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José Luis Galli: “Denunciaremos penalmente al Papa por el caso del cura Rosa”

Entrevista al autor del libro "La corrupción intentó llegar al cielo". 
Sabado, 08 de septiembre de 2018 21:44

En el cuarto aniversario de la muerte de su hermano, José Luis Galli presentó el libro “La corrupción intentó llegar al cielo”, que escribió a partir de las vivencias dolorosas que tuvo tras la partida de Juan Carlos Galli, médico ginecólogo y obstetra que vivía en Libertador General San Martín, en Jujuy.
En su publicación, denunció supuestas maniobras del sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino para quedarse con una propiedad de su hermano, valuada en 3 millones de dólares. El cura, exdirector del instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, está imputado por abuso sexual gravemente ultrajante, a partir de las denuncias de dos exnovicios de esa congregación religiosa, y espera el juicio en libertad.
El autor anunció a El Tribuno que está en marcha una denuncia penal al Papa, como autoridad máxima de la Iglesia, por no haber denunciado “al cura Rosa, a pesar de las pruebas que encontró en Salta, y por todos los casos que se dieron en la Argentina, que son de conocimiento del Vaticano”. 
El libro de bolsillo se vende en las librerías salteñas por un valor de 200 pesos. 

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En el cuarto aniversario de la muerte de su hermano, José Luis Galli presentó el libro “La corrupción intentó llegar al cielo”, que escribió a partir de las vivencias dolorosas que tuvo tras la partida de Juan Carlos Galli, médico ginecólogo y obstetra que vivía en Libertador General San Martín, en Jujuy.
En su publicación, denunció supuestas maniobras del sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino para quedarse con una propiedad de su hermano, valuada en 3 millones de dólares. El cura, exdirector del instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, está imputado por abuso sexual gravemente ultrajante, a partir de las denuncias de dos exnovicios de esa congregación religiosa, y espera el juicio en libertad.
El autor anunció a El Tribuno que está en marcha una denuncia penal al Papa, como autoridad máxima de la Iglesia, por no haber denunciado “al cura Rosa, a pesar de las pruebas que encontró en Salta, y por todos los casos que se dieron en la Argentina, que son de conocimiento del Vaticano”. 
El libro de bolsillo se vende en las librerías salteñas por un valor de 200 pesos. 

¿Qué temas trata su libro?
El libro trata un hecho verídico que ocurrió en Libertador General San Martín, en el que participó el cura Rosa. El libro relata todas las dudas que tenemos nosotros, como familia del damnificado que es mi hermano, Juan Carlos Galli. 

¿Qué sucedió?
La historia empezó con un accidente cerebrovascular (ACV) severo, que se produjo el 2 de enero de 2014. A partir de entonces, mi hermano quedó en condición de enfermo grave y de alto riesgo. Entonces le aconsejaron relacionarse con un cura sanador muy afamado en Salta. Así se lo presentaron a Rosa.
El cura, una vez que vio su estado, totalmente vulnerable, intensificó esa relación, que tenía como finalidad el apoyo espiritual, el levantarle el ánimo, porque estaba en una depresión muy grande. Mi hermano era médico y sabía las posibilidades que tenía de superar el trance. Él no se engañaba.
El cura se hizo donar parte del patrimonio de mi hermano. Él estaba construyendo una clínica de ginecología y la tenía en un avance de más del 90%. Estaba en los detalles de instalaciones e iluminación para terminar la obra, cotizada en 3 millones de dólares.
Con mi hermano se hizo una gran injusticia. Se concretó una verdadera estafa porque él fue a buscar otra cosa a la Iglesia. Lo que le brindaron fue un aprovechamiento liso y llano, una manipulación total de su personalidad y de su voluntad.

El cura Agustín Rosa Torino

¿Rosa se quedó con el inmueble?
Mi hermano nunca entregó la posesión del bien supuestamente donado al instituto del cura Rosa y siguió construyendo hasta el ultimo día. Él tenía su casa. Podría haber firmado la donación y entregarlo inmediatamente pero no lo hizo. Él siguió en posesión del bien y siguió construyendo su proyecto. O sea que surge la duda de si él sabía de la donación. ¿Tuvo conciencia alguna vez de que había donado el bien? Los hechos dicen lo contrario. 
Si él sentía que su salud ya no le permitía seguir adelante y hubiese sido voluntad propia donar, lo lógico hubiera sido que actuara de esa manera.

¿Por qué murió?
Después del ACV, a través de estudios encontraron que tenía un problema cardiovascular. Así que lo operaron del corazón. Además aprovechó para hacerse ver los ojos. Tenía 72 años y quería hacer todo para volver a trabajar. Su afán por trabajar era porque su proyecto estaba en pie y él sabía que le faltaba muy poco para terminar la obra. Entonces, con sus últimos esfuerzos hacía lo posible por terminar.
Esa noche el recién llegaba de operarse y dormiría en Libertador. Como una amiga suya muchas noches pernoctaba en su casa, mi hermana le pidió que lo acompañara esa noche. Casualmente no estuvo. Justo en el momento en que se le produjo el infarto masivo, ella no estaba.‘Tuvo que salir a la vereda para pedir auxilio a los vecinos para que lo llevaran al hospital y falleció en el trayecto de la casa al hospital. Fue el 7 de septiembre de 2014. 
Lamentablemente no nos imaginábamos que podría darse una situación dudosa porque, si no, por supuesto que no cremábamos el cuerpo. 

¿A qué situación dudosa se refiere?
En los 42 años que trabajó en Libertador, él tenía esta amiga íntima, con la que compartía todas las gestiones: la cobranza de las mutuales y el llevar adelante el papelerío de bancos. Todo lo que era rutina administrativa lo hacían de manera indistinta él o ella. Ella le firmaba algunos papeles para acelerar los trámites y siempre se jactaba de que hacía perfecta la firma de él.
Tras la muerte de mi hermano, ella estaba empeñada en que se quemara el cuerpo. Cuando le comunicó a mi hermana que había fallecido mi hermano, le dijo que llevara su partida de nacimiento para hacer los trámites de cremación. Esa decisión debía ser de los hermanos. 
Ella sabía que se tenía que cremar el cuerpo. Recuerdo que lloraba, en un teatro espectacular y pedía que se cremara el cadáver porque ella se lo había prometido. ¿Se produjo el infarto final por algún sistema médico, químico o el que fuera? Son interrogantes que surgieron y la suma de detalles nos tiene convencidos de que no fue un fallecimiento natural. 

¿Tras su muerte, se enteraron de la donación?
Claro. Ella misma nos lo contó cuatro días después del sepelio. Nos dijo que Juan Carlos había donado uno de los bienes al padre Rosa. 
Unos días después, se presentó el cura en el domicilio de mi hermano a pedirnos las llaves del edificio que le había donado. Nosotros empezamos a dudar y decidimos investigar para verificar si la firma era suya o no. Así que no le dimos la llave ni la posesión del bien y el cura se enfureció, por supuesto.
Cuando llegó a la casa, lo hicimos pasar al living. Se sentó y miraba por todos lados. Es una casa de tres pisos, bien distribuida y amoblada, con todos los detalles de confort. “Me faltó tiempo para quedarme con todo esto”, dijo Rosa. Nosotros nos miramos unos a otros y nos dolió mucho.
Cuando empezamos a investigar, comprobamos que existían papeles con respecto a eso. La escribana que certificó la operación inmobiliaria es amiga íntima del cura. 

¿Quién tenía los papeles de la donación de la clínica?
La escribana. Cuando fuimos a pedirle que nos mostrara las escrituras, no nos quiso dar la copia y luego, cuando nos la dio, faltaba la hoja en la que estaba la firma de Juan Carlos. 

¿Denunciaron penalmente a esta mujer y al sacerdote?
No, por que no hay pruebas. Se dieron todas las circunstancias favorables para que lo manipularan de tal manera que lograran sus objetivos sin ponerse en evidencia. Todas son suposiciones nuestras. Es un convencimiento al que llegamos por medio de detalles observados pero no hay pruebas.

¿Hablaron sobre esto con autoridades de la Iglesia?
Sí, tuvimos contacto con el arzobispo (de Salta) Cargnello. Le mandamos una carta para ponerlo al tanto de lo que ocurría. Nos citó a una reunión y nos escuchó pero dijo que el instituto Juan Bautista no dependía de él sino del Vaticano. No sé si es verdad o quiso alejar nuestro contacto de la Iglesia. Entonces lo mandó allá, a lo más lejos.
Nosotros le mandamos una carta al Papa en noviembre (de 2014) a su residencia personal, en Santa Marta. Fue a los pocos meses porque nos llevó tiempo hacerla. 
Unos meses después de que mandáramos la carta, reventó todo el caso del cura y el Papa mandó un comisario pontificio para que investigaran todos los hechos que se le atribuían. Nos entrevistamos con el obispo Stöckler, de Quilmes.

¿Qué pasó después?
Tras analizarlo y estudiarlo con abogados, decidimos que vamos a denunciar al Papa penalmente. Ya se está armando toda la estructura de la denuncia y estamos haciendo todas las gestiones para encaminarla legalmente. 
Cuando hay un hecho de corrupción delictiva, ellos vienen investigan, comprueban los hechos y se van con el informe pero no denuncian. Eso los transforma en cómplices porque el Código Penal, en la Argentina, obliga a todo conocedor de un delito a denunciarlo.
El Papa es el único responsable de todo lo que ocurre en la Iglesia porque él tiene autoridad universal, no los obispos ni los curas, que tienen jurisdicción localista.

¿En qué consistirá la denuncia?
Vamos a denunciar penalmente al Papa porque no denunció al cura Rosa, a pesar de las pruebas que encontró en Salta, y por todos los casos que se dieron en la Argentina, que son de conocimiento del Vaticano. 
Hemos encontrado que el encubrimiento y la complicidad están penados por el Código Penal de la Argentina. Hay un grupo de abogados que está estudiando el tema y trabajando sobre eso. La haremos a la mayor brevedad. 

¿Usted dice que el obispo que vino comprobó las irregularidades?
Sí, por supuesto. Los delitos del cura Rosa son comprobables. Aparte nosotros queremos sumar a la Argentina, a Salta en especial, al clamor internacional que hay sobre la pedofilia y la corrupción de los curas, en Alemania, Irlanda, Estados Unidos, Chile... Argentina tiene también varios curas en la cárcel o que deberían estar allí. 

¿En el libro usted menciona la denuncia al Papa?
Es posterior. Es consecuencia y continuidad del libro. Después voy a escribir otro libro, en el que voy a relatar el tránsito y la valoración de la decisión de denunciarlo al Papa. ¿Sabe por qué? Porque el Papa nos enseñó que hiciéramos lío. Nos dijo que no nos quedáramos callados y que exigiéramos los que nos correspondiera. Entonces. él nos pide ayuda. Solo no puede.
Son muchos los abogados de Salta, católicos, que han seguido de cerca el trabajo del cura Rosa y tienen la misma inquietud que yo. No nos podemos sumar a no hacer nada porque los delincuentes siguen haciendo y los perjudicados son nuestros chicos. 

¿Usted sigue siendo católico?
Claro, aunque no frecuento la Iglesia todavía. Si se produjera una limpieza total de la Iglesia, volvería a frecuentarla porque soy creyente de Dios, no de los curas. Jamás voy a creer en ellos. 

¿Dejó de ir a la Iglesia después de lo que pasó con su hermano?
Claro, lógico. 

¿Cómo vivió eso?
Fue un conflicto muy grande en toda la familia porque nuestra crianza fue religiosa católica. Mi madre era ferviente admiradora de la Iglesia y era creyente activa. Nos inculcó que el sacerdote es correcto. Por eso, no nos lo imaginábamos...
 

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