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Suecia, adiós al Estado de Bienestar

Miércoles, 19 de septiembre de 2018 00:00

Suecia, otrora modelo del Estado de Bienestar, atraviesa una crisis política caracterizada por un triple fenómeno: el desencanto de la opinión pública con la socialdemocracia gobernante, liderada por el primer ministro Stefan L"fven (un exsindicalista) y con la oposición conservadora, el incremento de la conflictividad desencadenado por el aumento de la inmigración y, por último, el ascenso de una fuerza de ultraderecha que jaquea al sistema político tradicional.

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Suecia, otrora modelo del Estado de Bienestar, atraviesa una crisis política caracterizada por un triple fenómeno: el desencanto de la opinión pública con la socialdemocracia gobernante, liderada por el primer ministro Stefan L"fven (un exsindicalista) y con la oposición conservadora, el incremento de la conflictividad desencadenado por el aumento de la inmigración y, por último, el ascenso de una fuerza de ultraderecha que jaquea al sistema político tradicional.

El gran empate

Las recientes elecciones legislativas fueron un teatro de confrontación entre dos polos: el gobierno socialdemócrata planteó su campaña como un referéndum sobre el Estado de Bienestar y la ultraderecha, como plebiscito sobre la política migratoria. Pero los resultados determinaron un virtual empate entre el bloque oficialista y la alianza de la centroderecha moderada, lo que torna imposible la constitución de un gobierno con mayoría parlamentaria.

Los socialdemócratas suecos, cabeza de la alianza de centroizquierda, lograron el 28,6% de los votos, en lo que constituyó la peor elección de su historia. El Partido Moderado, que encabeza la coalición de centro derecha, obtuvo el 18% y también retrocedió en relación a los comicios anteriores. La única fuerza que aumentó su caudal fue Demócratas de Suecia (DS), expresión de esa ultraderecha en ascenso, que alcanzó el 17% de los votos y se convirtió en el tercer partido.

La incertidumbre provocada por este empate electoral abrió intensas negociaciones en torno de la formación de un nuevo gobierno. La actual coalición gobernante, que incluye a los socialdemócratas, los verdes y el Partido de la Izquierda, tuvo el 40,6% de los votos y 144 escaños. La oposición de centro derecha, conformada por el Partido Moderado, demócrata cristianos y liberales, logró el 40,3% de los sufragios, equivalente a 143 bancas. La ultraderecha trepó a 63 escaños.

Los escenarios

En la práctica, ante el retroceso de la socialdemocracia gobernante, surgen tres escenarios. El primero es una "gran coalición" entre socialdemócratas y conservadores, en un acuerdo similar al pergeñado recientemente en Alemania entre socialdemócratas y democristianos para permitir la reelección de Angela Merkel. El riesgo que encierra es ascender a la ultraderecha sueca a la condición de única alternativa de oposición con vistas al futuro, tal cual sucede hoy con la Alternativa para la Nueva Alemania en la principal potencia europea.

Las otras dos posibilidades son un gobierno de centro izquierda, en minoría frente una oposición de derecha inmensamente poderosa, o -como última opción, hasta ahora descartada por los propios conservadores- un gobierno en minoría de la coalición de centro derecha, pero con el apoyo parlamentario "desde afuera" de la ultraderecha. El polémico jefe de los DS, Jimmie Akesson, un joven dirigente de 39 años, que se inició a los 19 como concejal de su distrito, desafió al líder conservador, Ulf Kristersson, a negociar una cooperación entre ambas fuerzas, aunque se cuidó de aclarar que ese apoyo no sería automático ni mucho menos gratuito. Kristersson se niega a esa negociación, pero al mismo tiempo ratifica su propósito de sacar a la izquierda del gobierno, lo que implicaría recabar el apoyo de la ultraderecha pero sin condicionamientos.

¿Qué pasó?

Como sucede en otros países de la Unión Europea, el trasfondo de la crisis sueca es demográfico y cultural. El 15% de su población de 10.000.000 de habitantes nació en el extranjero. Como la legislación prohíbe establecer datos de origen en los censos nacionales, solo puede decirse con exactitud que una parte importante de esa inmigración es de origen islámico, otra proviene de Europa Oriental y la tercera de diversos países de la Unión Europea. Pero la atención de la opinión pública está centrada en la inmigración islámica.

Lo cierto es que el impacto del incremento de la población extranjera tuvo consecuencias negativas en el sistema de salud y seguridad urbana. El sistema de salud sueco, considerado como uno de los más avanzados del mundo, de carácter estatal y totalmente gratuito, está colapsado. Una franja de la clase media, que paga un impuesto a la renta cercano al 50% de sus ingresos, reacciona culpando a los inmigrantes que gozan de esa cobertura médica sin aportar a su financiación.

El problema de la seguridad es aún más acuciante. El aumento de la criminalidad está correlacionado con el crecimiento de la inmigración islámica, agolpada en los guetos urbanos establecidos en la periferia de Estocolmo. Tanto es así que un porcentaje minoritario pero significativo de esos inmigrantes, víctimas en esos guetos de la delincuencia callejera, mira con alguna simpatía la política de "mano dura" propuesta por la ultraderecha. "Son sus coches los que arden, las escuelas de sus hijos las que se convierten en un caos", proclama Mattias Karlsson, ideólogo y líder parlamentario del SD.

Todo esto choca con una cultura política arraigada en la sociedad sueca, históricamente ponderada por su humanitarismo y su espíritu abierto e integrador. El "modelo sueco" fue una avanzada mundial del Estado de Bienestar. Los historiadores discuten si surgió en la década del 30 o a mediados del siglo XIX, antes de que los socialdemócratas accedieran al poder hace 80 años. Ya en 1847 y 1853 Suecia aprobó leyes de asistencia social. En 1898 fue fundada la Confederación de Sindicatos Suecos, cuya fortaleza hizo que actualmente el 80% de los trabajadores estén afiliados a los sindicatos. L"fven es un ex obrero metalúrgico que llegó a primer ministro.

El Estado de Bienestar llegó a ser la base de un amplio consenso nacional. El Partido Liberal, que al principio se resistía a la extensión de los servicios sociales a cargo del Estado, cambió su posición a partir de 1913. En 1918, un gobierno de coalición liberal- socialdemócrata aprobó una nueva legislación de ayuda a los pobres, que transfirió su gestión a las comunas. Ese modelo alcanzó su plenitud tras la segunda guerra mundial y luego, como consecuencia de las restricciones económicas, fue sometido a revisiones parciales, aunque manteniendo siempre sus fundamentos, ahora cuestionados. Más allá de su significación específica, lo que sucede en Suecia está vinculado con el avance de las formaciones nacionalistas hostiles a la inmigración y a la Unión Europea en Dinamarca y en Finlandia, otros dos países nórdicos tomados como ejemplos de tolerancia y de Estado de Bienestar. El fenómeno se inscribe en la oleada que recorre Europa, reflejada en el Brexit y el encumbramiento de Mateo Salvini en el Gobierno de Italia. El acontecimiento históricamente más relevante es que en Europa Occidental la ultraderecha ha sustituido a la izquierda como la principal fuerza política antisistema.

 

 

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