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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La pluma eruptiva de Hawái

Lunes, 04 de junio de 2018 00:00

Las erupciones que están ocurriendo en Hawái en 2018 son un ejemplo más de la actividad endógena del planeta. Hay cientos de manifestaciones del calor interno de la Tierra que se expresan de muchas maneras y que van desde la salida suave de lavas basálticas negras hasta tremendas erupciones que pueden volar islas completas como pasó con Krakatoa. La explosión se escuchó a 5000 km de distancia. O los súper volcanes que con sus erupciones afectaron el clima del mundo tal como ocurrió con el Toba de Sumatra hace 75.000 años y que casi extingue a la humanidad. O las mega-erupciones como la del Tambora en Indonesia o el Huaynaputina en los Andes peruanos. La erupción del Huaynaputina en 1600 enfrió al mundo de tal modo que 1601 fue el año más frío de los últimos 600 años.

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Las erupciones que están ocurriendo en Hawái en 2018 son un ejemplo más de la actividad endógena del planeta. Hay cientos de manifestaciones del calor interno de la Tierra que se expresan de muchas maneras y que van desde la salida suave de lavas basálticas negras hasta tremendas erupciones que pueden volar islas completas como pasó con Krakatoa. La explosión se escuchó a 5000 km de distancia. O los súper volcanes que con sus erupciones afectaron el clima del mundo tal como ocurrió con el Toba de Sumatra hace 75.000 años y que casi extingue a la humanidad. O las mega-erupciones como la del Tambora en Indonesia o el Huaynaputina en los Andes peruanos. La erupción del Huaynaputina en 1600 enfrió al mundo de tal modo que 1601 fue el año más frío de los últimos 600 años.

Volcanes maravillosos

La actividad volcánica no es exclusiva de nuestro planeta y está distribuida en varios planetas y satélites del Sistema Solar. Las grandes manchas negras que se ven a simple vista en la Luna son lavas basálticas. Son un espectáculo gratuito de las noches de luna llena.

El monte Olympus, en Marte, es un volcán de 24 km de altura, o sea tres veces más alto que el Everest. En nuestro planeta los volcanes están mayormente asociados a la fusión de los magmas en las zonas de subducción de las placas tectónicas.

Los Andes de América del Sur tienen cadenas de volcanes al norte, al centro y al sur en todas sus etapas de evolución. Los hay extinguidos, apagados, dormidos, latentes y activos. Los de los Andes Centrales ostentan el récord de ser los más altos del mundo.

Hay volcanes de lavas muy fluidas que corren decenas y hasta centenas de kilómetros y otros de lavas viscosas que forman domos. El desplazamiento de aceite o grasa sobre una superficie inclinada puede ser un símil para entender esto.

Un volcán en Mendoza tiene una colada basáltica de más de 180 km de largo que es la de mayor longitud en el mundo. Hay arcos de volcanes en el océano como el caso de las Sándwich del Sur y otros de islas pegadas a los continentes como en Japón o Indonesia.

Hay volcanismo activo en las dorsales que separan las grandes losas oceánicas como las centro - oceánicas del Atlántico y del Pacífico. Hay volcanes clásicos, de libro, como el Etna, el Estrómboli o el Vesubio, este último responsable del desastre en Herculano y Pompeya.

Hay volcanes en África y la Antártida, en Alaska y Kamchatka, en Nueva Zelanda y América Central, en México y Estados Unidos, o sea los tenemos de todos los tipos, formas y grados de actividad a lo largo y ancho del planeta. El estado natural de un volcán es su actividad, salvo que esté completamente extinguido y en proceso de destrucción erosiva. Para ser arrasado hasta mostrar su anatomía íntima donde se guardan los tesoros de muchos de los yacimientos minerales.

El hervidero del NOA

La erupción de un volcán puede alarmarnos, pero no debería sorprendernos. El Noroeste Argentino se encuentra en un hervidero de volcanes a lo largo de la Puna, algunos de los cuales han tenido mega erupciones en el pasado geológico.

Entre Salta y Catamarca se encuentra el volcán Galán, que tuvo una fenomenal erupción un par de millones de años atrás y como consecuencia de la cual se formó una caldera de 40 km de diámetro.

Más cercano en el tiempo tenemos la tremenda explosión que hizo desaparecer gran parte de la cara occidental del volcán Socompa hace sólo 7500 años. Las últimas erupciones que dejaron sus cenizas sobre nuestras cabezas pertenecen al volcán Lascar.

En la mayoría de los casos estamos hablando de volcanes que se alimentan de los magmas generados en las zonas de subducción de las placas. En profundidades donde se alcanzan temperaturas de 1200 grados centígrados y donde el agua de las placas subducidas actúa como un fluidificador y lubricante que ayuda a flotar los magmas menos densos que las rocas que los contienen en camino hacia la superficie.

El surtidor de Hawai

En Hawái las cosas son diferentes. Allí se mantiene fijo un surtidor caliente que viene de más abajo de la corteza, esto es desde el propio manto. Se conoce como la "pluma mantélica de Hawái". Ese surtidor es independiente de la placa oceánica que se desplaza sin prisa ni pausa a razón de unos 9 cm por año. Es como si sostuviéramos fija una vela y desplazáramos un papel por encima de ella. El punto caliente perfora la placa y va formando esos volcanes que alcanzan alturas colosales.

El Mauna Kea, con sus 4400 m sobre el nivel del mar y sus más de 10.000 de altura desde el fondo oceánico, es más alto que el Everest. El complejo volcánico de Hawái tiene más de 90 millones de años de antigedad si se sigue la trayectoria de los volcanes que van a caballo de la losa oceánica que se desplaza y forma una cadena de islas submarinas de 6000 km de largo. Las imágenes de la televisión mostraron como la lava que nace suavemente de la boca de los cráteres o las fisuras se desplaza por los campos, jardines, mansiones y carreteras, quemando y calcinando todo a su paso. No hay fuerza humana que pueda detenerlo. Y en caso de haberla, podría ser peor el remedio que la enfermedad. El surtidor de magma que alimenta de lavas negras basálticas a las islas de Hawái se denomina, técnicamente hablando, una "pluma".

Las plumas son independientes de la corteza y en el caso de Hawái nace en el manto a 40 km de profundidad. Es una de las plumas más persistentes y activas sobre la Tierra al punto que forma un nuevo volcán cada millón de años.

La fuerza impredecible 
 
Así como una de estas plumas está instalada debajo de Hawái y ya vemos sus consecuencias destructivas, hay otra mil veces más peligrosa instalada por debajo de la placa norteamericana en el famoso parque nacional de Yellowstone, célebre por sus extraordinarios géiseres. Allí se oculta energía encerrada y acumulada como para poner fin a la humanidad.
A este tipo de fenomenología se refería Will Durant cuando decía que “la humanidad sobrevive por consentimiento geológico”.
En Hawái los científicos no logran ponerse de acuerdo, porque no hay forma de que lo hagan, en cuanto a si esta erupción será un evento breve y limitado en el espacio y en el tiempo, o bien dará lugar a una erupción destructiva mayor. Lo que se sabe es que grandes burbujas de magma están ascendiendo por la pluma hacia la superficie.
No se sabe si se estabilizarán, se diluirán o saldrán afuera con ímpetu, aún cuando en la isla se encuentran algunos de los mejores observatorios volcanológicos del mundo.
El problema es que se trabaja con elementos de la naturaleza que son azarosos, estocásticos o sea procesos cuya evolución en el tiempo es aleatoria. Hay predicción espacial pero no temporal. Por ello hemos propuesto informalmente dos “leyes” sobre los fenómenos naturales.
La “Ley de Impredecibilidad Temporal de los Fenómenos Naturales”, la cual parte de lo azaroso, estocástico y contingente para probar que los fenómenos naturales son impredecibles en cuanto al “cuándo” van a ocurrir y la “Ley de la Predecibilidad Espacial de los Fenómenos Naturales”, la cual parte de conocer con anticipación el “dónde” los fenómenos naturales van a ocurrir (ej., fallas sismogénicas que disparan terremotos, volcanes activos o dormidos que entran en erupción, laderas inestables donde se originan avalanchas, etcétera). Hoy por hoy lo de Hawái es un albur.
 

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