Gastón Leandro Corimayo es un reconocido chef y pastelero de la zona y hace seis años pensó que llevar regalos el Día de Reyes a los niños que más necesitaban era una forma de retribuir a la vida todo lo que le daba. "Nunca tuve necesidades, siempre tuve un regalo en el arbolito; sin embargo, esperar ver a los reyes era una ilusión que se repetía cada año", recuerda Corimayo.
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Gastón Leandro Corimayo es un reconocido chef y pastelero de la zona y hace seis años pensó que llevar regalos el Día de Reyes a los niños que más necesitaban era una forma de retribuir a la vida todo lo que le daba. "Nunca tuve necesidades, siempre tuve un regalo en el arbolito; sin embargo, esperar ver a los reyes era una ilusión que se repetía cada año", recuerda Corimayo.
Sin embargo, este año a Corimayo y a sus decenas de voluntarios los invade una tristeza indescriptible: "Hoy estoy triste por tener que anunciar que esta magia quedará dormida por este año, una situación complicada atraviesa la economía de todos", comunicó.
Explicó: "Nuestra solidaridad depende mucho de lo recaudado de la gente, nuestros amigos, vecinos y familia", y "el objetivo cada año crece, los llamados de diferentes puntos de la ciudad se hacen notar y nos sobran ganas de recorrer cada rincón de nuestra ciudad".
"Pero este año esta aventura no se concretará, no se cuenta con aportes solidarios, se llega a un mínimo que no nos alcanzará ni para concretar la primera visita", reconoció el joven. Corimayo aseguró: "Las fuerzas de hacer esto nunca se pierden, pero para mover a este gran equipo se necesita de algunos recursos, transporte, sonido, combustible, 1.500 bolsistas con juguetes y golosinas". Y agregó: "Durante todo nuestro recorrido, todo niño que se acerca tiene su regalo, ninguno queda con las manos vacías".
El joven se mostró optimista de que en 2020 la situación mejore y lleguen nuevamente los Reyes Magos Solidarios para robar más sonrisas: "No pierdo la fe ni la esperanza de que la magia si existe", dijo.
Este grupo de voluntarios con corazones solidarios se reunían durante todo diciembre para llegar a más de dos mil niños. Las sonrisas, alegría y la ilusión es donde la magia cobraba vida para estos tres reyes magos, con años de trayectoria y cuyas experiencias fueron más allá de los objetivos iniciales.
Sus atuendos eran mejores cada año y las ganas de hacer este acto más fuertes.
Con el acompañamiento de cinco cargamentos llenos de golosinas, juguetes, ropa, libros y un sinfín de emociones, recorrían los barrios más humildes de la ciudad de Orán, ayudados por un grupo de 15 personas en una gran caravana, con sonido alegórico anunciando: "Llegaron ya los Reyes Magos". Su primera parada era al hospital San Vicente de Paúl, donde las emociones estaban a flor de piel, de allí el recorrido continuaba en busca de más sonrisas.
"Sin dudas trabajaremos para volver en 2020", finalizó Corimayo, un poco desanimado por no haber llegado a cumplir los objetivos para concretar el proyecto este año.