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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La moda de la apostasía

Viernes, 17 de agosto de 2018 00:00

Después del fallido intento por legalizar el aborto, surgen nuevos colores de pañuelos que impulsan la separación (¿?) de la Iglesia y el Estado.

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Después del fallido intento por legalizar el aborto, surgen nuevos colores de pañuelos que impulsan la separación (¿?) de la Iglesia y el Estado.

Muchos jóvenes, sobre todo la franja etárea entre los 25 y 40 años, muchos de ellos profesionales, ya que están pidiendo ser borrados de los libros de bautismo, a lo que ellos llaman apostasía.

La viralización del formulario para solicitar la supuesta apostasía surgió de un movimiento de la ONG Coalición Argentina por un Estado Laico. Comparto que es necesario echar luces sobre la relación iglesia - estado, y asegurar que no exista nunca un estado teocrático. Los estados deben ser laicos. Pero si vamos a oponernos a algo, al menos sería bueno conocer algo más de quien me quiero separar.

La propuesta de acudir a una apostasía tiene una base de mentira que desencadena una serie de mal entendidos. Argumentan que por cada creyente que es bautizado, la Iglesia Católica percibe del Estado una suma de dinero. Como si la iglesia entregara al Estado la información del Registro de Bautismo para recibir fondos. Total y absoluta mentira.

Sí reconozco que la Iglesia Católica recibe aportes del Estado, pero nunca por la cantidad de bautizados ni por brindar información de los registros de bautismos. Los libros de bautismo no se pueden adulterar ni destruir, cuando se solicita la apostasía, que es la renuncia a la fe y no una simple supresión del registro sacramental. Solo se puede colocar una nota marginal en las actas para indicar la nueva condición del bautizado. El bautismo como tal no se borra.

Con respecto a la financiación del Estado a favor de la Iglesia Católica, existe una financiación directa, con sueldos a los obispos en funciones y a los eméritos, a los párrocos de las zonas de frontera apenas de $3.000 pesos mensuales, y por los seminaristas diocesanos y los preconstitucionales o de las viejas órdenes de la Iglesia, una suma de 2.500 pesos por cada uno. Y los sacerdotes diocesanos no están amparados por ningún régimen previsional del Estado, sino que aportan a una caja privada llamada Fides, que se constituye como fondo solidario para los sacerdotes ancianos.

Existen otras formas de financiación directa, la que va a las obras asistenciales de salud y alimento, que realiza la Iglesia a lo largo y ancho del país y a las obras educacionales, donde la Iglesia, a través de congregaciones religiosas o instituciones gestiona la educación pública.

Hay una financiación indirecta con exenciones impositivas en diversas actividades que realiza, pero no por ello está exenta de las obligaciones de seguridad social y del necesario blanqueo del personal.

Es necesario no dejarse guiar desde la mentira. Yo quiero la separación de la Iglesia y el Estado en aquellas cuestiones que puedan tocarse, y deseo una Iglesia libre de ataduras económica que sea capaz de proclamar y defender la dignidad de la persona humana, porque la Iglesia somos todos los bautizados, todos, aun aquellos que fueron bautizados y por algún motivo no están registrados en los libros. Antes de firmar un pedido de apostasía, sería bueno que cada cual se pregunte si esa decisión es relevante para los sectores más vulnerables de la sociedad.

Más allá de los colores de los pañuelos, pongamos en nuestros hombros los colores de la Patria, en nuestros pechos la escarapela argentina y superemos las grietas absurdas a las que nos convocan quienes poco o nada pueden proponernos. Y desde allí cabalguemos juntos a reconstruir la Nación desde la justicia y la paz.

 

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