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"En la música del Cuchi hay mucho dicho sin necesidad de la palabra"

Desde la Universidad de Buffalo, Estados Unidos, el artista salteño dialogó con El Tribuno. 
Lunes, 18 de febrero de 2019 12:32

El salteño Matías Homar se fue con su música –y bastante más- a otra parte, pero lo hizo con el un pedacito del pago en el bolsillo. El compositor inició su carrera de posgrado en agosto del año pasado, en la Universidad de Buffalo, en los Estados Unidos.  “La lejanía es una buena forma de poder ver la película entera, la distancia permite reflexionar” afirma en una honda conversación con El Tribuno.

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El salteño Matías Homar se fue con su música –y bastante más- a otra parte, pero lo hizo con el un pedacito del pago en el bolsillo. El compositor inició su carrera de posgrado en agosto del año pasado, en la Universidad de Buffalo, en los Estados Unidos.  “La lejanía es una buena forma de poder ver la película entera, la distancia permite reflexionar” afirma en una honda conversación con El Tribuno.

Con las raíces intactas, el joven pronto mostrará arreglos propios sobre la obra de Gustavo “Cuchi" Leguizamón”en la destacada casa de estudios. Y no lo hará solo: “Michael Tumiel es un clarinetista con mucha sutileza y destreza” comenta sobre su compañero, quien también es un gran conocedor de Ástor Piazzolla.

Activo, inquieto y con la agenda completa  Homar viajará a Canadá en mayo. Allí presentará un trabajo sobre el “Cuchi” en el  congreso sobre cultura latinoamericana que organiza la Asociación Canadiense de Estudios de Latinoamérica y el Caribe, en la Universidad de York, Toronto.  Lejos de su tierra, afirma que ha comprobado que la música “es el idioma universal”. Y, con humildad,  subraya que el título de embajador de Salta le queda grande.

¿Qué fuiste a hacer específicamente a la universidad de Buffalo?

En Agosto del año pasado comencé mi carrera de posgrado para seguir aprendiendo y creciendo profesionalmente. Esta oportunidad es muy especial porque el programa de composición de esta Universidad es muy particular, tiene mucha historia en lo que es la música contemporánea. Morton Feldman era quien dirigía la carrera de composición y luego quedó a manos de David Felder. Y una de las grandes oportunidades que ofrece este programa es poder escribir obras que son interpretadas por grandes artistas como el cuarteto Arditti o el ensamble Signal. Pero además es una ciudad que tiene una interesante historia ligada al jazz. En la década del 50 era una de las grandes ciudades de EEUU, era un centro económico importante y en lo cultural se reflejaba por la cantidad de iconos del jazz que pasaron y dejaron su huella. Esas huellas de lo ‘académico’ y lo ‘popular’ se sienten y se pueden disfrutar.

Pronto presentarás unos arreglos allí ¿son propios o sobre qué estás trabajando?

Sí, son arreglos sobre algunas canciones del Cuchi Leguizamón que escribí hace un par de años y toqué en La Plata. La verdad que al principio no me animaba ni a pensar en la idea, pero me envalentoné porque di un curso sobre la música del Cuchi, Jobim y Evans donde los alumnos mostraron mucho interés, y pensé por qué no compartir semejante música como la obra del Cuchi aprovechando que estoy en un lugar diferente para hacerlo. La primera vez que se me ocurrió fue cuando lo escuché a Michael Tumiel tocando unos arreglos de Piazzolla, y la verdad que es, quizás, la música que más se conoce de Argentina y es solo de una parte del país. Ahí empecé a masticar la idea de hacer conocer la música que me mueve a mí como argentino y como salteño, o por lo menos una de las músicas.

¿Cómo describís el proceso de ensamblar con un clarinetista y hacerlo en un idioma que no es tu lengua nativa?

Cuando la música habla por sí sola, ensamblarla es ‘fácil.’ Por un lado, los arreglos que hice son una re instrumentación de las canciones del Cuchi, con lo cual ya sabés que va a ser algo hermoso, porque la esencia está intacta. Y, por otro, al no venir del palo del folclore, me parece interesante poder generar un nuevo sonido con lo que Michael tiene para decir sobre esta música con su forma de tocar. La verdad, es un clarinetista con mucha sutileza y destreza que sabe leer y decir con mucha ductilidad todo lo que toca. En ese sentido,  el idioma es lo de menos porque los sonidos y las formas de tocarlos son la mejor explicación posible. Creo que en la música en general, pero en la del Cuchi en particular, hay mucho dicho sin la necesidad de la palabra.

En mayo viajarás a Canadá para presentar presentar un trabajo sobre el Cuchi Leguizamón ¿qué podés adelantarnos al respecto?

Gracias a una gran amiga, la Ceci Espinosa, me enteré del  congreso sobre cultura latinoamericana que organiza la Asociación Canadiense de Estudios de Latinoamérica y el Caribe - Universidad de York (Toronto). Hace varios años que vengo trabajando y estudiando la obra del Cuchi y en 2018 comencé a revisar un trabajo que presenté en el 2016. Esta es una buena oportunidad para presentar este nuevo enfoque que le di y difundir una parte de nuestra música que por ahí no se conoce tanto fuera del país. El congreso es del 10 al 12 de Mayo en Toronto, van a ser tres días intensos porque seguramente va a haber muchas cosas para aprender de otras parte de la enormidad que implica Latinoamérica. Por lo pronto,  sigo revisando el trabajo con la guía de profesores de la Universidad de Buffalo y con la ayuda del libro de Irene López que presentó el año pasado. La verdad que es un libro muy interesante sobre la obra del Cuchi y del Coco Botelli.

Te llama la atención que en un sitio tan distante de Salta le presenten atención a la obra del Cuchi? qué creés que les interesa puntualmente? Llevando sus canciones, te sentís en algún punto, embajador de Salta?

El título de embajador es muy grande, lo que a mí me mueve para mostrar esta música es el sentimiento de agradecimiento a estos músicos y pensadores de los cuales sigo aprendiendo. Sinceramente, gran parte de mi satisfacción personal de sentirme salteño, argentino y latinoamericano es gracias a la mirada que me transmiten en sus obras, en sus palabras. Más allá del hecho poético de lo ‘bello’ que se puede encontrar en sus músicas y poesías, hay algo más profundo que habla de la vida y una manera posible de vivirla. Músicas y músicos que hacen canciones lindas, interesantes, que te vuelan la peluca hay a montones, pero artistas que además te hablan de algo más allá de lo que se puede encontrar en la superficie, no sé si se encuentran a cantidades. Y con esto creo que respondo la pregunta, el Cuchi generó muchas innovaciones musicales a la zamba (por poner un ejemplo puntual), pero son armonías, tipos de melodías, texturas, que ya estaban en otras músicas que se escuchaban.  Para mí, su genialidad está en la inmensa capacidad de ‘interpretar a la sociedad’ (como decía Perecito), y creo que eso significó hacer una gran síntesis entre una complejidad musical (innovaciones sumadas a la música propia del lugar) y la cotidianidad de la sociedad. Y ahí está la belleza poética de su obra, con esto me refiero no a las lindas letras, sino a esa capacidad de poder interpretar la naturaleza, la vida, la humanidad con una sutileza que ni siquiera te das cuenta  de cuántas cosas representa una canción. Creo que eso es lo que gusta e interesa de su música,  sea donde sea que vaya.

Actualmente estás lejos del pago, ¿qué cosas extrañás de Salta y cuáles te agradan de tu lugar de residencia?

La lejanía es una buena forma de poder ver la película entera, la distancia permite reflexionar y poner en perspectiva todo lo que constituye el universo simbólico de uno, ¿no? Todavía me lo pregunto porque sigo en el proceso. Sí puedo decir que esta distancia me hace valorar mucho más lo que es la Argentina, lo que es nuestra cultura -con lo compleja que es-. Y a partir de eso, siento mucho agradecimiento por ser argentino y haber tenido las experiencias únicas que tuve allá.  Estoy convencido de  que me permitieron afrontar este cambio con otra solidez. Hoy en día con la hiperconectividad en la que vivimos, es más fácil sobrellevar la separación con las personas porque en cierta manera sigue habiendo una conexión casi cotidiana, que no quiere decir que no se extrañe el abrazo, los mates y los alfajores. Una de las cosas que más pienso en hacer cuando vuelva es ir al Mercado San Miguel, es un lugar que me parece mágico en el medio de la ciudad.

Buffalo es una ciudad muy interesante, no creo haber conocido ni la décima parte, pero tiene lugares increíbles y sobre todo muchos espacios con actividades culturales. En mayo también, vamos a presentar una obra en los ‘Silos,’ que son un centro cultural construido en silos que hace décadas se usaban para almacenamiento. Creo que hay muchas cosas para aprovechar y crecer.

 ¿Cuáles son tus planes a futuro, volverás o seguirás viajando?

En principio tengo que terminar el programa acá, pero después me gustaría conocer otros lugares. Será donde me lleve la música, que hasta ahora siempre fue el mejor camino posible.

Es esta tierra  distante, ¿has comprobado aquello de que la música es el idioma universal, o es simplemente una frase hecha?

Creo que sí, la verdad que hay algo muy fuerte en poder manifestar tantas cosas sin la necesidad de palabras. Con la música no solo nos comunicamos con los sonidos,  también con los cuerpos, las miradas, los silencios. No digo que siempre sea fácil, siguen existiendo ciertas barreras idiomáticas pero me parece que es más fácil de atravesarlas.

 

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