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Claudia Villafañe Correa: “Escribo para dejar libre la imaginación”

Nuestra provincia es “tierra de poetas y cantores” y no se trata solo de un dicho, sino de una realidad. Una muestra de ello puede leerse en la potente obra de Claudia Villafañe Correa. 
Lunes, 07 de octubre de 2019 10:39

 

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Marina Cavalletti
El Tribuno



La autora salteña, mostró la contundencia de su trabajo con “Coplas para no morir”, que fue presentado en la última Expolibro. Días más tarde, la escritora recibió a El Tribuno para reflexionar sobre su producción y la de las nuevas generaciones. Además, celebró a sus maestras Teresa Leonardi y Amy Patterson, quienes la llevaron por las sendas de la música y la poesía.
Polifacética y desprejuiciada, Correa, de 60 años, asegura que “Lo bueno de madurar es dejar de temer”.

Recientemente apareció “Coplas para no morir”, libro que además fue premiado ¿cómo nace este trabajo, y qué diferencias encontrás en tu labor con este género particular?

En el año 2018 gané el primer premio del Concurso Abel Mónico Saravia de Juana Manuela Editorial con el libro de coplas Para cantarle a mi tierra. Motivada por eso comencé a elaborar este otro libro, Coplas para no morir, que nace en El Carmen, Jujuy, en un encuentro de poetas y escritores donde además presenté una ponencia sobre los orígenes de la copla. Me atrae la copla porque permite, mediante la cadencia de las rimas consonantes, la fácil memorización de las estrofas. Con la apropiada inflexión de la voz, la copla transforma un simple decir en una expresión de denuncia social. Coplas para no morir fue premiado este año 2019 por Ediciones del Duende del poeta e historiador Eduardo Medina, con motivo de los 12 años de la editorial.

A partir del título ¿dirías que escribís para prolongarte como artista más allá de tu tiempo, para “trampearle” a la finitud?

La muerte es una constante en mis poemas y coplas. Escribo para no dejar de ser, escribo para cantar y contar, escribo para resistir. La poesía es mi bandera de resistencia y resiliencia. 
 
Más allá de las coplas, tu poemario más reciente “Vaivén” plantea una exaltación del cuerpo y de cierto erotismo ¿qué te interpela de esta temática y por qué necesitaste plasmarla en un libro?

Lo bueno de madurar es dejar de temer. Ya he vivido lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo impuro. Me quedo en esta edad con lo más hermoso que un ser humano puede tener, que es la libertad de decidir y yo he decidido nombrar al cuerpo, con todas sus expresiones desde las más sutiles hasta las más crudas. La metáfora es una manera de ensalzar lo que nos hace distintos, amo los juegos de palabras y me encanta intercalar en mis poemas situaciones eróticas resueltas con belleza. La desnudez de una mujer está en su manera de hablar.

Contaste allí con el prólogo de Teresa Leonardi, a quien definís como tu madre en las letras, ¿cómo la recordás, cuáles son los puntos que más destacarías de su obra?

Teresa Kuky Leonardi Herrán es una mujer hermosa, delicada y fuerte a la vez, yo hablo de ella en presente porque vive para siempre en su poética descarnada, audaz y atemporal. Su palabra revela a la mujer con un puño en alto, pidiendo justicia. Entregando a cambio la brillantez de su oratoria. Maravillosa Kuky, generosa de sí y de su sabiduría.

Tenés una afición por la música y fuiste discípula de Amy Patterson, que fue homenajeada en la expolibro hace muy poco ¿formarte a su lado repercutió en tu visión de la música y de la poesía?

Amy fue mi maestra de canto cuando organizó un coro de niños con motivo del Concurso de Canto de Ciudad de Navidad en el año 1972. Ganamos, ¡por supuesto! y ella vio en mi un potencial que supo encauzar en sus lecciones y que toda la vida agradeceré porque me permitió descubrir la armonía de las palabras y las notas musicales.

Has incursionado en la novela breve con La doncella del viento y en otros géneros con Cuentos incómodos ¿esta ductilidad implica que huís de las clasificaciones o simplemente de a ratos descansás de la poesía?

Escribo para dejar libre la imaginación, no me pongo restricciones, voy y vengo de la narrativa a la poesía, de la copla al soneto, de los microcuentos a los textos dramáticos, es una manera lúdica de amar la retórica y no encasillarme en género alguno. Pero si de algo estoy segura es de que la poesía es la madre de toda literatura y como toda madre me exige amor y respeto. A ella siempre vuelvo como a un útero novísimo que siempre me aguarda.

¿Cómo evaluás la actualidad de las letras salteñas, cuáles han sido tus hallazgos más notorios en ese ámbito? y dentro de la literatura nacional, ¿qué nombres te han cautivado últimamente?

Las letras salteñas tienen exponentes jóvenes muy activos y prolíficos, Lucila Lastero a quien admiro, es un claro ejemplo con sus Microlectos de reciente edición. Otro joven autor que quiero y destaco es Gastón Espeche cuyo realismo sucio le ha valido el Premio Unión Salteña de Escritores por su obra Literalgias. A nivel país, me encanta Selva Almada en cuentos y Raquel Graciela Fernández cuya poética visceral es digna de admiración. Hay muchos autores que me conmueven y seria largo nombrarlos. Estoy al tanto de las voces jóvenes, leo todo lo que puedo y aprendo de ellos, porque una debe estar con la cabeza y los ojos bien abiertos para seguir resistiendo
 
¿Qué te lleva a escribir hoy utilizando rima, un recurso que algunos desdeñan?

Como todo en esta vida es circular, la rima es un manera prodigiosa de alertar conciencia, y no pasará mucho tiempo hasta que vuelva a despertar del marasmo autoral que imponen las convenciones literarias. Es de destacar que desde las simples redondillas hasta el soneto más elaborado exige trabajo y técnica para no caer en los tópicos comunes.
 
A lo largo de tu carrera, has sido reconocida en más de una ocasión, ¿cómo te vinculás con los premios?

Los premios son un estímulo, un mimo para el alma, la alegría de ver que tu obra es bien conceptuada por los primeros lectores que son los jurados. Es sentir que estás en el camino y que si bien es largo y lleno de meandros, quien te dice que en algún recodo te está esperando un nuevo desafío con un gran final.
 

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