Tras una tragedia vial que se cobró dos vidas en Rosario de la Frontera, la Justicia salteña dictaminó que uno de los choferes de los dos vehículos pesados que protagonizaron el siniestro permanezca en calidad de detenido hasta tanto se sustancie la causa con los informes periciales sobre la mecánica del choque.
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Tras una tragedia vial que se cobró dos vidas en Rosario de la Frontera, la Justicia salteña dictaminó que uno de los choferes de los dos vehículos pesados que protagonizaron el siniestro permanezca en calidad de detenido hasta tanto se sustancie la causa con los informes periciales sobre la mecánica del choque.
El conductor del camión quedó seriamente comprometido tras los primeros análisis, sumado a las declaraciones de los pasajeros del ómnibus y del chofer del mismo.
El conductor, un hombre de 33 años, fue detenido tras el mortal siniestro e imputado horas después por lo ocurrido el pasado domingo en horas de la madrugada en la intersección de las rutas 9 y 34, cerca de Rosario de la Frontera, en el sur provincial.
En ese siniestro vial fallecieron dos pasajeras del colectivo de larga distancia con el que impactó el camión conducido por el detenido camionero.
El fiscal penal de Rosario de la Frontera, Oscar López Ibarra, imputó a Federico Miguel Thompson por los delitos de homicidio culposo en accidente de tránsito y lesiones graves y leves culposas en accidente de tránsito en perjuicio de pasajeros de un colectivo de pasajeros que se dirigía a Mendoza.
El siniestro se registró en la madrugada del pasado domingo en la intersección de las rutas 9 y 34 en Rosario de la Frontera, cuando el camión guiado por Thompson impactó desde atrás contra un colectivo de pasajeros que se dirigía a Mendoza.
Como consecuencia del siniestro, fallecieron dos pasajeras del colectivo y otras personas resultaron lesionadas.
Tras su imputación, la Fiscalía solicitó que se mantenga su detención mientras se da cumplimiento a diversas diligencias solicitadas.
Absurdo y cruel final
La muerte del joven, según sus amigos y vecinos, fue una muestra cabal de una violencia callejera que no cesa, que se enciende por cualquier cuestión y que no distingue entre propios y extraño.
Todos los amigos de “Chucky” dijeron que el joven nada tenía que ver con la beligerancia del grupo que lo ultimó a puñaladas. Él fue a parar una agresión en banda, premeditada por sus victimarios y su osadía o temeridad la pagó con su vida.
“Escuchamos gritos, salimos a ver y nos dimos con varias personas que estaba golpeando a una vecina. Les peleó a mano limpia, pero uno de ellos estaba armado con un cuchillo y lo mató”, dijo un amigo.