izquierda”, y a sus enemigos, entre ellos el PC, los partidos socialistas y los radicales, simplificarlos en “la derecha”.
Para los autores del proyecto, trasladar los restos de Güemes sería pedagógicamente valioso para que los niños aprendan que nada está establecido definitivamente, aunque no queda claro para qué serviría la mudanza. 
En realidad la iniciativa tiene dos objetivos: uno, sumarse a la onda laica que se ha expandido con el debate sobre el aborto. El otro, llamar la atención reabriendo una grieta que se produjo hace 63 años y que tiñó de sangre a la Argentina. 
Sería bueno evaluar el rol de Rodríguez como legislador: su prioridad deberían ser la profunda crisis social que desgarra a Salta, los millares de chicos que viven en la pobreza, la exclusión y la desesperanza. Esa es la función de la política. Es más fácil, claro, mostrarse como un “transformador cultural”, capaz de cambiar de nombre a la avenida que la gente sigue llamando Virrey Toledo, o pretender demoler, sin éxito, la estatua de ese Virrey en el centro de la ciudad. O simularse “progre” obligando a los docentes a enseñar el libro Nunca Más. Ahora, evidentemente, se anima a desafiar a los cientos de miles de devotos del Milagro. ¿Para qué?
 

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